Reseña: Colección Fe sencilla – Sobre la Biblia - “La Última Cena – Obra con un Prólogo, tres actos y un Epílogo”

La Última Cena - Obra con un Prólogo, tres actos y un Epílogo                            La Última Cena - Obra con un Prólogo, tres actos y un Epílogo

Título: La Última Cena – Obra con un Prólogo, tres actos y un Epílogo

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán

Editorial: Lulu

Páginas: 62

Precio aprox.: 3.50 € en papel – 0.95€ formato electrónico.

ISBN: 5800119642109 papel; 9781326872236 electrónico

Año edición: 2016

Los puedes adquirir en Lulu.

                            

“La Última Cena – Obra con un Prólogo, tres actos y un Epílogo”- de  Eleuterio Fernández Guzmán.

 

Continuamos con la publicación de textos dentro de la Colección Fe sencilla. Ahora traemos aquí una obra de teatro referida a la Última Cena que Jesucristo celebró, pues era eso y mucho más, con sus Apóstoles.

Vayamos, pues, con la reseña.

La cena judía, en plena Pascua, era algo más que un momento para reunir a la familia y celebrar la salida de Egipto.

 

Para el pueblo judío aquella cena era una verdadera rememoración. Por eso se seguía a la perfección lo que se decía en el Éxodo (12, 1-11):

“Yahvé dijo a Moisés y Aaron en tierra de Egipto este mes será para vosotros el comienzo del año, el mes primero del año. Hablad a toda la asamblea de Israel y decidles: el día diez de este mes tome cada uno, según las casas paternas, una res menor por cada casa. Si la casa fuere menor de lo necesario para comer la res, tome a su vecino, al de la casa cercana, según el número de personas, computándolo para la res, según lo que cada cual puede comer. La res será sin defecto, macho, primal, cordero o cabrito. Lo reservareis hasta el día catorce de este mes y todo Israel lo inmolara entre dos luces. Tomarán de su sangre y untarán los postes y el dintel de la casa donde se coma. Comerán la carne esa misma noche, la comerán asada al fuego, con panes ácimos y lechugas silvestres. No comerán nada de él crudo ni cocido al agua, todo asado al fuego, cabeza, patas y entrañas. No dejareis nada para el día siguiente, si algo quedare, lo quemareis. Habéis de comerlo así ceñidos los lomos,  calzados los pies y el báculo en la mano, y comiendo de prisa, pues es el paso de Yahvé”.

Por eso aquel Maestro que tanto había procurado que conocieran sus discípulos acerca de la voluntad de Dios y, sobre todo, del cumplimiento de su Ley, no quiere más que cumplir con lo establecido.

Aquella cena, que sería la Última que comería con sus discípulos en el sentido de ser humano antes de su resurrección, era el momento perfecto para que muchas cosas cambiaran. Y cambiaron porque era la mejor forma de dejar dicho, para siempre, lo que debía ser el recordatorio de lo que el Hijo de Dios iba a hacer por la humanidad que lo aceptara, precisamente, como Mesías.

Por otra parte, no resulta esencial preocuparnos por el día exacto de la Última Cena. Es decir, de si fue en la noche del martes al miércoles o el jueves como es tradicionalmente reconocido.

Queremos decir que lo que debe importarnos es el mismo hecho de la celebración de aquella comida, verdaderamente, primera de la nueva concepción de la entrega del hombre-Dios por sus hermanos los hombres. Por eso, contemplemos el ancho y gozoso universo de luz que, para el alma, suponen tales históricos momentos. 

Les dejamos, aquí, el Índice:

Situación                                    

Dramatis personae             

 

Prólogo                      

 Acto I                 

Cuadro 1º. Preparación de la mesa     

Cuadro 2º. Lavatorio de los pies

Cuadro 3º. Judas

Cuadro 4º. Camino, Verdad y Vida

 

Acto II                       

Cuadro 1º. Cristo, la vid verdadera

Cuadro 2º. Institución de la Eucaristía

 

Acto III                             

Cuadro 1º. Lo que hará el mundo

Cuadro 2º. Cristo ha de volver

Cuadro 3º. La oración de Jesús

Epílogo

 

Y, ahora, una pequeña escena correspondiente al Acto I, Cuatro 2º de título “Lavatorio de los pies:

Jesús y sus Apóstoles están sentados en la mesa preparada para la celebración de la Pascua. 

Bartolomé (dirigiéndose a Tomás): Tomás, ¿no cumplimos con las abluciones como de costumbre? 

Tomás: No sé, Bartolomé. Pero, mira, el Maestro se ha levantado de la mesa. ¿Qué es lo que va a hacer? 

Jesús se levanta de la mesa y toma una toalla. Todos miran extrañados aquella insospechada acción del Maestro.

 Felipe (dirigiéndose a Judas Tadeo): Judas, ¿Irá a lavarse? Nosotros, sin embargo… 

Pero Jesús toma también un lebrillo en el que abunda el agua y, ante la extrañeza de los presentes, se aproxima a Juan y le lava los pies en primer lugar. Luego, a Andrés que no deja de asombrarse.

 Jesucristo: Vamos, Andrés, quítate las sandalias que voy a lavarte los pies. 

Andrés: Pero, Maestro, es que…

 Jesucristo: Vamos, vamos, que hay muchos a los que lavar.

 

Andrés hace lo que le dice el Maestro y contempla como Aquel que les había enseñado sobre Dios y su Palabra, Aquel que era, sin duda, el Hijo de Dios, estaba haciendo el trabajo que solía hacer un esclavo de la casa o, como poco, un simple siervo.

