Vírgenes, advocacionesVirgen Desatanudos

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Siempre ha sido, la Madre de Dios, un buen ejemplo para sus hijos.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Virgen María China

Los cristianos reconocemos que María, Madre de Dios y Madre nuestra, tiene un lugar muy importante en nuestra vida. Además, los católicos sabemos que tal lugar lo ocupa también por ser intercesora nuestra y porque el Amor de Dios nos la ha entregado dotada de unas virtudes y cualidades que enriquecen su persona.

Por tanto, aunque la naturaleza humana de María, esencialmente igual a la nuestra (pues todo ser humano es semejanza de Dios) no es menos cierto que las cualidades que la adornan le conceden una situación espiritual privilegiada.

A este respecto, C.S. Lewis, en su “Mero cristianismo” apunta hacia algo que es muy importante cuando dice que “Las creencias católicas sobre este tema se sostienen no sólo con el fervor inherente a toda creencia religiosa sincera sino (muy naturalmente) con la peculiar y, por así decirlo, caballerosa sensibilidad que un hombre experimente cuando el honor de su madre o de su amada están en cuestión”.

Por eso mismo bien sabemos que:

María siempre nos cuida.

María siempre nos ayuda en nuestras necesidades.

María nos echa una mano para vencer las tentaciones.

María es nuestro socorro.

María es un don que Dios, graciosamente, entregó al mundo.

María es, sobe todo, Madre: de Dios y nuestra.

Por eso (y por todo lo que aquí podríamos dejar dicho) tenemos la necesidad espiritual de ver que:

María es inmaculada: que lo fue su concepción.

María es verdadera Madre de Jesús.

María es Virgen de forma perpetua.

María ascendió a los cielos en cuerpo y alma.

Origen de una universal maternidad

Cuando Jesús, en su cruz colgado, encomendó a Juan, el discípulo amado, que cuidara de Su Madre hizo algo más: nos la entregó para que fuera, también, Madre nuestra.

En la encíclica Redemptoris mater, Juan Pablo II Magno dice sobre el hecho citado que “Sin lugar a dudas se percibe en este hecho una expresión de la particular atención del Hijo por la Madre, que dejaba con tan grande dolor. Sin embargo, sobre el significado de esta atención el ‘testamento de la Cruz’ de Cristo dice aún más. Jesús ponía en evidencia un nuevo vínculo entre Madre e Hijo, del que confirma solemnemente toda la verdad y realidad. Se puede decir que, si la maternidad de María respecto de los hombres ya había sido delineada precedentemente, ahora es precisada y establecida claramente; ella emerge de la definitiva maduración del misterio pascual del Redentor” (Rm 23).

Por tanto, esta ‘nueva maternidad de María’, engendrada por la fe, es fruto del ‘nuevo’ amor, que maduró en ella definitivamente junto a la Cruz, por medio de su participación en el amor redentor del Hijo” (Rm 23).

Frutos de la universal maternidad

No puede quedar, en los que nos consideramos hijos de Dios, la maternidad de María como una gracia de Dios pero que no afecte a nuestro corazón.

Muy al contrario, como dice San Josemaría en “Es Cristo que pasa” (143) “Porque María es Madre, su devoción nos enseña a ser hijos: a querer de verdad, sin medida; a ser sencillos, sin esas complicaciones que nacen del egoísmo de pensar sólo en nosotros; a estar alegres, sabiendo que nada puede destruir nuestra esperanza. El principio del camino que lleva a la locura del amor de Dios es un confiado amor a María Santísima. Así lo escribí hace ya muchos años, en el prólogo a unos comentarios al santo rosario, y desde entonces he vuelto a comprobar muchas veces la verdad de esas palabras. No voy a hacer aquí muchos razonamiento, con el fin de glosar esa idea: os invito más bien a que hagáis la experiencia, a que lo descubráis por vosotros mismos, tratando amorosamente a María, abriéndole vuestro corazón, confiándole vuestras alegrías y vuestra penas, pidiéndole que os ayude a conocer y a seguir a Jesús”.

Detalle

Entonces, ¿Qué podemos decir a Dios por habernos dado a María?: gracias.

Entonces, ¿Qué podemos decir a María por haber tenido fe en Dios?: gracias.

Entonces, ¿Qué podemos los hijos de Dios?: aquí estoy porque me has llamado.

Y hacer, de nuestra vida, una clara respuesta a Dios; otro Fiat renovado, por María, en nuestro corazón.

