Serie Fundación GRATIS DATE – Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia, de Mons. Fernando Arêas Rifan

GRATIS DATE

Escribir de la Fundación GRATIS DATE es algo, además de muy personal muy relacionado con lo bueno que supone reconocer que hay hermanos en la fe que tienen de la misma un sentido que ya quisiéramos otros muchos.

No soy nada original si digo qué es GRATIS DATE porque cualquiera puede verlo en su página web (www.gratisdate.org). Sin embargo no siempre lo obvio puede ser dejado de lado por obvio sino que, por su bondad, hay que hacer explícito y generalizar su conocimiento.

Seguramente, todas las personas que lean estas cuatro letras que estoy juntando ya saben a qué me refiero pero como considero de especial importancia poner las cosas en su sitio y los puntos sobre todas las letras “i” que deben llevarlos, pues me permito decir lo que sigue.

Sin duda alguna GRATIS DATE es un regalo que Dios ha hecho al mundo católico y que, sirviéndose de algunas personas (tienen nombres y apellidos cada una de ellas) han hecho, hacen y, Dios mediante, harán posible que los creyentes en el Todopoderoso que nos consideramos miembros de la Iglesia católica podamos llevarnos a nuestros corazones muchas palabras sin las cuales no seríamos los mismos.

No quiero, tampoco, que se crean muy especiales las citadas personas porque, en su humildad y modestia a lo mejor no les gusta la coba excesiva o el poner el mérito que tienen sobre la mesa. Pero, ¡qué diantre!, un día es un día y ¡a cada uno lo suyo!

Por eso, el que esto escribe agradece mucho a José Rivera (+1991), José María Iraburu, Carmen Bellido y a los matrimonios Jaurrieta-Galdiano y Iraburu-Allegue que decidieran fundar GRATIS DATE como Fundación benéfica, privada, no lucrativa. Lo hicieron el 7 de junio de 1988 y, hasta ahora mismo, julio de 2013 han conseguido publicar una serie de títulos que son muy importantes para la formación del católico.

Como tal fundación, sin ánimo de lucro, difunden las obras de una forma original que consiste, sobre todo, en enviar a Hispanoamérica los ejemplares que, desde aquellas tierras se les piden y hacerlo de forma gratuita. Si, hasta 2011 habían sido 277.698 los ejemplares publicados es fácil pensar que a día de la fecha estén casi cerca de los 300.000. De tales ejemplares, un tanto por ciento muy alto (80% en 2011) eran enviados, como decimos, a Hispanoamérica.

De tal forman hacen efectivo aquel “gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10,8) y, también, “dad y se os dará” (Lc 6,38) pues, como es de imaginar no son contrarios a las donaciones que se puedan hacer a favor de la Fundación. Además, claro, se venden ejemplares a precios muy, pero que muy, económicos, a quien quiera comprarlos.

Es fácil pensar que la labor evangelizadora de la Fundación GRATIS DATE ha des estar siendo muy grande y que Dios pagará ampliamente la dedicación que desde la misma se hace a favor de tantos hermanos y hermanas en la fe.

Por tanto, esta serie va a estar dedicada a los libros que de la Fundación GD a los que no he hecho referencia en este blog. Esto lo digo porque ya he dedicado dos series a algunos de ellos como son, por ejemplo, al P. José María Iraburu y al P. Julio Alonso Ampuero. Y, como podrán imaginar, no voy a traer aquí el listado completo de los libros porque esto se haría interminable. Es más, es mejor ir descubriéndolos uno a uno, como Dios me dé a entender que debo tratarlos.

Espero, por otra parte, que las personas “afectadas” por mi labor no me guarden gran rencor por lo que sea capaz de hacer…

Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia, de Mons. Fernando Arêas Rifan, Obispo y Administrador Apostólico

Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia

No siendo, el que esto escribe, teólogo ni nada por el estilo, sabe que hay cosas que, dentro de la Iglesia católica, son más importantes que otras pues todas las realidades espirituales no son iguales ni tienen la misma naturaleza.

