Un comienzo ruidoso, un final en silencio

Uno de los primeros artículos que escribí en esta bitácora, en marzo de 2010, trataba acerca de la investigación con células madre, y citaba la noticia (enero de 2009) en la que la administración estadounidense del presidente Barack Obama eliminó las trabas legales a la financiación pública de la investigación con células embrionarias que había establecido el anterior presidente George Bush.

Entre los investigadores embrionicidas la noticia fue recibida con gran alborozo, y amplificada por todos los medios de comunicación modernistas, que la vieron como un gran triunfo del desarrollo científico frente a “convenciones morales obsoletas”. Recuerdo las palabras de uno de los más destacados miembros de ese grupo en España, Carlos Simón, del centro de investigaciones príncipe Felipe de Valencia: “Por fin. Llevan mucho tiempo trabajando con toda la conciencia del mundo, y con todas las trabas posibles por parte de la administración Bush” (diario El Mundo, 23 de enero de 2009). Hacía alusión al primer estudio con células embrionarias que había solicitado financiación estatal estadounidense, el de la empresa de biotecnología Geron, radicada en California.

En dicho estudio se planteaba inyectar células madre embrionarias en la médula de 8-10 pacientes seleccionados. Los propios investigadores de la empresa afirmaban que el estudio, en fase I (la más inicial) pretendía “demostrar de momento si este material es seguro y que el uso de estas células no provoca ningún riesgo en humanos”. Es decir, ni siquiera se trataba de buscar curaciones reales, sino establecer unos parámetros mínimos de seguridad. En ese artículo hice un resumen de los graves inconvenientes prácticos de la técnica: el rechazo por parte del huésped al tejido no histocompatible, el uso de vectores víricos para obtener las modificaciones genéticas (con el consiguiente riesgo de infección), y sobre todo el riesgo de provocar tumores en el receptor ya que la técnica favorce el crecimiento indiscriminado de células embrionarias. Ni que decir tiene que la objeción principal es de orden moral: el sacrificio y empleo de seres humanos como material de experimentación.

En el mismo artículo citaba algunos testimonios de otros investigadores que expresaban en voz alta sus dudas sobre esa línea de investigación. Damián García Olmos, especialista en terapia celular del Hospital La Paz de Madrid, afirmaba: “Casi me parece un paso atrás, cuando todo el mundo tiene puesta la vista en otras posibilidades”. John Kessler, neurocirujano en terapia celular en la Universidad Northwestern decía: “sería un desastre, una pesadilla que estos problemas [de seguridad] aparecieran en esta primera experiencia”. (ambos extraídos del mismo artículo de El Mundo, el 23 de enero de 2009). Bernardine Healy, ex directora del Instituto Nacional de la Salud de EEUU, declaraba por aquellas fechas que la investigación con células madre embrionarias estaba “obsoleta”.

No obstante, la ideología modernista, que ha hecho bandera de la despersonalización del embrión, proclamó la medida política como un gran avance, un progreso científico incuestionable, una ley que era faro y luz que podía iluminar la legislación de otros países más atrasados.

A finales de 2009, el Instituto de Medicina Regenerativa de California, que había aplaudido la medida del equipo de gobierno de Obama, decidía restringir la financiación de las líneas de investigación con células madre embrionarias, volcándola cada vez más a las células madre adultas, que no precisan la muerte de embriones. Así, el 14 de octubre de 2009, este organismo concedía 230 millones de dólares a 14 equipos de investigación, 10 de ellos con células madre adultas y solo 4 embrionarias. En aquel entonces la revista financiera Investor´s Business Daily afirmaba: “Después de cinco años en los que se ha derrochado el presupuesto de los 3.000 millones de dólares destinados a la investigación con células madre embrionarias, no ha habido ninguna cura, ninguna terapia y poco progreso. A lo largo de estos años hemos observado que [el Instituto] cuando necesitaba financiación empleaba la expresión “células madre embrionarias”, pero cuando hablaba de resultados, suprimía la palabra “embrionarias”. Son los investigadores dedicados a la investigación con células embrionarias quienes han politizado la ciencia y se han interpuesto en el camino del progreso real. Por eso nos alegramos de ver que los investigadores de California vuelven a poner la ciencia en su lugar”. No es en absoluto casual, como veremos, que sea un diario de inversiones financieras quien se dedique a analizar los resultados científicos de las investigaciones con células madre.

