Número de seminaristas, ¿termómetro de la Iglesia?

Cuentan que el siempre provocador Castellani solía afirmar en sus tiempos: “En Buenos Aires faltan 50 curas y sobran 100”.

Probablemente yo estaría, para Castellani, en el grupo de los que “sobran”.

No obstante, recordé la mordaz afirmación cuando, días pasados, se debatió en diversos foros la cuestión del número de vocaciones y de la incidencia positiva o negativa de un Papa u otro en el “surgimiento” de las mismas. En los comentarios surgían todo tipo de aseveraciones, algunas muy acertadas y equilibradas, casi siempre reduccionistas y en algunos casos desde un desconocimiento completo de lo que es el proceso de selección y discernimiento.

Entre todas las afirmaciones, me parecieron bastante improcedentes aquellas que vinculaban el crecimiento o declinación del número de seminaristas a la influencia –y, por tanto, a la fecundidad- de un papado. A mi juicio, esto es erróneo, e intentaré mostrar por qué.

Vocaciones y vocaciones

Yo pensé durante mucho tiempo que el simple “número” de aspirantes al sacerdocio era un indicador necesariamente positivo de una diócesis o de una congregación.

Pero a medida que me fui adentrando un poco más, por mi propia experiencia en el Seminario, por el acompañamiento luego a otros jóvenes que ingresaban en la vida consagrada y por el conocimiento de algunas realidades eclesiales con desarrollos verdaderamente sorprendentes, me fui dando cuenta de que la cosa no era tan sencilla.

Algunos Seminarios, por ejemplo, tuvieron en sus períodos de apogeo una cantidad enorme de ingresos. Cuando uno indagaba un poco sobre el proceso previo de discernimiento, se daba cuenta de que esta había sido prácticamente inexistente. Bastaba el deseo del joven y una carta de un párroco entusiasmado para que el muchacho, pocos meses –o incluso semanas- después de pensar por primera vez en el sacerdocio, vistiera una elegante sotana. El párroco, orondo, llegaba algunas veces a jactarse ante su comunidad de los frutos de su pastoral juvenil y de cómo Dios los bendecía con vocaciones.

 

Otro fenómeno que descubrí tiempo después es que en ciertas congregaciones –y quizá también en algunas diócesis- la pastoral vocacional se realizaba con métodos poco respetuosos de la libertad de los sujetos. Así, hubo quienes afirmaron –e incluso escribieron- que “aunque el pensamiento de la vocación viniera del Demonio, hay que seguirlo”(sic). Otros predicadores, en el delicado contexto de unos Ejercicios Espirituales, afirmaron con rotunda claridad que “si alguien se plantea la posibilidad de ser sacerdote, es seguro porque tiene vocación”. Añadiendo algunas veces a esta temeraria afirmación “si alguien tiene vocación y no la sigue, se pone en riesgo o, más aún, casi firma el decreto de su condenación eterna”. Progresivamente fui descubriendo historias de seminaristas que estuvieron muchos años en la casa de formación y de sacerdotes que se ordenaron por puro miedo a condenarse, estando por dentro completamente aterrados y no siendo felices –pero sí mostrándolo- de su vocación.

 

Muchas de estas “vocaciones” mal discernidas o sostenidas bajo presión concluyeron con sus protagonistas abandonando pronto o más tarde bien su camino de formación, bien su vida sacerdotal o consagrada, algunas veces con escándalo y muchas con una cuota de resentimiento difícil de resolver.

 

¿A dónde quiero llegar?

No tengo una respuesta completa sobre este asunto, pero sí puedo afirmar –como lo han hecho antes de mí muchos otros-

# Que no es el número de seminaristas o novicios un indicador fiable para medir la vitalidad de una iglesia.

# Que no se puede juzgar a la distancia la autenticidad de un carisma o la santidad de un líder o de la fecundidad de una diócesis o congregación, sin conocer de primera mano quiénes, cómo y por qué están esos jóvenes en su camino.

# Que cada historia es diferente y cada camino de santidad es único.

# Que es necesario corrernos de un paradigma eficientista, centrado en las cifras y en lo visible.

# Que un criterio más certero sería, a mi juicio, analizar la vida sacerdotal o consagrada en el lapso de unos 10 o 15 años, y estudiar si se perciben equilibrio psíquico y espiritual, alegría en el ministerio o servicio, fidelidad verdadera. Esto es imposible hacerlo a nivel global.

#  Que la cuestión de las vocaciones y de la vocación es un verdadero misterio, que no se puede resolver estadísticamente. Y que debemos cumplir incesantemente –aunque no exclusivamente- con el único mandato que Jesús nos dejó al respecto: “pidan al dueño del campo que envíe obreros a su mies”.

