Meditaciones de Adviento – Sábado I de Adviento. Tiempo de penitencia

 

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Por lo general, se tiene como tiempo especialmente penitencial aquel que precede a la Pascua, a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Y es que, sin duda alguna, tenemos mucho por lo que pedir perdón antes de que el Hijo de Dios se entregue por cada uno de nosotros y se deje matar. Por eso creemos que la Cuaresma es, esencialmente, penitencial. 

Sin embargo, otro tanto podemos decir acerca de este tiempo de Adviento, que también es Pascual. 

Nosotros, por decirlo pronto, y aunque el sentido penitencial sea distinto al de la Cuaresma, debemos preparar nuestro corazón: antes de Pascua porque queremos limpiar nuestra alma; ahora, porque queremos, también limpiarla, pero no para un hasta siempre sino para un bienvenido.

 

Ciertamente, todo es importante. Es decir, tanto la Cuaresma como el Adviento, en su parte penitencial, nos vienen la mar de bien para no olvidar que somos pecadores y que Dios nos prefiere limpios, con el alma blanca. 

Ahora, sin embargo, debemos, también, pedir perdón y acudir, también, al Sacramento de la Reconciliación. 

En este tiempo de Adviento, seguramente la expresión “Ven, Señor Jesús” es la que determina una clara voluntad de anhelar la llegada del Mesías, del Hijo de Dios, del Ungido y Enviado, de Dios hecho hombre. 

Pues bien, cuando decimos eso sabemos que no podemos hacerlo sin tener en cuenta nuestra naturaleza que, como bien sabemos (lo sabía muy bien San Pablo cuando decía aquello de querer hacer lo bueno pero no poder hacerlo ni aunque quisiera…) es pecadora, más que pecadora y perseverante en el misterium iniquitatisPor eso en este Adviento también vamos a limpiar nuestro corazón porque nadie, que quiera recibir en su casa a un amigo (o si es desconocido, menos aún) permite que la misma se encuentre desaseada. Al contrario es la verdad: seguro que se preciará mucho de tenerla lo mejor posible. 

Eso, pues, debemos hacer con nuestra alma que, a la espera de la llegada del Niño Cristo, ha de llegar a tal momento lo más limpia posible. Si bien sabemos que no seremos, siempre capaces, de que llegue tal momento con una limpieza absoluta… es mejor que acudamos al sacerdote para que cumpla con su gran misión de perdonar, en nombre, precisamente, de Jesucristo, nuestros abundantes pecados. 

Hagámonos, por tanto, estas preguntas de cara a nuestra reconciliación con Dios que viene: 

- ¿Centramos nuestra vida en nuestro Padre Dios? 

-¿Tengo en cuenta la salud de mi espíritu? 

-¿Soy capaz de darme cuenta de mis pecados? 

-¿Oro cada día? 

-¿Tengo en cuenta, en mi vida, la Palabra de Dios? 

-¿Amo a mi prójimo? 

-¿Tengo en cuenta las necesidades de mi prójimo?  

Todo esto apenas dicho lo ponemos aquí porque tiene relación directa con la venida del Hijo de Dios. Y es que:

si no centramos nuestra vida en nuestro Padre Creador y Todopoderoso difícilmente tendremos en cuenta a Quien ha de venir, 

si no queremos apreciar la importancia que tiene que nuestra alma esté limpia… sin duda alguna, no procuraremos que lo esté; si no nos dirigimos a Dios cada día, será más que fácil que olvidemos la importancia de que enviara a su Hijo al mundo, 

si no nos acercamos a lo que Dios nos ha dicho será más que difícil que entendamos nada de lo que nos pasa; 

y si, por fin, no tenemos en cuenta a nuestro prójimo nos habremos hecho un flaco favor a no escuchar la voluntad de Dios expresada a través de Jesucristo: amaos unos a otros como yo os he amado. 

En fin, no hay duda alguna de que este tiempo de Adviento también lo es de penitencia. Es decir, en primer lugar, de darnos cuenta de que necesitamos la limpieza del alma ; en segundo lugar que nuestro deber es muy grave a tal respecto y debemos acudir, raudos y en cuanto pueda ser, ante el sacerdote para que escuche lo que tenemos que decir. 

Ahora bien, si lo que queremos no es eso sino, al contrario, tener este tiempo de Adviento como uno más entre los que hay en el año… entonces, seguramente nos quedaremos mirando para otro lado. Lo que es seguro es que, de hacer eso, la Navidad no significará más que un tiempo de descanso (cuando lo sea) y habremos perdido una gran oportunidad que tiene todo que ver con nuestra salvación eterna. 

Dios viene, sí; Jesucristo, el Padre hecho hombre, viene, Pidamos perdón por lo que deba ser pedido. De todas formas, Dios nos conoce más que bien y no vamos a escapar fácilmente de su Juicio. 

Eleuterio Fernández Guzmán

Nazareno

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1 comentario

  
Juan Pablo lizcano
Necesitamos tanto de oración , meditación, y reflexión . Por nosotros y el mundo. Gracias por tu mensaje de adviento .

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EFG

No, gracias a ti.
09/12/17 11:01 PM

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