InfoCatólica / Mater et Magistra / Categoría: Virtud

19.07.18

Cuando Caifás profetiza sobre la clase de Religión

Como saben bien mis lectores españoles, el diario “El País” es el más vendido en España, y probablemente el más influyente, siendo el portavoz oficial del liberalismo progresista en nuestro país (la llamada gauche divine). En el pasado ha puesto y quitado ministros, y hasta gobiernos, y hoy en día aspira a seguir siendo la principal influencia mediática de uno de los dos partidos históricos del sistema, el PSOE (socialdemócrata o liberal de izquierdas más que socialista, pese al nombre), como lo ha sido durante décadas. A mantenerse como el New York Times o el Washington Post de nuestro “Partido Demócrata”.

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16.03.18

La pureza

Introducción

En el lenguaje común se entiende por pureza la cualidad de homogeneidad de una naturaleza (una raza pura, un alimento puro, un metal puro, etc), sin embargo en teología la pureza es la virtud de estar “limpio”, esto es, “sin mancha” ante Dios. Esa limpieza hace alusión a la ausencia de pecado, que es, por definición, la negación de Dios.

Así pues, se puede equiparar en cierto modo las cualidades de pureza y divinidad. El primer hombre y la primera mujer eran puros y por ello permanecían ante Dios. Tras comer del fruto  prohibido del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, ambos se ocultaron, porque fueron conscientes de que se habían manchado de impureza y ya no podían mostrarse ante Dios. Desde entonces, tanto por el pecado original como por los actuales (de acto), el Hombre se contamina de impureza, hiriendo en diversos grados su relación con Dios.

Y por lógica inversa, la purificación del hombre le acerca de nuevo a Dios. En cierto modo, el creyente puro, o purificado, se “diviniza”, en un anticipo de la visión beatífica de los bienaventurados en la vida eterna, ya que la pureza da al hombre la dignidad necesaria para presentarse ante Dios. O, por la misma razón, para ser visitado por Dios (en el cristianismo, y más concretamente, por el Espíritu Santo).

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2.03.17

El temor de Dios

El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Señor y pertenece (como el primer mandamiento) a la virtud de la religión. El nombre del Señor indica comunicación de confianza, y únicamente se habrá de emplear para honrarlo, bendecirlo, alabarlo y glorificarlo (CIC 2142-2144).

 

El temor de Dios o temor santo es uno de los siete dones que el Espíritu Santo regala durante el sacramento de la Confirmación (Catecismo s.Pío X, 580; 918; CIC 1831) y que nos inspira reverencia de Dios y temor a ofenderle; de ese modo nos aparta de obrar el mal y nos impulsa a obrar el Bien (Catecismo s.Pío X, 926).

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17.08.15

Caridad, limosna y Justicia

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El aforismo

 

Uno de los tópicos que ha hecho fortuna y se ha difundido ampliamente, hasta el punto de que en pocos días lo he oído en dos tertulias radiofónicas de emisoras distintas, afirma que si existiese la justicia social no haría falta la caridad. Este falso dualismo, tan caro a las doctrinas anticatólicas de oponer dos acciones virtuosas como incompatibles (el célebre aut aut) se escucha en no pocas ocasiones en boca incluso de católicos tan bienintencionados como errados.

 

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25.06.15

Psicópatas

Definición

La compasión es una cualidad específicamente humana (como el arte, el amor, la trascendencia o la metafísica), que no se halla en los animales. Si bien ordinariamente pensamos en su sentido virtuoso (esto es, en la práctica de compartir los sufrimientos del otro y en el acto amoroso de ayudarle a remediarlos, o misericordia), el origen etimológico de la palabra (del latín cum-passio, que se podría traducir por “padecer con”) simplemente hace alusión a un impulso del alma que nos hace identificarnos con los males ajenos. En terminología psicológica, sería una de las características dentro del concepto de empatía (del griego empathos, emoción) o identificación afectiva con el otro; una habilidad- como decía antes- puramente humana.

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