InfoCatólica / Mater et Magistra / Categoría: Células Madre

24.03.11

9.03.10

Moral, ciencia y equivocaciones

“Un grupo de científicos ha logrado uno de los hitos más esperados de la biología moderna: aislar, a partir de embriones humanos, un tipo primitivo de célula que puede convertirse en cualquier tipo de tejido, músculos, huesos o cerebro". Así comenzaba la crónica con la que el Washington Post daba cuenta, el 6 de noviembre de 1998, del descubrimiento de las células madre embrionarias por los doctores James Thomson (Wisconsin) y Geahart (Baltimore). Y mostraba los dos aspectos que este hallazgo causaría en el desarrollo científico: “se han hallado las minas de oro de la biotecnología, puesto que el nuevo material permitirá crear neuronas para gente con Alzheimer o células pancreáticas para diabéticos”. La esperanza de curación de enfermedades crónicas de difícil tratamiento, combinada con la posibilidad de un laboratorio de patentarla: el mayor avance de la investigación médica contemporánea y el mayor negocio de la industria farmacéutica. Muy pronto, se abrió en la medicina regenerativa otra vía, la obtención de células madre a partir de células adultas del propio enfermo. La Iglesia, basándose en los conocimientos científicos sobre el desarrollo embrionario, que han constatado que este se trata de un proceso continuo desde el momento de la concepción, pronto aplicó los mismos criterios morales empleados en la fecundación in vitro, basados en la sacralidad de la vida: entre las fuentes de obtención de células madre, no eran éticamente admisibles aquellas que implicaran la creación o destrucción de un ser humano, como las provenientes de embriones congelados o creados por clonación. Se debía optar siempre por células madre adultas, o bien procedentes de cordón umbilical.

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