Píldoras de muerte
La inconsciencia, cuando se elaboran normas, tiene malas consecuencias contra las personas. Es más, algunas de las mismas parece que están hechas, precisamente, para ir en contra de la especie humana y de su futuro como tal.
Un ejemplo de esto es la denominada “píldora del día después” que es, se diga no que se diga, una aberración vergonzosa de la que, por eso mismo, se sienten orgullosos en el Ejecutivo laicista de Rodríguez Zapatero.
Pero tal “medicamento” es algo más que una pastillita que se toma para curar.
La píldora del día después no es demasiado recomendable si lo que se quiere es mantener una salud sexual mínimamente aceptable. No es, por tanto, una aspirina o un calmante sino algo químico destinado a la muerte ajena.
La píldora del día después no es algo a recomendar para ciertas edades porque, a tenor de lo dicho por Esther Fonseca, presidenta de la Asociación Española de Farmacéuticos Católicos: “’El mismo prospecto de Postinor 1.500 dice: ‘No está recomendado para su uso en niñas, ya que los datos disponibles en adolescentes menores de 16 años son muy limitados’”
