Juan Pablo II Magno - Espíritu Santo
Se quiera o no se quiera, el Espíritu Santo es, de las tres Personas que constituyen la Santísima Trinidad, la que más difícil es de comprender, la que más nos puede costar entender pero, también, la que más ilumina nuestro camino. No obstante nos fue enviado para que nos lo marcara en nuestra existencia y nos llevara, por así decirlo, al definitivo Reino de Dios.
¿Qué entiende Juan Pablo II Magno por el Paráclito?
“Es una Persona divina que está en el centro de la fe cristiana y es la fuente y fuerza dinámica de la renovación de la Iglesia”. Dicho esto en su Encíclica Dominum et vivificantem, de 1986 y dedicada, precisamente, al Espíritu Santo (DV 2) bien podemos entender que, en primer lugar, es el origen de lo que la Iglesia, Esposa de Cristo, es y, en segundo lugar, la Persona que le imprime, a la misma, energía para continuar con su labor de transmisión de la Palabra de Dios, Verbo que sale de la boca, en forma de aliento, del Creador, pues “El Espíritu actúa en la historia del hombre como ‘otro Paráclito’, asegurando de modo permanente la transmisión y la irradiación de la Buena Nueva revelada por Jesús de Nazaret “ (DV 7)