Día a día con San Josemaría

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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San Josemaría

Título: 366 textos de San Josemaría Escrivá de Balaguer
Autor: Eleuterio Fernández Guzmán (selección de textos)
Editorial: Edibesa
Páginas: 192
Precio aprox.: 4 €
ISBN: 978-84-8407-421-2
Año edición: 2012
Lo puedes adquirir en Editorial Edibesa

“Nació San Josemaría en 1902 en Barbastro (municipio, en España, de la provincia de Huesca). De seis hijos que tuvieron sus padres, fue el segundo. Trece años después, en 1915, su familia se trasladó a Logroño lugar donde su padre encontró un trabajo después de haber tenido que dejar el negocio que regentaba en el municipio en el que nació Josemaría.

En 1918, viendo Josemaría las huellas que sobre la nieve había dejado un religioso, se preguntó si es que Dios quería algo de su persona. En aquel momento, con tan sólo 16 años, decide hacerse sacerdote y en 1920 se incorpora al seminario diocesano de Zaragoza. Allí mismo lleva a cabo los estudios previos al sacerdocio. En aquella misma ciudad cursa los estudios universitarios de Derecho.

En 1925 recibe el sacramento del Orden y comienza su labor sacerdotal. Esperaba, de Dios, aún, la luz que le hiciera ver para saber, con exactitud, cuál sería su esencial destino. Aquel mismo año se traslada a Madrid para obtener el Doctorado en Derecho. “

Así puede empezar, de hecho empieza el libro aquí traído, una biografía del fundador del Opus Dei. Trata, sin embargo, de lo que el mismo título dice: “366 textos de San Josemaría Escrivá de Balaguer”, a la sazón, fundador de la Obra y santo más que actual. A partir de textos de sus libros “Amigos de Dios”, “Santo Rosario”, “Es Cristo que pasa”, “Vía crucis”, “Amar a la Iglesia”, “Forja”, “Surco”, “Discursos sobre la Universidad” sin olvidar a “Camino” se ha tratado de acercar, en casi 200 páginas, algunos pensamientos (la colección de la editorial Edibesa se titula, precisamente, “Un pensamiento para cada día”) del denominado santo de lo ordinario que nos permitan llevar una vida espiritual acorde a nuestra creencia.

No vaya a creerse que, por tratarse de una persona que fundó uno de los llamados movimientos que en la Iglesia católica existen, esté destinado, en exclusiva, a los miembros del mismo. Muy al contrario es la cosa porque, como santo, reconocido así por la Iglesia católica y por la fama de santidad que le precedía al proceso de subida a los altares, todo lo que pueda decirnos debería ser tenido en cuenta.

Así, desde el texto correspondiente al primer día del año (Forja, 864) y que dice

Acude a la Dulce Señora María, Madre de Dios y Madre Nuestra, encomendándole la limpieza de alma y de cuerpo de todas las personas. Dile que quieres invocarla, y que la invoquen siempre, y siempre vencer, en las horas malas, o buenas, y muy buenas, de la lucha contra los enemigos de nuestra condición de hijos de Dios

hasta el que corresponde al último día del año (Camino, 988)

El desaliento es enemigo de tu perseverancia. Si no luchas contra el desaliento, llegarás al pesimismo, primero, y a la tibieza, después. Sé optimista

desfilan toda una serie de pensamientos que “reflejan fielmente el rico magisterio espiritual de quien tan bien conoció los problemas de su tiempo, que es el nuestro y les dio las respuestas adecuadas” (texto de la contraportada).

Por ser santo, los temas que trata San Josemaría son, digamos, universales. No es algo que particularice de tal manera que no nos podamos aplicar nosotros mismos o cualquier católico o, incluso, quien no lo sea. Muy al contrario es la realidad porque los textos que, día a día, va desgranando el libro corresponden a muchos estados del alma por la que pasamos y que están necesitados de respuesta o recomendación, de ayuda o de empuje para seguir adelante.

Así, por ejemplo, desde la caridad, a la que se menciona muy especialmente en el punto 119 de Camino cuando escribe

”¡Qué hermosa es la santa pureza! Pero no es santa, ni agradable a Dios, si la separamos de la caridad. La caridad es la semilla que crecerá y dará frutos sabrosísimos con el riego, que es la pureza. Sin caridad, la pureza es infecunda, y sus aguas estériles convierten las almas en un lodazal, en una charca inmunda, de donde salen vaharadas de soberbia”

hasta la oración (Forja, 73) al contemplarla al decir que

La oración, recuérdalo, no consiste en hacer discursos bonitos, frases grandilocuentes o que consuelen… Oración es a veces una mirada a una imagen del Señor o de su Madre; otras, una petición, con palabras; otras, el ofrecimiento de las buenas obras, de los resultados de la fidelidad… Como el soldado que está de guardia, así hemos de estar nosotros a la puerta de Dios Nuestro Señor: y eso es oración. O como se echa el perrillo, a los pies de su amo. No te importe decírselo: Señor, aquí me tienes como un perro fiel; o mejor, como un borriquillo, que no dará coces a quien le quiere

no es poco lo que contempla San Josemaría en estos centenares de textos.

Recomiendo, pues, este libro a las personas que quieran acercar a sus vidas, día a día, un pensamiento de San Josemaría y aplicarlo, en cuanto sean capaces, o puedan, a sus propias existencias. Son, además, en más de una ocasión, respuestas a muchas de las situaciones por las que pasamos a lo largo de nuestra existencia espiritual.

Y eso, según los tiempos en los que vivimos, no es poca cosa.

Eleuterio Fernández Guzmán

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1 comentario

  
lucymwanjohi
gracias por considerar mi subscricion
26/07/15 4:38 PM

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