Por eso mismo se agradece tanto que haya textos escritos que a los sencillos en la fe nos ayuden a comprender lo que a duras penas somos capaces de entender por su alta complejidad.

El libro, previamente traducido al español por el colega de InfoCatólica Bruno Moreno Ramos, publicado por la Fundación Gratis Date es algo más que un texto dedicado a lo que indica su título. Y lo es porque “Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia” es una luz no pequeña que viene la mar de bien para quienes queremos saber pero, muchas veces, no alcanzamos a comprender.

Aunque pudiera pensarse que una Orientación dada por un Obispo corresponde su acatamiento a los fieles que están bajo su pastoreo las hay que, como ésta, tienen un ámbito de conocimiento universal. Así lo dice bajo el título de la misma cuando se dice esto:

“Instrucción y orientación dirigida a los sacerdotes y fieles de la Administración Apostólica personal de San Juan María Vianney y a los demás católicos vinculados con la liturgia tradicional a los cuales pueda resultar útil”.

Y a esto añade el que esto escribe: y a todo católico que esté interesado por este crucial tema pues la liturgia es exactamente igual de importante para cualquiera de ellos/de nosotros.

Así, en el Prefacio del Autor a la edición española (p. 3) dice el mismo que “Os ruego que la recibáis y la leáis con un sincero espíritu de la fidelidad a la Santa Iglesia y con amor por la verdad (ni siquiera sería necesario recordarlo, porque conozco vuestro espíritu católico)”. Y, es más (p. 4): “Leed, por favor, esta Orientación con calma y reflexión, sobretodo la primer parte, recordando que las otras dos partes, que versan sobre las consecuencias prácticas y la aplicación de los principios, deben leerse a la luz de la primera parte, que es de tipo teórico. Se trata de un tema doctrinal muy grave, que afecta a los principios dogmáticos de la fe católica”.

Es bien cierto que, como dice el autor de la Orientación después de que viese la luz pública la misma, Benedicto XVI puso en público conocimiento el Motu Proprio Summorum Pontificum por lo que (p. 4) “liberó para todo el mundo, como forma extraordinaria, el uso de la forma antigua del único rito romano, junto a su forma ordinaria, la Misa según el rito de Pablo VI, actualmente en vigor en la Iglesia”.

Resulta, por otra parte, de todo punto importante que Monseñor Arêas Rifan regalase a sus fieles (y a los demás también) este instrumento de entendimiento de una realidad como es, digamos, la Tradición católica referida a la liturgia. Y lo es porque, como él mismo dice (p. 5) “Por parte de los católicos más afectos a la Tradición, existe una tendencia equivocada a afirmar que es posible rechazar sus documentos, los cuales no serían obligatorios, al no ser infalibles o definitivos, olvidando que son enseñanzas oficiales del Magisterio /…/ a las cuales debemos prestar nuestro asentimiento religioso, interno y externo, de la voluntad y de la inteligencia”.

Pues, como ha dicho Monseñor Arêas Rifan su Orientación está dividida en dos partes que son, a saber:

1.Principios teológicos
2.Consecuencias de los principios teológicos: Primera consecuencia (aplicación de estos principios teóricos a la cuestión de la Misa) – Segunda consecuencia (aplicación de estos principios teológicos al Concilio Vaticano II).

Además, se añaden dos Anexos que corresponde, el primero con dos cartas del Cardenal Ratzinger a Monseñor Lefebvre; el segundo a una Nota sobre la concelebración de la Santa Misa en la forma actual del Rito Romano.

Vayamos, pues, con la Orientación Pastoral.

1. Principios teológicos

Seguramente lo que buscó el autor de la Orientación con este documento es clarificar la situación en la que se encuentran muchos católicos que, diciéndose “Tradicionalistas” pudiera parecer que no están de acuerdo con nada de lo que hace la Esposa de Cristo. Dice, por ejemplo, que (p. 8) “Muchos hacen caso omiso de los documentos del Magisterio actual y ni siquiera los leen. Muchos se erigen absurdamente en jueces del Magisterio o incluso en jueces en lugar del Magisterio”.

