¿A que esto es una desvergüenza?

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Hay personas que se definen a la perfección por lo que dicen y basta con leerlo, cuando se ha escrito, para comprender que de donde no hay difícilmente se puede sacar.

Ya saben los que esto lean que muchas veces he traído a InfoCatólica el poco plural “El Plural” de Sopena porque no tienen la costumbre, en tal casa, de escribir nada bueno sobre la Iglesia católica y se deja, con total gozo, que determinadas personas se explayen sobre sus odios particulares.

Algo así ha hecho una persona que responde al nombre de Beatriz Gimeno que no es nueva por estos pagos.

Hace bastante tiempo escribí acerca de la labor destructora de la sociedad de la misma esto que sigue:

“Cuando alguien lee lo que ha escrito una señora (o señorita) sobre el aborto y que voy a desmenuzar ahora mismo, piensa, de inmediato, que cuál ha de ser la razón que concurre en la vida de una persona para que manifieste tanto odio por seres de su misma especie.

También piensa, ipso facto, que es una pobre persona.

El pie del artículo, publicado en “El Plural” de Enric Sopena dice que Beatriz Gimeno es escritora y ex presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales.

Y a mí eso me parece muy bien. Si alguien tiene el gusto de presidir tal cúmulo de desviaciones humanas, puede hacerlo. Ahora bien, lo que ya no me parece tan bien es que diga del aborto lo que ha escrito.

Es más que conocido el denominado “Bebé-Aido” que es la parte esencial de una campaña iniciada por personas que, estando a favor de la vida del nasciturus, dieron por elaborar la imagen (que aquí podemos ver) de un feto de 13 semanas de vida para responder a lo que dijo la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, sobre el mismo: “Un ser vivo, claro, lo que no podemos hablar es de ser humano porque eso no tiene ninguna base científica“.

Pues bien, cosas que, sobre el aborto, ha dejado escritas Beatriz Gimeno:

“Yo tuve en mis manos uno que me entregó una chica muy pía y muy limpia a la salida de misa (salía ella, no yo; yo pasaba por allí). Lo tiré al suelo muy furiosa…”

Se refiere a la imagen del feto de 13 semanas. Ella lo tiró, pero lo hizo con furia, es decir, con “ira exaltada” o, mejor aún (que es lo que responde a su caso particular) en un “acceso de demencia”.
Más:

“El embrión no existe sin nosotras, aunque a nosotras se nos haya hecho desaparecer”. Esto suena mucho a eso de “nosotras parimos, nosotras decidimos”.

Sin embargo, parece que no se da cuenta de que cuando sostiene lo que sostiene, lo hace refiriéndose a otro ser humano, el nasciturus que, sin duda alguna, es “otro” ser humano con igual dignidad que la madre. No se trata de un apéndice del que puede desprenderse sin cargo de conciencia alguna.

Por eso dice, refiriéndose a la embarazada que se trata de “Una mujer que puede llegar a decir lo que no quieren permitirle que diga: ‘Mi vida es mía, mi cuerpo es mío’.

Claro, su cuerpo será suyo (que tampoco sino, en todo caso de Dios) pero no es suyo el ser que lleva dentro. No lo es, y no puede, por tanto, decidir por el mismo sobre una vida que es, en todo caso, otra.
Sin embargo, la intención que subyace en todo el artículo es dar la sensación de que a la mujer no se la tiene en cuenta para nada y que, al fin y al cabo (eso piensa) quienes defienden la vida del nasciturus (desde la misma fecundación) hacen como si sólo importara la vida del mismo sin tener, para nada, en cuenta a la mujer.

Pues se equivoca de medio a medio.

Por ejemplo, el Programa Red Madre colabora, mucho, con la mujer embarazada para que, a ser posible, no opte (de forma voluntaria o forzada por el ambiente) por el aborto porque cuando hay embarazo hay un ser humano que necesita ser protegido y que, por ser el más indefenso, ha de ser tenido muy en cuenta.

Aunque eso, para quien escribe lo que escribe del nasciturus y del feto que lo representa en la campaña de la que arriba se hace mención, poco debe importar. Es mejor, sin duda, el egoísmo que, ciertos comportamientos muestran a la hora de decidir entre la vida de quien puede nacer y la vida de quien puede nacer.

Y es que aquí, ciertamente, olvidar tal realidad es muestra inequívoca de cierta voluntad totalitaria no exenta de una tendencia enfermiza a creer que uno puede hacer con su cuerpo lo que quiera como si, en realidad, fuera suyo y lo hubiera creado el mismo ser humano.

¿Quién crea? Pues de Quien crea es lo creado. Vamos, del Creador. Y todo lo demás es pura ansia de poder sin, en realidad, poder.”

Pues ahora la vuelto sobre lo mismo o sobre algo muy parecido, en el mismo sitio antivida y con la misma malsana intención. Por eso ha escrito algo que, en verdad, es cierto. No lo es según como lo dice esta persona.

