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26.12.09

Opus Dei:"'Camino': el camino de la Fe"- Obedecer

Serie “El Camino de la Fe”

San Josemaría

El Camino de la Fe -27
Obedecer

Si la obediencia no te da paz, es que eres soberbio
S. Josemaría
Camino, 620

Obedecer no siempre es fácil. Es más, en muchas ocasiones, nos resulta, simplemente, imposible. Quizá por soberbia o por no comprender cuál es nuestra situación ante las personas o ante Dios… el caso es que hacer lo que otra persona diga que hagamos es, las más de las veces, una cuesta demasiado empinada para subir.

Sin embargo, el cristiano sabe que ha de obedecer. No se trata de un comportamiento aborregado sino de un saber quién se es y qué es lo que tenemos, como deber, que llevar a cabo.

Por eso dice S. Josemaría (Punto 614) que “En los trabajos de apostolado no hay desobediencia pequeña” porque todo lo que vaya en contra de transmitir la Palabra de Dios y hacer presente, en el mundo, Su Ley, ha de ser considerado, por un creyente, como algo grave, de la mayor gravedad: es cuestión de Fe y de llevar, ésta, a efecto, en nuestra ordinario convivir.

Pero la pregunta salta, rápidamente, a la palestra de nuestro corazón: ¿Por qué ha de obedecer el cristiano? Es más, ¿No es, acaso, un ser libre cuya libertad le ha sido donada por Dios?

La respuesta a tales preguntas sólo puede venir desde la misma fe que tiene el que se considera hijo de Dios y así lo siente.
Por eso dejó escrito S. Josemaría (Punto 617) que “Obedeced, como en manos del artista obedece un instrumento —que no se para a considerar por qué hace esto o lo otro—, seguros de que nunca se os mandará cosa que no sea buena y para toda la gloria de Dios”.

Por tanto, como instrumentos que somos en manos de Dios, nos cabe, por decirlo así, seguir las instrucciones que el Creador tiene para cada uno de nosotros. Nada malo se nos puede mandar hacer porque nada malo puede salir del corazón del Padre. Siendo, además, lo que hacemos, para Su gloria lo que tenemos que llevar a cabo no es posible entender una falta de obediencia. Hacerlo así es, simplemente, comportarse como hijo desagradecido.

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