Así, escribe Monseñor Arêas Rifan sobre la institución del Magisterio vivo (p. 9 y ss.), sobre qué es el Magisterio vivo (p. 1 y ss.) sin olvidar que el Magisterio es continuo y no se puede entender que se haya interrumpido como si (p. 12) “la asistencia del divino Espíritu Santo a la Iglesia pueda ser intermitente, es decir, que pueda estar ausente durante un periodo cualquiera de su historia”.

Y esto apunta, seguramente, a lo que algunos tradicionalistas pueden entender acerca de la reforma litúrgica habida a partir del Concilio Vaticano II e, incluso, al mismo tal Concilio.

Existe, por tanto, una “garantía de la asistencia divina contra el error” (p. 13) que consiste, más que nada, en que (p. 13) “El Espíritu Santo Dios, que asiste continuamente y sin interrupción a la Iglesia, como prometió y cumplió Nuestro Señor, no permite que los papas inventen nuevas doctrinas o dejen de conservar correctamente el depósito de la fe”. Pero, además (p. 14) “incluso fuera del ámbito de la infalibilidad, debemos seguir el Magisterio vivo y a los pastores colocados por Nuestro Señor para guiarnos”.

Bien podemos preguntarnos, entonces, qué pasa si no nos atenemos al Magisterio y seguimos, por eso mismo, uno que sea “paralelo” al único verdadero y que apunta a la intervención de aquellos creyentes que no forman parte del Magisterio de la Iglesia pero que actúan como si pudieran, digamos, dar forma a “otro” magisterio que caminaría paralelamente al citado supra.

Pues bien, en la Alocución a los cardenales y obispos, de fecha 31 de mayo de 1954, el Papa Pío XII dijo esto:

“No sin motivo grave hemos querido daros, Venerables Hermanos, estas advertencias. Desgraciadamente, sucede que algunos profesores no dan importancia a la unidad con el Magisterio de la Iglesia /…/ Recientemente, ha surgido en algunos lugares y ha comenzado a extenderse lo que se ha llamado una teología laica y hemos visto nacer una categoría de teólogos laicos que se declaran autónomo.”

Decimos nosotros que si Pío XII levantara la cabeza y viera lo que hoy día, pleno siglo XXI, pasa con tal tema, pensaría que en su tiempo la cosa estaba la mar de bien…

2. Consecuencias de los principios teológicos: Primera consecuencia (aplicación de estos principios teóricos a la cuestión de la Misa) – Segunda consecuencia (aplicación de estos principios teológicos al Concilio Vaticano II).

“Sólo la autoridad de la Iglesia puede declarar lo que es legítimo y lo que no lo es en la celebración de los sacramentos, especialmente en la celebración de la santísima Eucaristía” (p. 19).

Pues bien, con esto clarifica mucho el autor de esta Orientación porque nos pone sobre la pista de qué es lo que no debe hacerse acerca de la unidad de culto pero la posible variedad de ritos. Y por esto, por ejemplo, en la Administración Apostólica que pastorea Monseñor Arêas Rifan, con la debida autorización otorgada por la Santa Sede de conservación del rito de la Misa, digamos, “tradicional”, se procedió, por lo tanto, a actuar de acuerdo a lo concedido.

Está claro que cualquiera un poco desavisado puede pensar que estos creyentes tienen poco detradicionalistas” porque es posible se crea que por aceptar la Misa, digamos, ordinaria o común después del Concilio Vaticano II a cambio de le que les “dejen ir a la suya”, eso supone que aceptan todo lo que, desde después del citado Concilio se ha producido (algunas veces o muchas veces) con la celebración de la Santa Misa.

Pues tales creyentes estarían más que equivocados porque se dice, en la página 24 que “no se enfría sino que continúa nuestra lucha contra las herejías litúrgicas, como la negación de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, la transformación de la Misa en una simple cena, la negación o el oscurecimiento de la naturaleza sacrificial y propiciatoria de la Misa, la confusión entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los fieles, la profanación de la sagrada Liturgia, la falta de reverencia, de adoración y de modestia en el vestir durante el culto divino, la mundanización de la Iglesia, etc.”

