Serie “Santos y Beatos” - Santa Maravillas de Jesús (3) - En la enfermedad

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En su infinita Sabiduría, el Padre Dios ha sabido suscitar, a lo largo de los siglos, de entre sus hijos, a una cantidad relativamente significativa de los mismos para demostrarnos que no es imposible ser fieles a su Voluntad. Tales de entre nosotros han subido a los altares y, bien como santos bien como Beatos, nos muestran un camino a seguir.

Debemos decir, como es bien conocido y para que nadie se lleve a engaño, que los Santos y Beatos que a lo largo de la historia de la catolicidad han sido tales no siempre han llevado una vida perfecta porque como hombres o mujeres han podido tener sus momentos espirituales de cierta caída. Al fin y al cabo también eran pecadores.

Pues bien, el emérito Papa Benedicto XVI, en la Audiencia General del 13 de abril de 2011 dijo esto que sigue acerca de la santidad:

“La santidad, la plenitud de la vida cristiana no consiste en realizar empresas extraordinarias, sino en unirse a Cristo, en vivir sus misterios, en hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos. La santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya. Es ser semejantes a Jesús, como afirma san Pablo: ‘Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo’ (Rm 8, 29). Y san Agustín exclama: ‘Viva será mi vida llena de ti’ (Confesiones, 10, 28). El concilio Vaticano II, en la constitución sobre la Iglesia, habla con claridad de la llamada universal a la santidad, afirmando que nadie está excluido de ella: ‘En los diversos géneros de vida y ocupación, todos cultivan la misma santidad. En efecto, todos, por la acción del Espíritu de Dios, siguen a Cristo pobre, humilde y con la cruz a cuestas para merecer tener parte en su gloria’ (Lumen gentium, n. 41).”

Pues bien, aquellos hermanos nuestros que vamos a traer aquí han sabido cumplir lo mejor posible lo que nos dice el Papa. Seamos, nosotros mismos, fieles en lo poco para poder serlo en lo mucho.

 

Santa Maravillas de Jesús (3)  –    En la enfermedad: “Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera”

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No es nada extraño adivinar que una persona como Santa Maravillas de Jesús, que había nacido en el siglo XIX,  tendría muchas ocasiones para desgastarse físicamente y para sufrir dolores y padecimientos. Y esto, además, como ha sucedido con tantos santos y santas, es un medio espiritual más que bueno para que expresen, a través de la aceptación del sufrimiento, la vida que les ha tocado vivir y hacerlo en pleno conocimiento de lo que eso supone. Es decir, que nuestra santa no se arredraba ante lo que, físicamente, podía sucederle porque comprendía y entendía que en el padecer puede haber una gran semilla de fe y de perseverancia en la misma.

Si había nacido en 1891 cuando tenía poco más de treinta años (en 1929) ya comunicó al P. Torres que hacía tiempo que no podía echarse sobre el lado izquierdo de su cuerpo. Además, solía tener dolores de cabeza muchos días de la semana. Y, lo que es mejor (espiritualmente hablando) es que ella se alegra de que nada sepan de eso el resto de religiosas como si no quisiera que se preocupasen por sus padecimientos. Al fin y al cabo, Dios, que ve en lo secreto, ya lo sabía y eso debía ser suficiente para Santa Maravillas.

Pero un año después la cosa no anda demasiado bien. Le escribe al mismo sacerdote para decirle que sigue teniendo los mismos dolores de cabeza que antes le había dicho pero que, a pesar de eso, ella cree que no tiene nada e incluso se le duermen “menos” las manos (señal inequívoca de que antes se le dormían más) y se le hinchan “menos” los pies (señal de lo mismo dicho antes acerca de las manos).

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Pero eso no parecía ser suficiente. Y es que acabó confesando al P. Torres que llevaba al menos un año arrojando sangre. Y apostilla: “Gracias a Dios nadie lo sabe”.

Como es de esperar el propio sacerdote le recomienda que se ponga en manos de los médicos que, de inmediato le ponen un régimen alimenticio que ella no aprecia mucho. Y no lo aprecia porque el mismo le impide, por ejemplo, seguir la Regla. Por eso le pide al P. Torres que le autorice a dejar el régimen que está llevando. Y lo consigue.

Como era de esperar, su salud no mejoró para nada porque ella misma, en 1935 le comunica al sacerdote que ahora arroja más sangre y que ¡qué le va a hacer si la enfermedad sigue su curso!…

Pero Santa Maravillas tiene otras preocupaciones. Así, por ejemplo, a ella le preocupan las otras hermanas enfermas pero no ella misma que se siente “mejor” (tan solo devuelve unas cuantas veces al mes y sigue arrojando sangre…) y muestra lo que, para ella, es el sufrimiento cuando dice que debe ser bueno sufrir porque si lo da Quien tanto hace para que seamos eternamente felices sólo puede ser porque es bueno.

De todas formas, y como hemos ido viendo, el cuerpo humano se desgasta si, además, la actividad al que se le somete es como era el de Santa Maravillas de Jesús. Por eso, a partir de 1962 (ya tenía más de setenta años de edad) empieza a sufrir trastornos circulatorios. Diez años después, en 1972 sufre un paro cardíaco. Se recuperó del mismo pero ya podemos imaginar que su salud quedó más que quebrantada. Por fin, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María de aquel mismo año, recibió la Unción de los enfermos y el santo Viático.

Aun viviría unos cuantos días más porque murió el 11 de diciembre de aquel año de Nuestro Señor de 1974 en el Carmelo de Aldehuela que ella misma había fundado el 8 de enero de 1961.

Lo bien cierto es que el momento de la muerte es uno muy bueno para mostrar cómo es una persona creyente. Y a fe que lo hizo Santa Maravillas de Jesús. Y es que exclamó, no sin gozo y no sin alegría de morir carmelita: “¿Que me voy al cielo? ¡Qué alegría! ¿Cómo no me lo han dicho antes?”, lo cual define a la perfección cómo era Santa Maravillas de Jesús: una Santa, una Maravilla y una digna hija de Dios y hermana de Cristo

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Agradecimiento  

Francamente se agradece al P. José María Iraburu y a la Fundación Gratis Date, la publicación del libro “Maravillas de Jesús, carmelita descalza santa” de donde se ha entresacado información muy importante relativa, no por casualidad, a la cronología de nuestra santa. 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Nazareno

 

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Por la libertad de Asia Bibi. 
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Por el respeto a la libertad religiosa. 
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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Aquellos hermanos nuestros que han alcanzado la santidad han de iluminar nuestras vidas.

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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