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26.11.18

Al principio, existía la familia, y la familia estaba junto a Dios

Antes del Estado y de los Estados

Antes de las monarquías y las democracias.

Antes de las Naciones Unidas, del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial

Antes del marxismo y del feminismo, de Sartre y de Butler, de Nietszche y de Foucault.

Antes de las Universidades y los ministerios de Educación.

Antes de Soros, de Rockefeller y de Bill Gates.

Antes de las leyes y de los medios de propaganda.

Antes de las ideologías y de los totalitarismos.

Antes, mucho antes, existía la FAMILIA.

Al principio, existía la Familia, y la familia estaba junto a Dios…

Al principio, y antes del principio, Dios era y es una Familia.

Por eso no podrán destruirla, aunque se esfuercen e inviertan tiempo y dinero.

Por eso la familia sigue siendo vital, indispensable, insustituible.

Por eso todos los sistemas que conspiran contra la Familia conforme al designio de Dios están condenados al fracaso, tarde o temprano.

Por eso defendiendo a la familia de su destrucción o falsificaciones defendemos al hombre mismo.

Por eso amamos y aceptamos a toda persona, y recibimos y queremos cuidar como Iglesia a todas las familias, en la situación que hoy estén pasando.

Por eso seguimos defendiendo y proponiendo, testimoniando y promoviendo la única familia diseñada por el Creador: un hombre y una mujer unidos en matrimonio indisoluble junto con sus hijos.

Esa familia está grabada no sólo en el mensaje de la Escritura, sino en lo más íntimo del corazón y la mente humanos y en la configuración de los cuerpos masculinos y femeninos.

Esa familia es la clave de la vida, de la prosperidad, de la felicidad del hombre y del mundo.

Esa familia es -también hoy- sacramento del Dios Uno y Trino que sostiene y da sentido a la historia.

Salvemos la familia, aunque hoy recibamos ataques y seamos acusados de intolerancia por los intolerantes.

Salvemos la familia, aunque en nuestro día a día no siempre logremos vivirla en plenitud.

Salvemos la familia, y dejemos que la Gracia y la Verdad de Jesús sanen y renueven nuestro mundo.

P. Leandro Bonnin.