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16.03.18

De la primera predicación en Tataman (OGP-MCD)

Siendo las 9.30 y sin mi entrañable café matutino (pues muchas veces se hace imposible conseguir agua caliente), cogí mi mochila y comencé a patear la calle, pues debía encontrarme con el Padre Gustav a las 10am en su parroquia. Allí estaría también Ange, que era la persona que me llevaría en moto hasta una pequeña aldea llamada “Tataman”; ubicada a la orilla del río Volta Negro (que separa Ghana de Costa de Marfil) y a menos de mil metros de la frontera sureste de Burkina Faso.

Nomás llegue, los encontré a ambos conversando. Nos saludamos muy afectuosamente y enseguida se nos unió el Padre Wilfred para desearnos un “Bon voyage”, como estilan decir los franceses.

Íbamos a ir en moto, como recién decía, y la verdad es que de motos no se absolutamente nada (para el caso de autos tampoco); sólo un par de veces en mi vida he andado en los denominados “scooters” (cambios automáticos) y eso es todo. Y si he de decir toda la verdad y prometen no tirarme con nada, haré aquí una confidencia que solo conoce el Padre Federico. Durante el tiempo que estuve en Kenya ocupado en preparar esta misión, un buen día me levanté con la idea fija de aprender a andar en una moto con cambios, pues sería muy útil en ciertas regiones de África donde los caminos son muy angostos y los alquileres de 4x4 cuestan fortunas. Cuestión que estuve todo ese día hablando con locales en busca de alguien que me facilitara alguna para practicar, y llegando el final del día conocí a Collins, un keniata que se gana la vida como taxista. Convenimos el precio por un alquiler de (en principio) una semana, le deje un depósito y me trajo una moto al hospedaje donde me estaba quedando. Haciendo el cuento corto, a los diez minutos de probar la moto (sí, diez minutos) lo llamé a Collins para que viniera a buscarla de vuelta. En esos diez minutos casi mato a un árbol, a una maceta y a mí. Iba a ser un peligro para todos los que me cruzara… Fue el alquiler más caro de mi vida y el día que desistí de mi sueño “motoquero”.

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