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24.08.21

Santas Justa y Rufina y otros santos, ídolos derribados y el Tíber fluyendo (Liturgia frente a ídolos - III)

santas justa y rufina4.- Los santos derribaron ídolos

Definitivamente, la idolatría repugna a la fe católica en el Dios único y verdadero, Santa Trinidad. Nunca el camino fue la integración de los cultos paganos e idolátricos, jamás se aceptó fabricar un sincretismo religioso: “se excluirá toda clase de sincretismo y de falso particularismo”, pide el Vaticano II (AG 22); “conservando la propia cultura y las propias tradiciones, siempre que no estén en contraste con el Evangelio” (Juan Pablo II, Redemptoris missio, n. 24).

En estos tiempos de tanta corrección política, con la etiqueta “tolerancia” cargada de relativismo para no ofender a nadie y ocultar la Verdad, no se entenderá lo que hicieron y se les juzgará duramente. ¿Habrá alguna nota de algún Dicasterio pidiendo perdón por derribar ídolos y demostrar la falsedad de deidades que estaban sedientas de sangre humana y sacrificios? ¡Esperemos que no!

Caso famoso hubo en la historia de unas santas mártires que incluso derribaron el ídolo y lo destrozaron. Ocurrió en el siglo IV, en un barrio de Sevilla, Triana, junto al río Guadalquivir, dedicado a la marinería y a la cerámica. Santas Justa y Rufina eran alfareras en aquel barrio. En una fiesta pagana, entre el 17 y el 19 de julio, dedicada a Adonis, llevaron en andas el ídolo de Salambó, una diosa de origen babilónico. En la procesión a todos se les pedía cuantiosa limosna para la diosa. Pasaron por el mercado y requirieron a Justa y Rufina que adoraran al ídolo y que ofrecieran a la diosa vasijas de las que vendían: en vez de eso, derribaron el ídolo y lo rompieron. El gobernador Diogeniano las encarceló, torturó y sufrieron martirio en Sevilla por no apostatar de la fe cristiana[1].

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17.08.21

La predicación de la fe purifica las culturas de mitos y deidades (Liturgia frente a ídolos - II)

Ídolos

2.- Las religiones paganas y cultos idolátricos

Vayamos al Catecismo de la Iglesia Católica. Siempre ha sido un pecado sumamente grave y mortal. Durante los primeros siglos, la reconciliación de los cristianos se realizaba, con una disciplina muy rigurosa, a aquellos “que habían cometido pecados particularmente graves después de su Bautismo (por ejemplo, idolatría, homicidio o adulterio)” (CAT 1447). “El primer mandamiento condena el politeísmo. Exige al hombre no creer en otros dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras divinidades que al único Dios” (CAT 2112), por tanto, no se rinde adoración “a los cultos falsos del paganismo” (CAT 2113). Y es que “la idolatría es una perversión del sentido religioso innato en el hombre” (CAT 2114).

El cristianismo es la religión del Logos, del Verbo hecho carne. Con el Logos discierne la verdad de la mentira, lo razonable de lo irracional y supersticioso. Por eso deshace en nada las religiones paganas y la mitología. Los mitos se desenmascaran frente al Logos, la mitología (y su politeísmo) se sitúa frente a la Verdad revelada y se descubre su vaciedad. Los mitos divinizan los fenómenos naturales que resultaban inexplicables: el sol y la luna, la fuerza del mar y las lluvias, la fertilidad humana y la agricultura, etc., convirtiéndolos en dioses míticos. “El mito no es otra cosa que atribuir a la naturaleza aquello que es propio de Dios. En otras palabras, se trata de una deificación de la naturaleza que aparece de este modo poblada de fuerzas ocultas, numina, para emplear el término latino”[1].

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10.08.21

La idolatría, grave pecado: ya sea la Pachamama, el becerro de oro o el Estado (Liturgia frente a ídolos -I)

Pachamama en basílica romanaAlegremente algunos, viendo noticias recientes (bastantes tristes y escándalosas), afirman que la liturgia actual, la que llaman “Novus Ordo Missae", admite sin problemas cultos idolátricos y que en la Misa se puede adaptar sin problema una oración a la Pachamama, porque es una liturgia que admite eso y más. Toman algún texto aislado y descontextualizado, ignoran otros documentos disciplinares, y defienden que el Misal de S. Pablo VI admite los cultos paganos.

