La Palabra del Domingo - 29 de enero de 2017

 

 Mt 5, 1-12a.

 

“1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. 2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:

 3 Bienaventurados los pobres de espíritu,  porque de ellos es el Reino de los Cielos.

4 Bienaventurados = los mansos =, porque = ellos poseerán en herencia la tierra. =

5 Bienaventurados los que lloran,  porque ellos serán consolados.

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,          porque ellos serán saciados.

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los limpios de corazón,  porque ellos verán a Dios.

9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,          porque de ellos es el Reino de los Cielos.

11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.

12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron  a los profetas anteriores a vosotros.”

                                             

 

COMENTARIO

 

Según somos… ¡qué difícil es ser bienaventurados!

 

Si hay un texto bíblico que sea conocido y más que escuchado es el de las Bienaventuranzas el que ha de ocupar un lugar destacado. Y es que todo católico lo habremos unas cuantas y más que cuantas veces. 

Digamos, para empezar, que a lo mejor no nos ha afectado mucho lo que hemos escuchado. 

Es posible que el evangelista Mateo recogiera, digamos, de una vez, lo que Jesús dijera acerca de las Bienaventuranzas. También es posible que las dijera todas de una vez en el monte, como nos dice el autor de este Evangelio. De todas formas, eso (como suele pasar con otros aspectos de la Biblia) no debería importarnos demasiado porque sería como mirar el dedo cuando alguien señala a la luna con el mismo.

Pues bien, podemos decir que lo que Jesús dice en este texto (y que tan importante es) a veces lo tenemos por dicho pero no por escuchado. Al menos, en profundidad, las Bienaventuranzas no pasan, para muchos de nosotros, de ser unas bonitas palabras dichas muy bien por el Hijo de Dios. 

Esto, dicho así, puede parecer duro pero, francamente, ¿qué es lo que pasa a tal respecto? 

Una a una de las Bienaventuranzas (que vienen a ser como una humana concreción de los Mandamientos de la Ley de Dios, un poner sobre la mesa qué debemos ser) son muy difíciles de llevar a cabo, de cumplirlas, de ser como según ellas debemos ser. 

¿Quién goza siendo pobre de espíritu? ¿No somos la mayoría de las veces soberbios? 

¿Quién es siempre manso?¿No actuamos con demasiada precipitación y muy lejos de la requerida mansedumbre? 

¿Quién acepta llorar? ¿No queremos, muchas veces, venganza? 

¿Quién manifiesta siempre misericordia? ¿No somos muchas veces odiosos por el odio que manifestamos? 

¿Somos siempre limpios de corazón? ¿No lo tenemos tantas y tantas veces sucio? 

¿Trabajamos siempre por la paz? ¿No sembramos muchas veces cizaña? 

¿Aceptamos ser perseguidos por ser discípulos de Cristo? ¿Cuántas veces somos políticamente correctos para no incurrir en persecución?

En fin… bien podemos ver lo lejos que solemos estar de aceptar, de verdad y con franqueza, las Bienaventuranzas

De todas formas esto no debe ser obstáculo para reconocer que son un programa espiritual profundo y que, de cumplirlo, se nos abrirán las puertas del Cielo donde nos estará esperando Aquel que quiso para nosotros, al proclamarlas, lo mejor. Y lo mejor era, y es, cumplir con la voluntad de Dios que no puede tener otra idea en su corazón que estas palabras santas, santas palabras, dichas por Quien había venido al mundo no a derogar la Ley de Dios sino a hacerla cumplir. Y las bienaventuranzas son, no por casualidad, la concreción más exacta de tal cumplimiento. 

Cierto es que nosotros, que tantas veces decimos que somos sin serlo hijos de Dios, nos cuesta. Y es que nuestro corazón aun es demasiado duro. Vamos, casi de piedra. 

 

PRECES

Por todos aquellos que no quieren ser bienaventurados

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no aceptan el don de Dios de la bienaventuranza.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a ser bienaventurados

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Nazareno 

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Por la libertad de Asia Bibi. 
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Por el respeto a la libertad religiosa. 
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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Bienaventuranzas dichas en nuestro beneficio que, tantas veces, tenemos por no dichas.

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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