InfoCatólica / Liturgia, fuente y culmen / Categoría: Espacio litúrgico

29.09.20

La credencia: ¡¡una mesita muy útil, muy práctica!!, también cuando no hay acólitos y está el sacerdote solo

Credencia

Un elemento sencillo, discreto, pero necesario e imprescindible, es la credencia. Ésta, la credencia, es una mesa auxiliar en el presbiterio donde están todas las cosas necesarias para la celebración de la liturgia, ya sea la Misa u otro sacramento. Puede tener un pequeño mantel por respeto a los elementos que se van a colocar sobre ella. El mismo diccionario de la RAE la define: “Mesa o repisa que se pone inmediata al altar, a fin de tener a mano lo necesario para la celebración de los divinos oficios”.

Sobre la credencia, antes de la Misa, se coloca la patena con las hostias, el cáliz con su purificador y corporal, los copones que hagan falta consagrar, las vinajeras con el vino y el agua, el lavabo (jarra y plato) con su toalla para el lavatorio de manos, las bandejas para la comunión que sostendrán los acólitos, un vaso de agua o una botellita si hace falta para beber en un momento dado, el acetre con agua bendita y su hisopo, etc.

Todo esto debe estar en la credencia antes de la Misa, y no sobre el altar; cuando llega el momento del ofertorio, entonces los acólitos acercan al altar todo lo que sea necesario y retiran lo que ya no haga falta (por ejemplo, las vinajeras no se quedarán nunca sobre el altar desde ofertorio hasta el final de la Misa, ni el lavabo de la Misa)…, o acercan en su momento lo que haga falta –como el acetre- y lo retiran después, sin dejarlo encima del altar todo el tiempo.

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30.06.20

¿Qué se pone encima del altar? ¿Es una repisa para todo?

altar san leandro Cuando en la iglesia vemos el honor que merece el altar, debemos elevar los pensamientos.

El altar es revestido de manteles, con flores y cirios; se venera con una inclinación profunda cada vez que se pasa delante de él; el sacerdote lo besa.

Es una Mesa santa, el ara del sacrificio, el signo de Cristo, roca de la Iglesia, piedra angular. Es el símbolo de la Mesa celestial, allá donde Cristo invita a todos los que quieran acudir, con el traje de bodas, a las nupcias del Cordero y la Iglesia.

Al ver en la iglesia el altar, hemos de pensar también en aquel altar interior, el propio corazón, que debe ofrecer sacrificios y holocaustos de alabanza al Señor.

La misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvación, se continúa en el corazón que ora. Los Padres espirituales comparan a veces el corazón a un altar. La oración interioriza y asimila la liturgia durante y después de la misma. Incluso cuando la oración se vive “en lo secreto” (Mt 6, 6), siempre es oración de la Iglesia, comunión con la Trinidad Santísima (cf Institución general de la Liturgia de las Horas, 9) (CAT 2655).

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19.05.20

Celebrar «ad orientem»: modo y manera

Benedicto XVI, misa privada ad orientem Más de una vez me consultan sobre celebrar ad orientem con el Misal romano actual, el de San Pablo VI con la tercera edición típica de San Juan Pablo II.

Alguna consulta ha girado sobre la conveniencia o no de celebrar así. Otras, sobre si para celebrar así tenían que pedir permiso al Obispo o al Vicario episcopal correspondiente. Finalmente, alguna consulta sobre las rúbricas exactas para celebrar y ajustarse al Misal con su Ordo. A esas cuestiones trataré de responder con este artículo.

1.- Conveniencia

¿Se puede, se debe hacer? ¿No lo prohibió el Concilio Vaticano II y dijo que sólo y exclusivamente Misa vuelto hacia el pueblo? Simplemente, nada de eso aparece en los textos del Concilio Ecuménico Vaticano II ni en su Constitución sobre la sagrada liturgia. Ni a favor ni en contra. Y desde luego, no es argumento aducir el “espíritu” del Vaticano II que es un fantasma que revolotea y se aplica para todo y poco tiene que ver con la letra de sus documentos.

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14.04.20

Cosas que se ven por la web: la sede, la Cruz, el cirio pascual...

sede Con esto de la pandemia, confinamiento, Misas y liturgia por Internet, Facebook, canales de Youtube, TV, etc., se ven muchas cosas, y no todas fieles a la liturgia precisamente. Tal vez por falta de formación, porque nunca lo enseñaron bien en Seminarios, Juniorados o clases de liturgia, o porque imitan lo que han visto en otros sitios, sin saber si está bien o mal, simplemente imitan porque les gustó o les pareció novedoso.

La sede

La sede es un elemento obligatorio en el Misal actual: y desde la sede se comienza la Misa y se realizan los ritos iniciales. El diácono, o un acólito, presenta el libro al sacerdote, y si no hay ministro, se coloca un atril discretísimo, sin paños ni adornos, para sujetarlo. Pero la Misa no se comienza en el altar, ni los ritos iniciales (saludo, acto penitencial, Gloria, Oración colecta) se hacen desde el altar. No, simplemente no. El sacerdote va a la sede. ¡La sede! También desde la sede haría la homilía (aunque es verdad que se permite hacerla desde el ambón) y en la sede dirigiría la oración de los fieles y los ritos finales de la Misa.

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26.04.18

La sacristía también es lugar litúrgico

Un lugar amplio, hermoso, que disponga para empezar la celebración litúrgica con suficiente recogimiento y que sirva igualmente para conservar todas las cosas y elementos necesarios para el culto: esto es la sacristía.

El Caeremoniale episcoporum señala como paradigma:

“En la iglesia catedral no debe faltar el “secretarium”, es decir una sala digna, en lo posible cercana a la entrada de la iglesia, en la cual el Obispo, los concelebrantes y los ministros puedan ponerse los vestidos litúrgicos, y de la cual se inicie la procesión de entrada. La sacristía será de ordinario diferente del “secretarium”; en ella se guarda el ajuar sagrado, y en ella los días ordinarios el celebrante y los ministros se pueden preparar para la celebración “ (n. 53).

Tanto en la sacristía como en el secretarium debe observarse el silencio y la modestia (cf. Id., n. 37):

“Pongan todos esmero en guardar silencio, respetando así tanto la común disposición de ánimo como la santidad de la casa de Dios” (Id., n. 170).

En las nuevas construcciones hay que pensar en la sacristía como un lugar amplio y no como si fuera un pequeño vestidor; y pastoralmente, cuidar mucho la sacristía: hay que lograr que unos minutos antes de la celebración litúrgica no se convierta en lugar de conversaciones y asuntos varios, sino de silencio, ya que es lugar casi-sagrado, para permitir que el sacerdote y los ministros se dispongan a los Misterios con humildad y devoción. El silencio y el orden son cualidades de una buena sacristía.

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