René Just Haüy

Primeros años y vocación religiosa y científica

René Just Haüy nació el 28 de febrero de 1743 en el pueblo de Saint Just en Chaussée, en el departamento de Oise, en la francesa región de Picardía, en el seno de una piadosa familia humilde de tejedores. Su padre se empleaba además como campanero de la abadía premostrense local, donde todos los hermanos estudiaron. Entre ellos se hallaba Valentin Haüy, futuro creador en 1784 de la “Real Institución para jóvenes ciegos” de París, donde estudiaría el conocido Louis Braille, autor del sistema de lectura y escritura para ciegos homónimo.

René mostró muy pronto una despierta inteligencia, y gracias a la ayuda de unos amigos de la familia, pudo ser enviado a estudiar a la universidad de París, internado en el colegio de Navarra (rival histórico de la conocida Sorbona) y más tarde en el colegio del Cardenal Lemoine, donde sus brillantes calificaciones le valieron un puesto de profesor tras graduarse.

Profundamente piadoso, se ordenó sacerdote en 1770, destacando por su sencillez de espíritu y fortaleza moral.

Bajo el padrinazgo del naturalista Louis Jean-Marie Daubenton, pronto orientó su vida a la enseñanza de la botánica, dedicando todas las horas que le dejaban libre sus obligaciones clericales al estudio de los vegetales en el “Jardín de las Plantas” de París.

Creador de la cristalografía científica

Una casualidad (como tantas otras en la historia de la ciencia), cambió su vocación y la historia de la geología. En 1781, manejando un fragmento de mineral de espato calcáreo, le cayó al suelo accidentalmente. El observador Haüy analizó los fragmentos del especimen, hallando que la estructura romboidal de las moléculas constituyentes era regular. Así realizó la primera descripción científica del fenómeno de la cristalización.

Su estudio le permitió establecer la teoría matemática que regía la cristalización de los minerales. Gracias a su mentor Daubenton, fue publicada en 1784 con el nombre de Essai d’ une théorie sur la structure des crystaux, appliquée à pluisieurs genres de substances crystallisées, y presentada ese mismo año a la Real Academia de París, la cual quedó tan impresionada que le otorgó inmediatamente la membresía.

Asimismo, Haüy realizó importantes observaciones sobre piroelectricidad y efecto triboeléctrico, que publicó en 1787 con el título de Exposition raisonné de la théorie de l’électricité et du magnétisme, d’après les principes d’Æpinus.

Descubrimiento de la celda unitaria cristalina. Persecución revolucionaria y rehabilitación

Tras casi veinte años de enseñanza, Haüy hubo de retirarse de la docencia poco antes del estallido de la Revolución liberal en Francia.

La Convención Nacional le escogió para formar parte de la “Comisión de pesos y medidas”, junto a otros sabios de la Academia de Ciencias, destinada a unificar y reformar las unidades en toda Francia (y a la larga, en todo el mundo). Junto a su amigo el gran matemático Antoine Lavoisier, fue el principal responsable de la determinación del kilogramo como unidad de masa.

Pronto cambiaron los aires, al llegar al poder los jacobinos. Al ser promulgada la ley del clero de otoño de 1792, se negó a jurar la Constitución. Catalogado como “clérigo refractario” (por oposición a los “clérigos juramentados”, que sí habían jurado), se le privó de su pensión académica.

En 1793 publicó De la structure considérée comme caractère distinctif des minéraux y Exposition abrégé de la théorie de la structure des cristaux, en el que demuestra que la forma de los cristales resulta de la repetición de pequeños volúmenes de materia que denominó “moléculas integrantes”, y de las cuales su alumno Gabriel Delafosse deducirá el concepto de “malla” o “celda unitaria”, la porción más simple de la estructura cristalina que al repetirse mediante traslación reproduce todo el cristal, en la década de 1840. Haüy demostró con facilidad, por medio de la geometría, que una red sólo puede admitir ejes de simetría de orden 1, 2, 3, 4 y 6, lo que diferencia a los minerales de vegetales y animales. También demostró la existencia de siete sistemas de simetría posibles para los cristales, en los cuales se pueden englobar todos los materiales cristalinos.

Ese mismo año (durante las convulsiones del período conocido como el “Terror”) fue arrestado y el fiscal del “tribunal de salud pública”- bajo la acusación de enemigo de la revolución- pidió para él la pena de muerte.

Únciamente la enérgica intercesión de su alumno y amigo el naturalista Etienne Geoffroy Saint-Hilaire, que movilizó a los miembros de la Academia y el Jardín de Plantas, evitó su ajusticiamiento. Finalmente liberado, se negó a salir de prisión mientras otros sacerdotes y prisioneros que compartían penal con él no lo fueran también. Desgraciadamente, pocos días después fueron ejecutados.

Más tarde, Haüy tomó personalmente parte en la infructuosa defensa del Lavoisier, que finalmente sería guillotinado en mayo de 1794.