Ha escrito sobre que “La obsesión que tiene la iglesia por los fetos es ya conocida. Es una institución fetofílica.” Y, sin bien es cierto que la Iglesia católica tiene muy en cuenta al feto porque es un ser humano como otro cualquiera no lo es que sea una “obsesión” como si se tratase de una enfermedad o algo parecido sino una necesidad que, cada vez, se hace más patente.

No es de extrañar, sin embargo, que escriba lo que escribe porque hay antecedentes más que sobrados sobre lo que piensa acerca del feto, ser humano por ver la luz del día, y, claro, nada bueno se puede esperar de quien así se manifiesta.

Sin embargo, decir que no es esto lo único que escribe porque le dedica unas malas palabras a la intervención que El Vaticano ha debido llevar a cabo sobre la Conferencia de Líderes Religiosas de Estados Unidos de América porque. Le parece a Beatriz Gimeno que el problema es que las tales religiosas se han vuelto “feministas” y eso, según parece, no conviene al Papa.

Sin embargo, como muy bien ha escrito Juanjo Romero en su blog de InfoCatólica se ha intervenido por lo siguiente:

Los discursos en las Asambleas, con propuestas tan pintorescas como «ir más allá de la Iglesia» e incluso «más allá de Jesús», posiciones que constituyen «un rechazo de la fe» y son «fuente grave de escándalo».

Las manifestaciones disenso corporativo, como si fueran un lobby, en especial en temas como la ordenación de mujeres o la homosexualidad.

El feminismo radical y distorsionador de la fe católica, de la enseñanza de la Iglesia sobre la divinidad de Cristo, la Santísima Trinidad, la Eucaristía y la inspiración de la Sagrada Escritura, y que es manifestado frecuentemente en algunos programas y presentaciones patrocinadas por la LCWR.

Por lo tanto, si a ser “feminista” en el seno de la Iglesia católica ha de querer decir rechazar la fe católica o ponerse a favor de la homosexualidad o de la ordenación de mujeres… ya comprenderá cualquiera que hubiera sido de una inusitada gravedad que quien tiene la legitimidad para oponerse a tales pretensiones no lo hiciera. Y si, al final de la película, lo que pasa es que tales religiosas son de todo menos católicas tendrán que tomar las decisiones correspondientes y, simplemente, enviarlas donde más lejos se pueda. El caso es que no siempre se van a salir con la suya aquellos que hacen de su fe caricatura y se deslizan por caminos no propios de los ortodoxos católicos que son, por otra parte, los únicos por los que debe transitar quien se dice piedra viva de la Iglesia católica.

Y otras lindezas por el estilo dice esta señora o señorita como, por ejemplo, esto que es gravísimo y que, seguramente, entra dentro de más de un tipo delictivo:

No sabemos en cambio si Sor María, esa monja que se pasó años robando niños, es una monja de esas que el Vaticano quiere meter en cintura o a ésta no. Más bien me parece que debe ser la versión femenina de los curas pederastas y es muy posible que escuchemos al Papa justificar el crimen diciendo que es que antes esto de robar niños se hacía mucho y era mucho más normal. Lo más probable es que Sor María termine bien cuidada en una buena residencia para ancianos de esas a las que la inmensa mayoría de los españoles no tiene acceso. Sor María es una monja ejemplar para el Vaticano porque seguramente ella sí que odia a los homosexuales y lo más probable es que, además, no tenga una sola idea feminista en la cabeza; seguramente tampoco tenga una sólo idea social o, más bien, su idea de justicia social sea la de quitarle los niños a los pobres para dárselos a los ricos, redistribución infantil a la inversa.

En fin… ¿es o no es esto una desvergüenza?

Eleuterio Fernández Guzmán

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3 comentarios

  
Juan Mariner
Eso que dicen las mujeres abortistas de que "mi cuerpo es mío y hago con él lo que me da la gana" se lo dije en un principio a un Agente de Tráfico de la Guardia Civil que me multó por no llevar puesto el cinturón de seguridad cuando conducía, por olvido.

Ataqué la multa hasta la Jurisdicción contencioso-administrativa diciendo lo mismo, y, ya agotadas todas las vías, PERDÍ EL CASO: parece ser que, en según qué circunstancias, NI MI VIDA Y MI CUERPO NO SON MÍOS.
25/04/12 1:15 PM
  
Ricardo de Argentina
Juan, por supuesto que eso de que "el cuerpo es mío" es un disparate que no se sostiene. Y si a ello agregamos que en el eborto no se trata de "su" cuerpo sino que es notoriamente "otro" cuerpo, llegamos al summum del delirio.
Pero a estos zombies no se les puede ir con argumentos razonables. Obedecen órdenes. Punto. Y ejercen la Obediencia Debida. A Satán, claro.
25/04/12 8:09 PM
  
Percival
Ja, ja, Juan: muy bueno el argumento.
Así es de esquizofrénica nuestra civilización que propone nuevos derechos universales... según quién, según si y según cómo.
25/04/12 11:26 PM

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