 Así, uno a uno, va lavando los pies a los doce Apóstoles.

 

Judas Iscariote (mira con vergüenza a Jesucristo): Maestro, eso lo podíamos haber hecho uno de nosotros. 

Jesucristo: Sí, Judas pero es el Maestro quien ha de enseñar a sus discípulos. De todas formas, os digo que sólo quien se lava está todo limpio. Y vosotros lo estáis aunque no todos, no todos…

 

Y Judas, que sabe que se refiere a él mismo, agacha la cabeza entristecido.

Jesucristo continúa lavando los pies. Pero al llegar a Pedro este no quiere quitarse las sandalias.

Pedro: Maestro, a lo mejor lo que haces no está bien visto. Tú eres el primero entre nosotros. 

Jesucristo: Pedro, Pedro, ¿No sabes que el primero ha de ser el último y el último, así, será el primero? 

Pedro: De todas formas, no me parece correcto que tú me laves los pies a mí.

 

Y Jesús, mirándolo con amor le dice:

 

Pedro, si no me dejas que te lave los pies… no tienes nada que ver conmigo, haz como si no me conocieras, como si nunca hubieses comido o caminado conmigo.

 

Pedro se conmueve ante esto.

 

Pedro (poniéndose de pie): Maestro, entonces… lávame no sólo los pies sino todo este cuerpo pecador. 

Jesucristo: Pedro, por ahora basta con lavarte los pies. Vamos, hombre, acepta lo que quiero hacer contigo y así tus hermanos conocerán mi verdadera voluntad. 

Pedro: Sin duda, Maestro. Lo acepto totalmente.

 

Se sienta Cefas y se deja lavar los pies no sin mirar muy extrañado al Maestro.

 Jesús, una vez ha lavado los pies a los Apóstoles deja el lebrillo y la toalla en el mismo lugar donde había cogido el instrumental del lavatorio de los pies y regresa a su sitio. Aún tiene mucho que decirles.

 

Jesucristo: ¿Habéis visto lo que he hecho con vosotros? 

Pedro: Sí, Maestro, nos has lavado los pies como haría un siervo o un esclavo. 

Jesucristo: ¡Exacto, Pedro! Pues eso mismo debéis hacer vosotros entre vosotros y entre el resto de hermanos en la fe y si llega el caso también con los que no lo son. 

Pedro: ¿Lavarles los pies, Maestro? 

Jesucristo: Y eso como señal de servicio. Lo que debéis entender es que servir al prójimo es un mandato de mi Padre Dios. Pero, además, os quiero hacer ver que tener en cuenta las necesidades de quien es vuestro hermano (y todos los somos porque somos todos hijos de Dios) es hacer lo que el Todopoderoso quiere que hagáis. 

Juan: ¿Debemos servir, Maestro? 

Jesucristo: Sí, Juan. Y servir sin esperar nada a cambio porque ahí está el centro de mi mensaje: amaos como yo os he amado. Y es que así sabrán que sois discípulos míos. 

Simón el Celote: Sí lo somos, Maestro; claro que lo somos.

 Jesucristo: Lo sois, Simón, pero deben ver que lo sois según hagáis entre vosotros. Que se diga “mira como se aman” porque vean que os amáis entre vosotros y amáis al prójimo… como yo he hecho con vosotros siempre. Y esto porque no es más el siervo que el Maestro y, por lo menos, ser en esto como yo soy os hará mucho bien.

 

El Hijo de Dios hace una pequeña pausa.

 

Jesucristo: De todas formas, os tengo que decir que uno de los que está aquí ahora, comiendo con nosotros, me va a entregar en manos de los que me persiguen.

 

Cristo se dirige a Judas Iscariote.

 

Jesucristo: Judas, lo que has de hacer, hazlo pronto.

 SE CIERRA EL TELÓN

 

Decimos, para información del lector, que esta obra de teatro cuenta con dos monólogos antagónicos, por quiénes son los protagonistas y por lo que refieren cada uno de ellos: el de Judas Iscariote y el de Jesucristo.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

 

Fundación Beato Manuel Lozano Garrido

La Fundación "Lolo” va a dar a la luz un libro inédito del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Para ello ha establecido un plazo de reserva del libro que es el 10 de diciembre de este año del Señor de 2016. Les pongo el Volante de encargo de “Las siete vidas del hombre de la calle” del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. 

Mas información, aquí.

Pinchando en la imagen serán dirigidos al pdf descargable para encargar el libro.

 

No pierdan la oportunidad de hacerse con una joya de espiritualidad.

 

Digamos, al respecto de este libro, algo muy importante: en la nota que nos ha enviado el P. Rafael Higueras Álamo, a la sazón Postulador de la Causa de Canonización (ya lo fue de la beatificación) nos dice esto:

 

“Fecha tope de recepción de peticiones: 10 diciembre 2016.

Lógicamente si se imprimen más ejemplares saldrá más barato; por ejemplo, si se imprimieran mil ejemplares, +1’80 de imprenta (quizá algo menos)

+portes de envío (si no se recoge en la sede de la Fundación)

+2 de donativo a la Fundación.

Sería muy bonito disponer de la publicación para los Reyes; o sea que antes del 10 de diciembre ha de recibirse la petición de ejemplares que se deseen.

Si la impresión fuera de 500 ejemplares la impresión podría salir hacia unos DOS € cada uno (más portes, más 2 € donativo).”

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Por la libertad de Asia Bibi. 

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Aquella cena fue la Última de un tiempo y la Primera de todo el porvenir.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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