Beato Manuel Lozano Garrido - “Lolo, libro a libro”- Ser, hacer, es deber nuestro

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Ser, hacer, es deber nuestro

 

“Fijándose bien, lo de acá es una aportación menuda, pero necesaria, como el sudor del obrero en la obra de ingeniería.” (El sillón de ruedas, p. 158)

 

En las cosas de Dios y, claro, en las nuestras, hay un poder y un querer. Y con eso queremos decir que podemos escoger y elegir el qué pero, sobre todo, el cómo. Y el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo nos lo dice, sí, de forma sencilla pero, ¡Ay!, también de forma que nos obliga más que mucho.

Vamos a ver. Nosotros estamos en el mundo, primero, porque Dios ha querido que estemos. Eso es una verdad espiritual que debemos tener más que bien entendida porque, de ser lo contrario, estamos más que seguros que nada de lo que siga, en materia del espíritu, va a servir ni valer para nada.

Aquí, de todas formas o, mejor, en esto de nada vale otra forma de pensar. Y a ella, pues, no atenemos.

Lo que nos quiere decir el Beato de Linares (Jaén, España) es algo bien sencillo: sí, nosotros podemos aportar a la Creación y no está fuera de nuestro alcance.

Así dicho, a primera vista, eso podría parecer un pensar demasiado optimista porque, bien mirados, ¿qué somos nosotros?

Buenos, bien mirados, a lo mejor somos poco ante Dios pero aquí, en el mundo en el que estamos, somos más porque estamos entre iguales. En realidad, somos hasta lo que queramos ser, hasta qué queramos ser…

Lolo nos dice que debemos fijarnos bien. Y eso ha de querer decir, que la mayoría de las veces no lo hacemos y así, por encima, por, como decimos, según somos, pues eso… nada de nada. Pero sí, debemos fijarnos bien y debemos saber que somos hijos de Dios y, desde ahí, partir, que todo surja del convencimiento de que sí, que lo somos (como dice San Juan en un momento determinado)

De ese fijarnos bien saldrá, sin duda, algo así como “sí, soy hijo de Dios y eso me obliga a según qué cosas”.

No hay duda alguna que, aún, sabiendo eso de nuestra filiación divina, tampoco se nos pide el oro y el moro. No. Para Dios no son necesarias las barbaridades ni las acciones grandilocuentes aunque, está claro, si se da alguna de las segundas tampoco va a ser mal vista por nuestro Creador. No. Lo que Dios ha de querer, por fuerza ha de ser así, es que lo que hagamos, lo hagamos bien. Y es que, en realidad, nuestra existencia la constituye lo pequeño pero importante devenir de cada instante.

Es, de todas formas, necesario (como dice Lolo), primero, que sepamos que lo es y que, por tanto, debemos ser conscientes de nuestra obligación, en tal sentido, para con Dios pero, también, para con nuestros semejantes, nuestro prójimo al fin y al cabo.

Para explicar esto, en un sentido didáctico de todas formas entendible, nos pone el ejemplo del obrero y del ingeniero. Y viene la mar de bien porque, primero, nos hacer ver en qué situaciones podemos vernos nosotros, quiénes somos de tales dos personas y, luego, saber que hay quien establece el qué y quien hace el tal qué. Y, en este tipo de materias espirituales (pero con consecuencias, tantas veces, materiales o existenciales) es Dios quien es el ingeniero del que habla Manuel Lozano Garrido y nosotros somos los obreros que llevamos a cabo su obra, Su Obra, así, con mayúsculas, porque lo es y no nuestra. Por eso decimos eso de “A mayor gloria de Dios", pues es la Suya la que importa y no la de estos cuerpos de barro que tan fácilmente se rompen como vasijas, que es lo que somos. 

De todas formas, sólo podemos concluir esto diciendo que está la mar de bien que se nos diga, por si lo hemos olvidado, en qué posición estamos en esto de nuestra vida mundana pero, sobre todo, en la eterna. Por si lo hemos olvidado, queremos decir y repetimos.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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