Reseña: Colección Fe sencilla – Piedad popular - “Manuel Lozano Garrido, Lolo – Vía Crucis”

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo - Vía Crucis                           Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo - Vía Crucis

 

Título: Manuel Lozano Garrido, Lolo – Vía Crucis.

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán

Editorial: Lulu

Páginas: 102

Precio aprox.: 4 € en papel – 1€ formato electrónico.

ISBN:  5800118998016 papel; 978-1-326-81977-4 electrónico

Año edición: 2016

Los puedes adquirir en Lulu.

                            

“Manuel Lozano Garrido, Lolo – Vía Crucis”- de  Eleuterio Fernández Guzmán

Continuamos con la publicación de textos dentro de la Colección Fe sencilla. En este caso, traemos al apartado de  “Piedad Popular” un Vía Crucis que bien podemos denominar del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo.

Vayamos, pues, con la reseña.

El Vía Crucis, como camino que desemboca en la muerte del Mesías, por eso mismo, tiene un comienzo que es expresión de toda su vida. El servicio que vino a prestar a la humanidad, al hombre creado por su Padre, tiene una preciosa manifestación en el lavatorio de los pies el día de la Última Cena pues el momento exacto en el que Jesús expresa, con hechos y palabras, qué supone lo que luego, escasas horas después, será su recorrido hasta el monte Calvario. 

El Vía Crucis, también denominado “Estaciones de la Cruz” o “Vía Dolorosa” se corresponde con un camino. Se entiende por el mismo el recorrido, material pero, sobre todo, espiritual, que realizó el Hijo de Dios desde que se postró en oración en el Huerto de los Olivos hasta que resucitó tres días después de su muerte en la cruz.

Tal momento histórico tiene mucha relación con la vida de sus discípulos porque no hay separación entre lo que pasó y sufrió el Mesías y la afección que nos corresponde, de aquello, a cada uno de nosotros y, por decirlo de forma sencilla, Él caminó para salvarnos y nosotros sufrimos por aquel mismo camino.

Podemos decir que, si bien el primer Vía Crucis se corresponde con aquella Pasión de Nuestro Señor, a lo largo del tiempo se ha ido implantando la sana costumbre de rezar tales Estaciones de la Cruz y, como es de suponer, hacer en Jerusalén tal oración es el anhelo de todo discípulo de Cristo.

Sin embargo, es fácil pensar que no todo creyente puede ir a Tierra Santa para llevar a cabo, allí mismo, esta oración. Por eso se fue difundiendo, siglo tras siglo, la costumbre de rezar las Estaciones que Nuestro Señor Jesucristo soportó desde que, seguramente arrodillado en Gethsemaní, supo que su tiempo había llegado a la culminación prevista por Dios, su Padre y Padre nuestro.

Estas, son, digamos, las generales de la ley en cuanto al sentido básico y elemental de la oración del Vía Crucis. En realidad, lo que procuramos en ella es recordar determinados momentos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y, según sea la ocasión, aplicarlos al caso concreto de que se trate. Así, por ejemplo, cuando el Santo Padre lo lleva a cabo en Semana Santa, el Viernes de Pasión, se encomienda el contenido de las meditaciones de cada una de las estaciones a algún autor que pueda decirnos algo importante de las mismas. Y ahora se trata, tal autor, de nuestro Beato de Linares (Jaén, España) que, con palabras de sus libros, nos adentra en una vivencia propia de quien camina hacia el definitivo Reino de Dios soportando muchas estaciones dolorosas aunque no exentas de gozo.

En efecto, Manuel Lozano Garrido bien podemos decir que a lo largo de sus no muchos años pasó, en cierta manera, por las estaciones del Vía Crucis llenando su existencia de luz en un verdadero Vía Lucis porque luz fue la vida de quien supo pasar por las estaciones dolorosas iluminando su camino y el de su prójimo.

Por otra parte, conviene advertir que el Vía Crucis que tienen en sus manos corresponde a uno, digamos, particular. Como sabemos, es de hecho muy posible que, al igual que existen muchas advocaciones dedicadas a la Madre de Dios, otro tanto pueda pasar en el caso de esta oración muy propia de los discípulos de Cristo. Pues bien, este corresponde al que cuelga de las paredes de la Iglesia de Santa María del Monte Vedat, en Torrent, sito en Valencia (España). Las Estaciones no se corresponden siempre con las, digamos, “tradicionales” pero muestran el mismo camino llevado a cabo por Cristo aunque desde otros puntos de vista no poco importantes. Por eso no se entienda que, por nuestra parte, haya algún tipo de irreverencia a las “clásicas” estaciones del Vía Crucis.

En cuanto a la disposición de las Meditaciones, decimos que cada día se reproduce una parte de un texto del Beato Manuel Lozano Garrido y al final del libro las reproducimos en su totalidad para que sean leídas, a gusto y gozo del lector en un momento distinto a la propia práctica del Vía Crucis. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

 

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

 

El camino, a veces, duro por el vamos hacia el definitivo Reino de Dios, lo iluminan aquellos que ya pasaron por él.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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