La Palabra del Domingo - 5 de julio de 2009 - Despreciado el profeta
Mc 6,1-6. No desprecian a un profeta más que en su tierra.
1 Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen.
2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él.
4 Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio.» 5 Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. 6 Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.
COMENTARIO
Profeta e hijo de Dios
1.-El pueblo judío había escuchado a muchos profetas. A lo largo de su larga historia, Dios había suscitado, entre el pueblo elegido, personas que transmitían la voluntad del Creador.
2.-Sin embargo, como la conducta de sus contemporáneos no era la más adecuada, el profeta no era muy bien visto porque, en general, decía lo que no se quería escuchar. Y ya se sabe que, en lo referido a consejos, siempre que no sean contrarios a lo que se hace, vienen bien.