Creo que todo esto merece una reflexión pausada, calmada, empezando por entender bien la idolatría, los cultos idolátricos, la doctrina de la Iglesia, la praxis de los santos y evangelizadores para terminar con la liturgia hoy, sus textos y normas que, por supuesto, no admite sincretismo alguno.

Vamos a hacer un pausado y tal vez largo ejercicio de teología litúrgica, para evitar improvisaciones y juicios precipitados sobre la liturgia, el Misal de S. Pablo VI en su tertia edytio y las actuales normas litúrgicas y rúbricas.

Con paciencia y paso a paso, reflexionemos con esta nueva serie de artículos.

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3.08.21

El color azul para la Inmaculada Concepción

casulla azul Asenjo Tradicionalmente, en el ámbito español, el color azul-celeste es el color inmaculista, el emblema de la Pureza absoluta de Aquella que fue concebida sin mancha de pecado original, en previsión de los méritos redentores de Cristo (CAT 490-491).

El arte así representó a la Santísima Virgen, túnica blanca y manto azul-celeste, con la luna debajo de sus pies dejando establecida por los siglos la iconografía inmaculista.

Fue la visión de santa Beatriz de Silva sobre la Virgen la que influyó decididamente en la plasmación de la Concepción inmaculada de la Virgen: túnica blanca, envuelta en manto azul. Se enriqueció con los elementos de Apocalipsis, cap. 12: la luna a sus pies, las estrellas como corona; “para distinguirla de la Virgen ascendente de la Asunción, se la representa con los ojos dirigidos hacia la tierra, al tiempo que aquélla los tiene elevados al cielo donde Cristo la espera”[1]. El pintor Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, en su obra póstuma Arte de la pintura (1649), establecerá muchos cánones pictóricos que se convertirán en clásicos. Sobre la Inmaculada escribirá:

“Hase de pintar, pues, en este aseadísimo misterio, esta Señora en la flor de su edad, de doce a trece años, hermosísima niña, lindos y graves ojos, nariz y boca perfectísima y rosadas mejillas, los bellísimos cabellos tendidos, de color de oro; en fin, cuanto fuere posible al humano pincel…

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27.07.21

Misterio de unidad (Tu Catedral - IV)

burgos

En cada Iglesia local hay una sola catedral, porque cada Iglesia local está regida por un solo obispo, sucesor de los apóstoles por la ordenación sacramental, y signo del mismo Cristo para la Iglesia.

Una sola catedral y un solo obispo son expresiones claras de la unidad de la Iglesia. ¡Qué fuerza tienen estos conceptos, y cómo resalta la unidad de la Iglesia un Padre apostólico, san Ignacio de Antioquía! Discípulo directo de los Apóstoles, desarrolla una bella teología de la unidad eclesial:

“Que nadie os engañe. Si alguien no está dentro del altar del sacrificio, carece del plan de Dios. Pues, si la oración de uno o dos tiene tal fuerza, ¡cuánto más la del obispo y toda la Iglesia!” (Ad Ef., 5,2).

“Esforzaos por frecuentar una sola Eucaristía, pues una es la carne de nuestro Señor Jesucristo y uno el cáliz para unirnos a su sangre, uno es el altar como uno es el obispo junto con el presbiterio y los diáconos” (Ad Fil., 4,1).

¡Visto así, cómo cambia la catedral! Ya no es un edificio cultural, poseedor de innumerables tesoros arquitectónicos, o pictóricos o escultóricos… ni tampoco lo veremos como una iglesia más, tal vez alejada del sentir cotidiano de la fe. La catedral, tu catedral, cualquier catedral es signo de unidad de la Iglesia.

Entramos en la catedral. Es grande, hermosa. Es un templo de gran capacidad, pero sobre todo es un templo con mucho significado. La catedral es casa de todos los católicos. Es hogar de los hijos de la Iglesia, presidido por el pater familias, el obispo, padre y pastor.

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