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2.04.18

¡Llegaron las religiosas a la zona del Yeti!

¡Aleluya!

¡Llegaron Religiosas a la zona del Yeti!

 

Gracias a Dios y a la Virgen, desde México, llegaron Religiosas a nuestra misión himaláyica, que se encuentra en la zona de la Leyenda del Yeti.

Yo estaba solo (más solo que Kung-Fu), y, humanamente desesperado mas sobrenaturalmente confiado, luego de obtener el permiso del Ordinario, publiqué una nota en Infocatólica pidiendo por favor que vengan Religiosas.

Y como la nuestra es la Iglesia verdadera y no una secta vudú o protestante, el Espíritu Santo opera en Ella incesante y magníficamente. Por eso, dos congregaciones hispanoaméricanas (que no tienen un pelo de relativistas), inmediata y espontáneamente se ofrecieron a dejarlo todo para propagar la Iglesia en estas tierras idólatras. En total, seis hermanas fueron elegidas por Dios para venir. Dos recién llegaron. Desde Veracruz vinieron a plantar la Verdad y la Cruz a la zona del Yeti. Y la verdad es que no las para nadie. No vinieron a oenegeizar ni a predicar indirectamente ni a predicar-sin-predicar ni a predicar-sólo-con-el-ejemplo, sino a anunciar y  a enseñar explícita, diaria y sistemáticamente la Palabra de Dios, lo cual hacen todos los días con una alegría, un coraje y un tesón raros de encontrar.  Aunque a muchos les moleste. Aunque nos echen a patadas. Aunque le indigne a los burócratas eclesiásticos que impiden la pastoral con sus miedos y prudencias carnales.

A continuación les dejo a los lectores dos sencillas pero deliciosas joyas: una de las breves estrofas que estas Hermanas (de zona y sangre cristera) entonan por estas remotas tierras y la crónica de “primeras impresiones” que una de ellas escribió para compartir con todos la pascual alegría que llena nuestras almas: la alegría de la misión en los confines de la infidelidad.

¡Felices y exultantes Pascuas de Resurrección!

 

Padre Federico, S.E.

Misionero en el Himalaya

Subo, 2/III/18, Lunes de la 8ª Pascual

 

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Que viva mi Cristo

 

 

Que viva mi Cristo,

Que viva mi Rey,

Que impere doquiera triunfante Su Ley.

 

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En el silencio de las montañas

 

 

En medio de los Himalayas se escucha un grito estrepitoso “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio…” (Mt 28, 19).

En mi experiencia como hermana misionera, durante alrededor de catorce años, siempre he tenido la oportunidad de re-evangelizar tierras cristianas como México, Filipinas, y Estados Unidos. Pero, ésta es la primera vez que, Dios me permite venir a tierras jamás cristianizadas, lo cual se concretó por medio de la invitación del padre Federico.

Hace ya tres semanas que llegué a la remota aldea de Naga Namgom. He venido aquí con la hermana Leydi, que al igual que yo, está emprendiendo esta nueva experiencia de anunciar a Cristo en tierras budistas e hinduístas.

Aquí solo hay unas muy pocas familias que se han convertido al catolicismo. Obviamente los budistas no quieren que prediquemos la palabra de Dios, lo que convierte esta misión en todo un reto, mas aunque ellos (los budistas) no quieren que prediquemos, en  nuestro corazón resuena Mt. 28 y el clamor de San Pablo, que exclamaba “¡ay de mí si no predicara!”.

Para lograr nuestro objetivo de evangelizar, Dios nos permitió hacernos cargo de una escuela primaria que a su vez brinda el servicio de hostal para los niños más pobres.

Ahora tenemos diez niños, que si bien son casi todos budistas, de todos modos, por medio de la escuela y del hostal, van conociendo a Cristo.

Es sorprendente ver cómo Dios tiene caminos misteriosos y que al final sólo Él es el Todopoderoso, pues aunque el gobierno nos negó la visa de trabajo, Dios nos muestra claramente que nadie puede detener sus planes y la prueba es que ya estamos aquí por medio de otra visa y sabemos que Dios nos va a seguir guiando para saber cómo tenemos que actuar en esta difícil pero hermosa misión.

Sólo quise escribir estas cortas líneas para motivar a todos los católicos a seguir orando por todos los misioneros, pues por medio de sus oraciones ustedes mismos se vuelven misioneros. Aunque ustedes no estén aquí físicamente, sus oraciones nos sostienen a cada uno de nosotros, que con gusto nos ofrecemos a ser los pies, las manos y la boca de la Iglesia, que tiene como fin que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.

Que Dios los bendiga a todos.

En Cristo Misionero,

Hermana Mirna Portilla hmsp.

Hermana Misionera Servidora de la Palabra.