Y esto se sustenta en san Pablo que en su Epístola a los Gálatas (1, 8) dejó escrito que “Si nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un Evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema”.

Deja claro, por lo tanto, el autor de esta Orientación, que la “nueva Misa” es legítima pues (p. 35) “Ya que la nueva liturgia de la Misa fue promulgada oficial y solemnemente por la Sede de Pedro como una ley litúrgica universal de la Iglesia y fue adoptada por los obispos de todo el mundo en comunión con el Papa durante casi cuatro décadas – y teniendo en cuenta que se trata de un asunto relacionado con la fe-, es imposible que esta liturgia, en sí misma, sea herética, no católica, ilícita, pecaminosa o incluso perjudicial para la fe. Puede serlo en virtud de circunstancias externas que, por desgracia, se dan con frecuencia, pero no en sí misma, tal como fue promulgada”.

Y eso es como decir que, por ejemplo, un instrumento cortante, pongamos un cuchillo, es uno que lo es válido para cortar, digamos, el pan, pero si alguien le da un uso malo y lo utiliza para matar a alguien… por eso el cuchillo no dejará de ser útil sino que se le habrá dado un uso torcido y la culpa de tal uso será, en todo caso, de quien eso haya hecho pero no de quien lo diseñó y fabricó. Es más, el cuchillo seguirá siendo un gran invento de la humanidad.

En cuanto a la segunda consecuencia de la aplicación de los principios teológicos expresados por Monseñor Arêas Rifan, a saber la aplicación de estos principios teológicos al Concilio Vaticano II, el autor de la Orientación sabe (y no sólo él) que tras haber terminado la celebración del Concilio Vaticano II algunas cosas se torcieron aunque es claro que lo que muchas veces ha pasado y pasa no se le puede achacar al mismo Concilio sino a los creyentes que han querido tomarlo por lo que no es.

Para empezar (p. 42) “No podemos olvidar que el Vaticano II fue un verdadero concilio de la Iglesia Católica, legítimamente convocado y presidido por el Beato Juan XXIII y continuado por el Papa Pablo VI, con la participación de obispos del mundo entero”.

Pero, además, dice poco más abajo queEl hecho de que el Vaticano II fuera pastoral no va en detrimento de autoridad magisterial”.

¿Qué pasó, entonces?

En general, lo que sucedió fue que a la hora de interpretar los textos del Concilio Vaticano II la desviación se produjo (se produce) por aplicación de principios “modernistas” que condujeron, seguramente, a la confusión en muchos católicos. En realidad (p. 44) “El Concilio debe ser entendido e interpretado según una hermenéutica de la continuidad y no de ruptura con el pasado” porque (p. 45) “ el Magisterio vivo y auténtico que existe en la Iglesia es continuo, sin interrupción, y la asistencia continua e interrumpida del Espíritu Santo es su garantía contra todo error con respecto a la fe y a la moral. Esta asistencia no se interrumpió en el Concilio Vaticano II”.

Sin embargo, si bien es cierto que (p. 46) “algunos padres conciliares de tendencia modernista pudieran tener la intención malévola de producir en el Concilio textos que serían como una bomba de efecto retardado, como algunos de ellos han confesado” lo que pasó fue que “el Espíritu Santo, que es Dios, no permitió que tales intenciones se expresasen en los textos auténticos promulgados por el Magisterio”.

Por tanto, no es de extrañar que, fallado el flanco correspondiente a los textos que no surgieron con impronta modernista, los tales siguieron a lo suyo e (p. 46) “Inmediatamente después del Concilio Vaticano II, comenzaron a surgir interpretaciones modernistas. La Santa Sede, mediante la Congregación para la Doctrina de la Fe, rechazó inmediatamente esas falsas interpretaciones y dio la verdadera interpretación, en una carta a los presidentes de las Conferencias Episcopales, firmada por el entonces, prefecto de la Congregación, el Cardenal Ottaviani” que, por cierto, tuvo mucho que ver en el entendimiento correcto de la “nueva” Misa aunque sin olvidar que la famoso documento remitido al Santo Padre acerca de la misma fue realizada (p. 38) “antes de la versión final corregida del nuevo rito de la Misa”. Luego él mismo manifestó su alegría por el hecho de que el nuevo Ordo Missae no contuviese lo que consideraba eran impresiones doctrinales.