Han pasado dos años de silencio desde la puesta en marcha de aquel estudio pionero de Geron que iba a ser el gran punto de inflexión de la terapia regenerativa, con el respaldo y financiación del gobierno estadounidense y los medios de comunicación más importantes del mundo. Infinitamente menos publicitada ha sido la noticia, publicada el 15 de noviembre de 2011, de que Geron ha abandonado la investigación con células embrionarias por falta de recursos económicos; resulta sorprendente, ahora que el gobierno de los Estados Unidos había eliminado todas las restricciones para la financiación tanto pública como privada de los mismos. Geron se centrará en la investigación de tratamientos contra el cáncer (con resultados más prometedores) y “buscará socios financieros para retomar la investigación con células embrionarias”; lo cual, en los tiempos que corren equivale a meter el asunto en el congelador de forma indefinida. Tan oculta ha sido la noticia en los medios españoles que me he enterado gracias al buen hacer de la versión española de “La Iglesia en la prensa”.

¿Dónde están ahora los investigadores y editorialistas exultantes hace dos años? ¿Dónde está aquella especie de fábula maniquea de los pobres investigadores que querían curar todas las enfermedades pero el malvado Bush fundamentalista cristiano (con el apoyo del Vaticano oscurantista) se lo impedía? Las columnas y viñetas fueron infinitas. Sobre todo en Estados Unidos pero también, a modo de pálida imitación de vía estrecha, en España, donde prácticamente todos los grandes medios de comunicación seguían esa opinión, acríticamente las más de las veces.

Ahora todos callan. La noticia no existe. No se han equivocado ni han emprendido una campaña absurda contra molinos de viento. No se han vertido desprecios, acusaciones falsas ni parodias injustificadas a los que se oponían a esta decisión.

No hace falta ser un lince para deducir que tras dos años más de investigación sin restricciones, los terapeutas celulares de Geron no han obtenido el éxito esperado en su estudio de células madre embrionarias en la médula de diez pacientes. Personalmente no me cabe duda que la sentencia de la corte europea del 22 de octubre de 2011, a la que también dediqué un artículo recientemente, en la que excluye la patentabilidad del empleo de embriones humanos con fines industriales o comerciales, ha influido no poco en la decisión de la corporación californiana. La imposibilidad de patentar los resultados de sus investigaciones en un mercado tan importante como la Unión Europea prácticamente sentencia de muerte a una línea de estudio ya muy herida desde el punto de vista estrictamente científico.

Cómo contrasta con la noticia de los resultados presentados en el Congreso mundial sobre investigación con células madre adultas, realizado en el Vaticano a principios de noviembre de 2011, bajo el auspicio de las instituciones de salud ligadas a la Iglesia Católica (esa que según algunos se opone al avance de la ciencia). No es el primero, ya hubo otros dos, en 2006 y 2009. Existen más de 3500 estudios actualmente en marcha para curar enfermedades con células madre modificadas del propio paciente, muchos de ellos ya con resultados positivos. Con células embrionarias solo hay un estudio en todo el mundo. Las cifras lo dicen todo. Según el profesor Peter Hollands, investigador celular en la Universidad de Westminster (Londres), “como científico, las células madre adultas son el futuro. Conociendo las múltiples objeciones morales que la Iglesia tiene hacia la destrucción de embriones humanos, tiene un rol muy importante en el apoyo a la investigación con células madre adultas”. Actualmente, la línea más prometedora es la que estudia las células de sangre de cordón umbilical.

En artículos anteriores sobre este tema he tratado los aspectos éticos y morales de la investigación con embriones humanos. En este, sin embargo quisiera terminar haciendo hincapié en la realidad que hay detrás de la fortísima ideología que alienta la destrucción de seres humanos en fase de embrión poniendo como excusa el servicio a la ciencia y el progreso. Para ello me hago eco de las palabras del biólogo Jacques Testart, nada menos que el autor de la primera fecundación artificial in vitro con transferencia de embrión al útero, realizada en Francia. A la vista de la dirección que han tomado las investigaciones desarrolladas a partir de las técnicas que él ayudó a poner en marcha, se ha vuelto muy crítico con las mismas. En su artículo publicado en el diario parisino Liberatión (nada sospechoso de religiosidad o conservadurismo moral) el 27 de abril de 2009, con el significativo título de “caníbales y comerciantes en busca del embrión”, Testart se asombraba de que se investigara en humanos algo que aún no se había demostrado útil o siquiera seguro en animales. Más aún cuando las células madre pluripotenciales de órganos como la piel ya estaban demostrando ser “un descubrimiento espectacular” en la obtención de resultados prácticos. La hipótesis que plantea el autor es que si se lograra hacer funcionar una célula madre embrionaria, sería mucho más propicia para la “industrialización de la terapia celular”. Las células madre adultas son propiedad de cada persona, por lo que escapan a esa lógica del “invento-patento-vendo”. Por eso son los analistas económicos los que nos informan del estado de las investigaciones con células embrionarias. Por eso tres semanas después de que el tribunal supremo de la UE prohiba patentar células madre embrionarias, una de las más poderosas corporaciones de bioteconología anuncia el fin de sus investigaciones con embriones.

