Beato Manuel Lozano Garrido - “Lolo, libro a libro”- Ser santo no es imposible

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”

 

Ser santo no es imposible

 

“Renunciar a una fe de santidad es querer darle contextura de gladiador a unas fibras de cartón. Por el contrario, pensar en Teresa, Francisco de Asís, Ignacio o Vicente de Paúl como hermanos de Cielo es desmenuzar un himno de alabanza al portento, el milagro y la grandeza del que extrema sus maravillas sobre el ánfora peligrosa y frágil de un hombre.” (El sillón de ruedas, p. 163)

 

Sabemos que la santidad, no siendo imposible, no es cosa fácil de alcanzar. De todas formas, lo que no cabe es que tratemos de ser y estar como si fuera, eso, imposible.

El Beato Manuel Lozano Garrido, que mucho sabía de santidad, nos dice claramente que en este tema hay dos formas de actuar. Es decir, que en lo tocante a la santidad podemos hacer dos cosas que son, eso sí, opuestas.

En primer lugar podemos hacer como si la santidad no fuera una realidad espiritual importante para nosotros. Eso supondría, de hacerlo, no tener en cuenta aquello que nos hace mejores y que, al fin y al cabo, ha de ser muy bien recibido por el corazón de Dios.

Cuando hacemos eso, en primer lugar, nos estamos haciendo un flaco favor a nosotros mismos y, luego, le estamos dando la espalda a Dios que no puede esperar de sus hijos y descendencia, una actuación de tal jaez.

También sabemos que tal forma de encarar nuestra vida espiritual, la de negar la posible santidad que podríamos alcanzar y no tratar de cumplimentarla en nuestra vida, no es que sea algo extraño sino, al contrario, más que común entre nosotros.

Sin embargo, como nos dice Lolo, hay una forma de mirar este tema y de encarar la santidad que tiene que ver, claro está, con los santos que son aquellos de entre nosotros que se han dado cuenta de lo importante que era para sus vidas hacer lo que debían hacer sabiendo, sobre todo, las razones de tal forma de actuar.

Cuando el Beato de Linares (Jaén, España) nos pone los ejemplos que nos pone no es por ponerlos y ya está sino que está poniendo sobre la mesa el comportamiento de fieles hijos de Dios ante su propia situación, la forma de encararla y, en fin, el cómo de sus vidas.

Sin duda alguna, cada uno de tales creyentes citados por Lolo, sabían que eran frágiles, como la vasija de barro de la que habla la Sagrada Escritura. Sin embargo eso no hizo que se vinieran abajo sino que, al contrario, dieron pasos adelante en sus vidas en el sentido exacto de cumplir la Voluntad de Dios. Y eso les hizo alimentar el corazón y el alma y ganar la merecida fama de santidad con la que transcurrieron sus días en el siglo para, luego, se reconocida la misma, digamos, en orden a los méritos acumulados a lo largo de sus vidas.

Nos dice nuestro hermano linarense que pensemos en tales hermanos como lo que son: hermanos de Cielo. Y tal es así la verdad porque sabemos que ellos están gozando hace mucho tiempo de la bienaventuranza y ya saben aquello que nosotros, aquí, sólo podemos imaginar y soñar con saber ya no ven como en un espejo.

Lo que nos está diciendo Lolo es que nosotros, en nuestra propia naturaleza y desde ella, sobre todo desde ella, podemos dar pasos hacia nuestra santidad y la mayor glorificación de Dios. Y, para eso, tenemos la vida de aquellos que, antes y mucho más que antes que nosotros, han sabido dar los pasos necesarios para perfeccionar su quehacer y hacerlo no de cualquiera manera sino bajo el prisma del ejercicio de las sanas virtudes y el cumplimiento de sus propias misiones.

Y sí, nuestra naturaleza es más que frágil. Eso nadie puede negarlo porque es como la vasija de barro que hemos citado arriba: muy fácil de romper según lo que hagamos o no queramos llevar a cabo.

De todas formas, si ellos pudieron… ¿acaso nosotros no seremos capaces de hacerlo?

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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