InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Marzo 2009, 28

28.03.09

Juan Pablo II Magno - Emigración

Serie “Juan Pablo II Magno

JPIIM

El hombre tiene derecho a abandonar su país de origen por varios motivos –como también a volver a él- y a buscar mejores condiciones de vida en otro país”.

En la encíclica Laborem exercens, concretamente en el número 23 de la misma, hace, Juan Pablo II Magno, todo un itinerario de la vida de muchas personas que, por las más diversas razones, se ven obligadas a abandonar su nación de origen y caminar (metafóricamente, claro) hacia otros lares y lugares.

Por eso, como muchas de las personas que emigran pueden encontrarse, por diversas causas, con problemas en las naciones de destino, convenía que el Papa polaco manifestase la necesidad de lo siguiente:

Los emigrantes han de ser tratados siempre con el respeto debido a la dignidad de toda persona humana. A este principio ha de supeditarse incluso la debida consideración al bien común cuando se trata de regular los flujos emigratorios. Se trata, pues, de conjugar la acogida que se debe a todos los seres humanos, en especial si son indigentes, con la consideración sobre las condiciones indispensables para una vida decorosa y pacífica, tanto para los habitantes originarios como para los nuevos llegados” (Jornada Mundial de la Paz, 2001)

Y, por lo tanto, la Iglesia no puede permanecer indiferente ante el flujo migratorio. Por eso dice que “En la Iglesia nadie es extranjero, y la Iglesia no es extranjera para ningún hombre y en ningún lugar. Como sacramento de unidad y, por tanto, como signo y fuerza de agregación de todo el género humano, la Iglesia es el lugar donde también los emigrantes ilegales son reconocidos y acogidos como hermanos” (palabras pronunciadas en la Jornada Mundial del Emigrante de 1995)

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