Por otra parte, Monseñor Arêas Rifan se refiere a temas tan importantes como el “subsistit in”, el ecumenismo, la colegialidad y la libertad religiosa, sobre la que habría que decir algo.

Este tema fue ideal para que la mentalidad modernista difundiera aquello que creía era correcto con la consiguiente siembra de cizaña en el seno de la Iglesia católica.

La Declaración Dignitatis humanae, precisamente sobre libertad religiosa, no pretendía hacer creer que, a partir de tal momento, fuera admisible tanto el “indeferentismo religioso”, el “laicismo”, el “relativismo doctrinal” o el “pesimismo diletante” (según, p. 54, el “Informe Oficial sobre la libertad religiosa, presentado por Mons. Emile De Smedt, obispo de Brujas, Bélgica, presentado a los Padre Conciliares, con el ‘nihil obstat’ de la Comisión Teológica del Concilio”) Es más, muy al contrario era, y es, la cosa, porque lo que se pretendía defender era que la libertad religiosa supone (p. 55) “no ser forzado ni impedido en materia religiosa por el Estado, dentro de límites razonables”.

Es más (p. 55) “No existe, pues, contradicción real entre lo enseñado por el Beato Pío IX y la enseñanza de la Dignitatis humanae. En otras palabras, Pío IX, en la encíclica Quanta Cura y en el Syllabus, condenó la libertad religiosa según la perspectiva liberal y masónica de la Revolución Francesa, que apoya el indeferentismo del Estado, la igualdad de todas las religiones y la libertad moral del hombre para elegir la religión que quiera. La Dignitatis humanae defiende la libertad política, civil –a la cual se refiere la ‘inmunidad de coacción en la sociedad civil’-, pero no la libertad moral”.

Y abunda Monseñor Arêas Rifan al decir que (p. 56) “El Concilio defiende, por lo tanto, la laicidad del Estado, entendida en el sentido de la distinción entre la esfera política y religiosa (Gaudium et spes 76), la cual ‘es un valor adquirido y reconocido por la Iglesia, y pertenece al patrimonio de la civilización alcanzado’, pero no la laicidad entendida como independencia de la ley moral, ni tampoco el laicismo o agnosticismo del Estado, que supondría una indiferencia con respecto a la religión verdadera”.

Tal es así que, a tenor de lo dicho en el número 2256 del Catecismo de la Iglesia Católica (p. 58) “El ciudadano está obligado en conciencia a no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando con contrarias a las exigencias del orden moral. ‘Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres’ (Hechos 5,29)”

Por eso no conviene confundir lo que supone el respeto a la libertad religiosa con un aceptar todo lo que no se corresponda con la verdad.

Y, para terminar, el autor de la Orientación dice que cuando se reconoció canónicamente aquella Administración Apostólica, se emitió una declaración que decía (p. 59):

“Reconocemos el Concilio Vaticano II como uno de los concilios ecuménicos de la Iglesia Católica, aceptándolo a la luz de la Santa Tradición. Nos comprometemos a profundizar en todas las cuestiones que aún están abiertas, teniendo en cuenta el canon 212 del Código de Derecho Canónico”. Y es que el mismo se refiere al “deber de expresar la propia opinión, también de forma pública, en la Iglesia. El hecho de citar este canon significa que no nos comprometemos a ningún silencio cómplice ante los errores”.

Terminamos emulanado a san Juan en su Evangelio al respecto de que muchas más cosas se podrían decir de esta Orientación pero lo aquí puesto ha sido así puesto para que se sepa que es importante, más de lo que parece, leerla de forma completa.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

La fe en la Iglesia católica tiene mucho que ver con lo que creemos acerca de lo que ha sido, hecho y transmitido.
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