¿Misión imposible?

Cerca del Tíbet Chino, en una parte del Himalaya, donde Cristo no figura, donde el frío paraliza hasta los pensamientos, Dios me envió para encender mi corazón.

Cerca de 2 meses Dios me regaló la oportunidad de vivir esta experiencia misionera que desgarra el corazón, pero que al mismo tiempo la renueva en un celo apostólico que hoy quiero compartir con todos ustedes.

Digo desgarra el corazón porque Naga es una pequeña aldea budista que se esconde en las montañas del Himalaya entre China, Bhutan, India y Nepal. Ahí no hay ni un solo católico nativo. Todos ellos, budistas, gente pobre, sencilla y en su mayoría ignorante, que no se realizan en sus prácticas budistas, pero que viven con un miedo inmenso a abandonarlas por temor a sus líderes, a los demonios y fantasmas y a la sociedad misma en la que viven. En este lugar se respira miedo, soledad y tristeza. Pero lo que es peor es saber que hay acuerdos políticos entre la Iglesia local y el gobierno de no convertir a ningún budista a la Fe Católica.

Nosotras estuvimos en la pequeña escuela católica “San Elías” donde algunas dabamos clases de inglés, pero sobre todo predicando a Jesucristo. No se pueden imaginar la alegría inmensa que se reflejaba en los niños al escuchar el mensaje de Redención, paz, alegría y amor que nos da el Evangelio.

Inclusive, algunos de los maestros que eran entre budistas e hinduistas también había manifestaciones de aprecio a la Palabra de Dios. Habíamos comenzado un curso bíblico con ellos al que con gusto atendían a escuchar.

Por razones políticas del país, ya que el gobierno desea que todo el país sea Hinduísta, nos han negado tanto la visa de trabajo como la visa de turistas. Lo que quiere decir que ya no podremos hacer misión en estas tierras, todo lo cual duele en el alma, pero a la vez exige seguir haciendo misión ahí desde afuera. No solo yo, sino todos los que nos decimos católicos… Por medio de nuestras oraciones y ofrecimientos, por toda esta gente que no conoce la VERDAD… Además, predicando sin descanso ahí donde sea necesario y haya libertad para hacerlo. Pues, ¡ay de nosotros si pudiéndolo hacer, no predicamos!

Porque al final de cuentas ¿quién es más culpable, uno que es de nacimiento budista y vive y muere como tal sin que nadie le muestre la VERDAD, o nosotros portadores de la VERDAD, que por nuestros miedos y cobardías nos acomodamos y callamos, sin exigirnos ni comprometernos con el anuncio de la Salvación?

Que el Espíritu Santo encienda el corazón de toda la Iglesia Católica para que no pierda nunca su primera misión: “Id por todas las naciones y hacedlas mis discípulos” (Mt. 28:19).

 

Hna. Mirna Portilla, HMSP

Mayo 2018

1 comentario

  
Feri del Carpio Marek
Gracias por tan elocuente testimonio. Ay de nosotros si no evangelizamos! El que quiera guardar su vida, la perderá, el que la pierda por mí y por el Evangelio, la salvará --dice el Señor.
03/06/18 8:07 PM

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