No extrañe, por lo tanto, que en tantos lugares del mundo hayan tomado a María como Madre suya y se la ame como en cada lugar entienden tal amor.

Virgen Desatanudos

Virgen Desatanudos

La devoción por la Virgen Desatanudos o por Nuestra Señora Desatanudos tiene un origen europeo. En concreto, Alemania es la nación donde surgió como advocación de la Inmaculada Concepción.

Corría el siglo XVII cuando Hieronymus Ambrosius Langenmantel, a la sazón canónigo doctoral de St Peter Am Perlach encargó una pintura en la que la Inmaculada Concepción desataba unos nudos de una cita. Lo hizo porque quería ponerla en un altar familiar. Fue resultado de lo que sigue.

Al parecer, el noble Wolfrang Langenmantel (abuelo de Hieronymus) y Sophie Imhoff, que estaban casados pasaban por un mal momento. Tal no sería que la separación parecía inevitable.

Pues bien, el citado Wolfrang visitó a Jakob Rem SJ, en Ingolstadt conocido sacerdote jesuita que destacaba por su piedad y extraordinaria inteligencia. Le visitó hasta en cuatro ocasiones y, poco a poco, rogando y orando a la Virgen María, fue consiguiendo notables avances en su vida matrimonial.

Existía la costumbre que consistía en colocar, por parte de las madrinas de boda, una cinta que representaba el lazo invisible que unirían al novio y a la novia para toda la vida. Así, se unían sus brazos en la ceremonia de la boda.

Siendo tal la costumbre del lugar, el P. Rem SJ, el último día que fue visitado por Wolfrang, elevó la cita matrimonial desatando los nudos y alisándola. Tal fue el efecto de aquella oración a la Madre de Dios que se evitó la separación y aquel matrimonio, a punto de romperse, continuó con su vida de pareja unida.

Y es que, además, el concepto de María desatando nudos tiene una entidad teológica importante porque ya San Ireneo de Lyon, en su obra “Contra las Herejías” (3, 22) escribió sobre que

La desobediencia de Eva fue rescatada por la obediencia de María; en efecto, el nudo que la Virgen Eva ató con la incredulidad, María lo desató con la Fe.

Por otra parte, el pintor encargado de llevar a cabo la plasmación de una Inmaculada Concepción desatando los nudos de una cinta fue Johan Melchior Georg Schmittdner y quiso dejar constancia de lo que la Virgen María puede hacer en la vida de sus hijos si nos dirigimos a ella con fe y devoción. Y la misma fue donada, en torno a 1700 por el citado Hieronymus.

No olvidamos, por supuesto, que el Papa Francisco tiene una especial devoción por esta advocación que llevó a su tierra natal, Argentina, donde se permitió reproducir una copia de la pintura original que se encuentra, para devoción de todo católico, en San José del Talar, iglesia sita en Buenos Aires.

Nos podemos dirigir a Nuestra Señora Desatanudos con la siguiente oración:

Santa María desatadora de nudos
Santa María, llena de la presencia de Dios,
durante los días de tu vida aceptaste con
toda humildad la voluntad del Padre,
y el Maligno nunca fue capaz de enredarte con
sus confusiones.
Ya junto a tu Hijo
intercediste por nuestras dificultades y,
con toda sencillez y paciencia,
nos diste ejemplo de cómo desenredar
la madeja de nuestras vidas.
Y al quedarte para siempre como
Madre Nuestra, pones en orden y haces mas
claros los lazos que nos unen al Señor.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra,
Tú que con corazón materno desatas los
nudos que entorpecen nuestra vida,
te pedimos que nos recibas en tus manos
y que nos libres de las ataduras y confusiones
con que nos hostiga el que es nuestro enemigo.
Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo,
líbranos de todo mal, Señora Nuestra
y desata los nudos, que impiden nos unamos a Dios,
para que libres de toda confusión y error,
los hallemos en todas las cosas,
tengamos en El puestos nuestros
corazones y podamos servirle
siempre en nuestros hermanos. Amén

Nuestra Señora Desatanudos, desata los nudos de nuestra existencia y átanos, en exclusiva, a Dios y a su Amor.

Eleuterio Fernández Guzmán

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2 comentarios

  
mario
Sus reflexiones diarias son una gran fuente de inspiración para mi conversión, que Dios le bendiga.



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EFG


Dios le bendiga a usted.
03/07/13 8:38 AM
  
gudstavo gonzalez
que hermosa oración no la conocia
gracias por permitir leerla y compartir
bendiciones
03/07/13 11:10 PM

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