Pasa en muchos otros campos de la ideología modernista. Detrás de un discurso plagado de invocaciones a la Libertad, la Ciencia o el Progreso, subyace la anomia moral, el más puro interés mercantilista, la adoración al dios Dinero por encima de todo, el materialismo más descarnado. No es casual, la pérdida de valores trascendentes y espirituales, como el respeto a la dignidad humana independientemente de su valor productivo o su fuerza, conduce necesariamente a la cosificación de las personas.

La mayoría de las personas que presta oídos y secunda este tipo de ideologías lo hace por ignorancia, y por creer de buena fe los eslóganes mendaces de la cultura de la muerte. Los cristianos tenemos la obligación de formarnos adecuadamente en estos temas, y ser capaces de replicar con verdad y con caridad a esa cultura enemiga del hombre que nos invade, para abrir los ojos a una sociedad enferma de egoísmo y ahíta de mercadotecnia camuflada de supuestos valores. Para descubrirles tanto bien, tanta belleza y tanta salvación como hay en las enseñanzas de Cristo y de su Iglesia. Es un aspecto contemporáneo de la evangelización a la que todos los católicos estamos obligados.

No podemos callar en esta batalla de ideas, en este combate por los principios fundamentales, porque eso supondría nuestra complicidad con el Mal.

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http://www.ain-es.org/campanias/oracion/detalle/?id=14

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6 comentarios

  
Luis I. Amorós
Por cierto, aprovecho para desear a mis lectores (con algo de retraso) una Feliz y Santa Navidad y un venturoso año de N.S 2012.
26/12/11 4:04 PM
  
Ano-nimo
Luis:

Gran artículo, como de costumbre. La cosificación, la experimentación con seres humanos, sea cual sea la fase de desarrollo en que se encuentre no es nueva. Ya conocemos los horrores que ocurrieron durante el nazismo, stalinismo, etc...respecto a este tema (aunque quizás sea desconocido por la inmensa mayoría de la gente; siempre es más cómodo apartar la vista del horror). Lo trágico es que no se ha aprendido nada, pero es que nada de la historia, y que el exceso de racionalismo también produce monstruos.

Como siempre, lo que valen son los hechos, no las palabras, y esos supuestos valores modernistas, solo esconden unos hechos tremendos.

Muy bien en señalar que callar implica complicidad con el Mal. Así es.

Un cordial saludo y muchas gracias por el artículo. Yo también te deseo una Feliz y Santa Navidad y un venturoso año de N.S. 2012.

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LA

Gracias. Mis mejores deseos. Un cordial saludo.
26/12/11 5:41 PM
  
José Ángel Antonio
Buen análisis de una batalla que la Iglesia ý la ética están ganando... tan importante como ganar, es saber saquear el campo del contrario y sacar todo el botín... ¡La opción ética era, además, la real y eficaz!

La prensa progre de izquierdas y derecha compraban crecepelos milagrosos mientras la Iglesia pedía rigor.
26/12/11 6:38 PM
  
Forestier
Son importantes y esclarecedores este tipos de articulos que analizan unos "hechos" perfectamente constatables, y que permite que amplios sectores sociales se caigan del "guindo" y empiecen a tener un minimo de rigor crítico frente a estos vendavales de la mentira y la manipulación ideológica. También sería oportuno dirigirse a muchos directores de medios de información (como es el caso de Pedro J Ramirez como paradigma)y preguntarles ¿porqué ahora estáis más callados que la alcahueta cogida "in fraganti"? Pues eso.
26/12/11 9:42 PM
  
Joaquín
Chesterton decía que una de las razones por las que se había hecho católico era que la Iglesia mostraba tener razón cuando todos los demás se equivocaban.
Aquí tenemos otro ejemplo clarísimo: la Iglesia tuvo razón con las células madre embrionarias cuando nadie más la tenía.
27/12/11 6:20 PM
  
Ana
Me ha encantado el articulo. Resulta necesario conocer las cosas para poder combatir las mentiras imperantes. Lo triste es lo poco que ha trascendido la noticia. Y los muchos que la negaran
01/01/12 10:19 PM

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