La Palabra del Domingo - 30 de junio de 2013

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Seguir a Cristo y creer en Dios, con todas sus consecuencias, es cosa de espíritus formados.

Lc 9, 51-62

Biblia

“51 Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, 52 y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; 53 pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén.54 Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’ 55 Pero volviéndose, les reprendió; 56 y se fueron a otro pueblo. 57 Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.» 58 Jesús le dijo: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.’ 59 A otro dijo: ‘Sígueme.’ El respondió: ‘Déjame ir primero a enterrar a mi padre’ 60 Le respondió: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios’. 61 También otro le dijo: ‘Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.’ 62 Le dijo Jesús: ‘Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.’

COMENTARIO

No es fácil seguir a Cristo

En el tiempo de Jesús, que hubiera muchas personas que siguieran a un Maestro para aprender la doctrina que transmitía era una realidad de lo más normal. Por tanto, no era extraño que a Jesús lo siguiesen mucho y que, sobre todo, muchos más quisieren seguirlo.

No siempre, claro, era tan fácil como pudiera imaginarse.

Sabido es que los samaritanos no se llevaban bien con los judíos y, aunque, fuera un samaritano quien socorriera a un judío cuando lo asaltaron unos ladrones y esto lo contara Jesús para dar una lección de amor y misericordia, lo bien cierto es que, como diríamos con toda claridad, casi no podían ni verse. Por eso era de lo más normal que no quisiesen recibirlos en un lugar donde habitaban, precisamente, samaritanos.

Los Boanerges o, lo que es lo mismo, los hijos del trueno (que es como Jesús llamaba a los Zebedeos Juan y Santiago) no dudaron en tomar medidas puramente humanas: pedir a Dios, ¡al misericordioso Dios!, que hiciese caer fuego del cielo para que acabase con aquellas personas que osaban a no acogerlos a ellos en su pueblo.

Jesús, como era de esperar, no podía permitir que unas personas que acompañan al Maestro del amor y de la caridad, hiciesen tal cosa. No extraña, pues, que reprendiera fuertemente aquella inhumana actitud.

Pero este texto, además de dejarnos más que claro que vale más el amor que el odio o la ira, se centra, sobre todo, en el seguimiento mismo de Jesucristo o, mejor, en la forma en la que hay que seguir al Hijo de Dios.

Hasta en tres ocasiones alguien le dice a Jesús que le seguirá siempre. Y otras tantas veces, el Maestro les pone, sobre la mesa de la realidad, lo que supone hacer tal cosa. No es, precisamente, fácil.

En primer lugar, no tener seguro, siquiera, el sitio donde guarecerse de la noche o de las inclemencias del tiempo, es algo muy grave. Lo saben todas aquellas personas que están en aquella situación. Pero que eso le pasara a quienes seguían a un Maestro tan importante como Jesús, quizá era demasiado pedir para según qué personas…

Y, sin embargo, una realidad era más importante. Jesús lo dice hasta en dos ocasiones en este texto del evangelio de san Lucas. Se resume todo en esto: quien sigue a Cristo no tiene pasado de increencia y no puede mirar hacia el pasado en el que no creía.

Jesús, con esto, quiere dejar más que claro que el pasado, en el que se creía de una forma incoherente y, sobre todo, de una forma muy contraria a la voluntad de Dios, debía dejarse atrás. Lo muerto, lo que ha muerto, no puede ser causa de actuación de parte de un discípulo de Cristo pues los odres nuevos que han de contener el vino nuevo de la Palabra de Dios y la doctrina divina no pueden hacer como si sólo se tratase de una época más en el devenir religioso de quien sigue a Jesucristo.

El pasado, en este caso, hay que dejarlo atrás.

PRECES

Por todos aquellos que no quieren escuchar o seguir a Cristo.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que miran hacia atrás en su fe para no dejarla olvidada.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a seguir a Cristo y a no mirar hacia atrás y traer a nuestra vida tiempos de increencia.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

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