La caída de Robespierre en julio de 1794 puso fin al imperio del Terror Revolucionario. Los liberales moderados pasaron a dominar la Convención y rehabilitaron a muchos científicos, entre ellos Haüy, que fue nombrado profesor de física en la “Escuela Normal”. En 1795 pasó a enseñar cristalografía en la “Escuela de minas”, entrando como miembro del “Instituto de Francia”, la nueva institución en que la república había refundido las antiguas Academias reales.

En 1797 entregó a la imprenta Extrait d’un traité élémentaire de minéralogie.

Maestro europeo de geología

El encumbramiento de Haüy llegó de la mano de los gobiernos del dictador Napoleón Bonaparte.

A partir de 1800 sustituyó a Deodat Gratet de Dolomieu en la cátedra de mineralogía del Museo Nacional de Historia Natural.

Fue en 1801 cuando vio la luz su monumental Traité de minéralogie, en cinco volumenes, que supuso el nacimiento formal de la cristalografía sistematizada científicamente. En 1802 fue escogido como profesor de mineralogía en el Museo Nacional de Historia Natural y más tarde fue uno de los cofundadores del Museo de Mineralogía.

Ese mismo año recibió la visita de Martin Van Marum (el introductor de la química moderna de los Países Bajos), curador del Museo Teylers de Haarlem y de la Real Sociedad holandesa de Ciencias y Humanidades. Impresionado por los modelos experimentales de crsitalografía de Haüy, Van Marum llevó varios de ellos a los museos holandeses, y propuso (como así se hizo) nombrar al francés miembro de la Real Sociedad holandesa.

En 1806 publicó el Traité élémentaire de physique.

Los honores se sucedieron los siguientes años: en 1808 se le concedió una canonjía honoraria en Notre-Dame de París (razón por la que también se le ha conocido como Abbé Haüy) en reconocimiento a su labor. Ese mismo año fue escogido como maestro de la Escuela Normal superior. Al año siguiente se creó para él la cátedra de mineralogía en la Facultad de Ciencias de París.

En 1809 publicó la Tableau comparatif des résultats de la cristallographie, et de l’analyse chimique relativement à la classification des minéraux.

Nueva caída en desgracia y últimos años. Legado de René Just Haüy

Los vaivenes de la política afectaron una vez más al abate, a la caída del general corso. En 1814, la Restauración borbónica le apartó de los puestos académicos que ocupaba, acusado de “indulgencia frente a la revolución”. Privado de sus rentas, desde entonces hubo de vivir con gran sencillez, pero siempre respetado por sus colegas, que le visitaban con frecuencia, reconociéndole como padre de la cristalografía.

En 1817 su hermano Valentin, pionero mundial en la educación de jóvenes ciegos, se mudó a vivir con él. Ese mismo año, con 74 cumplidos, todavía entregó a imprenta un nuevo trabajos sobre su especialidad, el Traité des caractères physiques des pierres précieuses.

En 1821, René fue honrado con el nombramiento como miembro de la Real Academia sueca de la Ciencia. Murió el 3 de junio de 1822, a los 79 años de edad, en París, al sufrir una caída fatal en su habitación, y fue enterrado en el cementerio de Père-Lachaise, junto a su hermano, que había fallecido un año antes.

Ese año se publicó su último trabajo científico, el Traité de cristallographie. A lo largo de su vida describió de más de cuarenta especies minerales (entre ellas muchas conocidas como la dolomita, la pirargita, la apatita, la calcopirita, la pirita, la wolframita, etc).

Se le reconoce comúnmente como uno de los fundadores de la mineralogía moderna. Asimismo, sintetizó de forma científica los conocimientos previos sobre cristalografía, iniciados por otro ilustre sacerdote, Nicolás Stenon, autor de la primera ley fundamental de la cristalografía: “las constancia de los ángulos entre caras equivalentes de cristales de la misma especie”. Haüy fue quien realmente le dio carta de especialidad científica al enunciar la segunda ley fundamental de la cristalografía, o “ley de la racionalidad de los parámetros”: los cristales están formados por paralelepípedos pequeños que dan origen a las caras, y cuya posición en el espacio se puede expresar por tres números enteros racionales y generalmente sencillos. Cada especie cristaliuna tiene su forma primitiva y su red.

El mineral Haüyna (aluminosilicato de sodio y calcio con aniones sulfatos) fue nombrado en su honor en 1807. Su nombre es uno de los 72 inscritos en la Torre Eiffel.

Fue hombre humilde, dedicado enteramente a su tarea científica, pero sin perder de vista jamás la raíz religiosa que sustentaba su trabajo. No dudó en enfrentarse a los enemigos de la Iglesia durante el gobierno jacobino, negándose a jurar la constitución que le sujetaba a la autoridad de un gobierno civil antes que a la del papa. Durante toda su vida fue tenido por hombre moderado, discreto y sencillo.

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