Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - Amar el sufrimiento, III

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Amar el sufrimiento, III

 

“Te lo digo hoy aquí, en esta hora en que se rasga uno la camisa y aparece el pecho desnudo, con la cálida topada del corazón que sube y baja: nunca he sido más feliz que cuando sentía las células machacadas por el dolor, por esta proyección personal de tu redención; pero hoy mi breve salterio de amor se resiste a ser desmenuzado.

Esa afluencia macabra de las órbitas vacías, las piernas cercenadas y los dedos deformes, me han sustraído el grito y la voluntad, como en las noches de pesadilla, cuando el corazón se aterra y clama, mientras los labios siguen derrumbados, como embebidos por una borrachera de cloroformo”. (El sillón de ruedas, p. 311)

 

Pudiera parecer que el Beato Manuel Lozano Garrido, con estas palabras que tanta relación tienen con su sufrimiento y con el dolor, él le gusta pasarlo mal o que disfrutara con eso.

Entender las cosas así supone no darse cuenta de la verdad de las cosas y estar, en esto del sufrimiento, a otra cosa que no tiene nada que ver con lo que cree nuestro hermano en la fe y que, creemos, es lo que sigue.

Conoce más que bien el Beato de Linares (Jaén, España) que su sufrimiento es tan real, digamos, como la vida misma. Sabe, por tanto, que vive, se mueve (es un decir esto) y existe porque Dios quiere que viva, se mueva y exista. Es decir, que es más que consciente de que está en el mundo (en el momento de escribir lo que dio lugar a su “Sillón de ruedas”) porque Dios, que lo creó, lo mantiene con vida. Y es una fe profunda la que le dice eso.

Tener conciencia de una realidad así, como la suya, y comprender que tiene, seguramente, un fin superior que cumplir (¿Qué otra cosa querría Dios de un sufrimiento como el suyo? ¿Qué otra cosa no iba a querer el Creador de las últimas horas de la vida de su Único Hijo que no fuera trascender tal dolor y sufrimiento?) debió dar mucha fuerza espiritual a Lolo. Y eso lo refleja en este apartado de su texto que, desde hace unas semanas, traemos aquí y que tiene que ver con la misteriosa aceptación del sufrimiento.

Pues bien, nos dice nuestro hermano en la fe algo que es, verdaderamente, sorprendente: es muy feliz, más que nunca, cuando siente las células (lo más pequeño de su cuerpo, o sea, todo él) “machadas por el dolor”. Y eso nos podía dejar un poco perplejos si no conociéramos cómo es Manuel Lozano Garrido.

Lo que aquí pasa es que, como sucede tantas veces con las cosas de la fe católica, no hay que quedarse así sino que hay que seguir leyendo porque, de otra forma, mala cosa podría parecer eso.

Esto lo decimos porque sí, Lolo nos dice eso pero es que, a continuación, centra el asunto espiritual en lo que importa de verdad, más que propio dolor. Y es que sabe que es redimido y que lo, por tanto, su dolor y sufrimiento, de ellos, puede obtener abundante fruto que alimente su alma y su corazón.

Sabe, de todas formas, que lo está pasando mal. Y es que, de conocer sus sufrimientos físicos y poder ser capaces de entenderlos, no resulta nada fácil poder soportarlos. Por eso Manuel Lozano Garrido se apoya tanto en Jesucristo, en la sangre, la Suya, que, al ser vertida, posibilitó su propia redención, la de Lolo. Por eso, se siente, digamos, a salvo de todo sufrimiento (por mucho que lo sienta) y de todo dolor (por mucho que lo padezca) Y es que hay algo superior a sí mismo en lo que fundamentar una existencia toca por el sufrimiento como lo había sido tocada la suya.

El Beato Lolo, que tanto ejemplo nos da cuando se trata de encarar, de mirar de frente, el sufrimiento, sabe muy bien en Quien puede apoyarse. Y nos lo dice para que, como él, podamos sobrenadar (en feliz expresión suya muy utilizada) el mismo y podamos mirar hacia arriba, hacia donde Dios nos mira, como hijos, nos ama y nos envía gracias y dones que, como los propios de Lolo, son luz, faro, camino.

   

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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