Para que así, estén los que deben estar. Y no suceda que, como decía el jesuita argentino, “falten muchas vocaciones… pero sobren demasiadas”

16 comentarios

  
Jero
Es un indicador importante.
Si un seminario diocesano tiene muchos candidatos al sacerdocio, significa que hay una pastoral diocesana o párrocos o padres de familia que proponen a los jóvenes que "piensen" o busquen en su corazón si Dios los está llamando a consagrar su vida. Luego se verá si el muchacho tiene o no condiciones, si está escuchando a Dios o a sí mismo, etc.
Pero lo importante es que hay un contexto (familia-parroquia-colegio-grupos diocesanos) en donde existe la noción de que la vida religiosa es una opción de vida real, concreta y viable. Y esa "mentalidad" tiene que ver con un contexto de fe y pastoral que tiene que ser cuidadosamente alimentado por el Obispo y su clero.
En la diócesis de zona norte por ponerle un ejemplo muy concreto, que es populosísima y solía haber familias muy creyentes, con un seminario rebosante de jóvenes (esos que hoy tienen unos 50 años), hoy hay media docena de seminaristas. Es un indicador muy elocuente. Son los curas de aquella generación y las anteriores (50 a 70 años) los que hoy son párrocos y deben "cubrir los agujeros" pastorales (en cantidad) por ausencia de clero joven.

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Padre Leandro
Pues le aseguro que la sola "cantidad" de seminaristas no habla de una pastoral o de un contexto familiar necesariamente bueno. Lo que le cuento son historias verdaderas. Chicos completamente "crudos", sin familia, sin formación, que hicieron un "retiro de impacto" e ingresaron al Seminario, y allí estuvieron tres o cinco años, engrosaron las cifras de todo ese tiempo. Y chicos con o sin familia, aterrorizados por su condenación o manijeados desde afuera, llegaron incluso a ordenarse, para luego desertar.
Por eso digo que no se puede analizar desde lejos ni por "fotos". Si un Seminario está lleno, no es, necesariamente, un signo de que se esté haciendo las cosas bien.
30/06/17 9:27 PM
  
Francisco Javier
No nos preocupemos por el numero, mas bien por la calidad de estos.
30/06/17 9:36 PM
  
solodoctrina
Estimado P Bonnin usted sostiene que son afirmaciones "improcedentes aquellas que vinculaban el crecimiento o declinación del número de seminaristas a la influencia –y, por tanto, a la fecundidad- de un papado".

Por el contrario, opino que en este tiempo, donde no existe ninguna presión extra, es decir, no hay una aceptación social del sacerdocio y en el cual se constata, en general, un acoso a los seminaristas por parte de sus familias que no comparten esta opción de vida, es muy probable que el llamado, el atractivo que pueda ejercer un Papa sobre los jóvenes, en especial desde San Juan Pablo II, con sus Jornadas orientadas a esta etapa de la vida, es muy determinante en el crecimiento de las vocaciones sacerdotales.

Y a mi juicio, el atractivo que debe mostrar un Papa es la sana doctrina de la Santa Madre Iglesia, sin eludir los temas candentes y actuales de la moral, ni sustituyendo la agenda católica -la cual el Papa tiene el deber de enseñar y con ella orientar a los creyentes y no creyente- por una agenda afín al "establishment", al mundo: el improbable -literalmente- cambio climático, los aplausos a la inmigración indiscriminada, la misericordia sin arrepentimiento, es decir, sin justicia y la permisividad con la "dureza del corazón", con la causa del adulterio, según el Señor.

Por último, un cristiano por criterio que estableció Cristo, es resultadista, "por sus frutos los conoceréis", y frutos en cuáles rubros? Muy sencillo, al decir de Ripalda: Credo, Mandamientos, Oraciones y Sacramentos. Todo fruto en esos puntos, no cabe duda, es agradable a Dios. El sacerdocio es un sacramento, Todo crecimiento allí debe ser alabado, sin dudas. Lo contrario, la disminución vocaciones, un indicador de la esterilidad de un papado en este tiempo, va contra la esencia de la Iglesia; no hay Iglesia de Cristo sin sacerdotes.

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Padre Leandro

Estimado Solodoctrina
No es lo mismo "seminaristas" que "vocaciones sacerdotales", ¿comprende?. Ahí está el quid de mi nota.

Por otro lado, lo que le cuento (todas las historias que le cuento) sucedieron durante el pontificado de Juan Pablo II, que ninguna culpa tenía de discernimientos vocacionales inexistentes o "bajo presión".
01/07/17 1:29 AM
  
Pensador
Excelente el artículo, pero no sera facil quitar del imaginario catolico la idea de "numero de seminaristas: parametro de santidad"....el verdero parámetro es el de sacerdotes santos, pios, bien formados y dispuestos. Un cura de Ars era suficiente e insuficiente a la vez en su pequeño pueblo. He estado en seminarios, no en calidad de seminarista, sino de docente, y la impresion fue esa misma: la verdadera prueba es el sacerdote.

Sería como medir la profesionalidad de un pais por los ingresantes a la universidad, nadie se tomaria en serio las cifras.
01/07/17 5:11 AM
  
solodoctrina
Estimado Padre Leandro

Le pido a usted me corrija si me equivoco. Entiendo que sugiere o vincula el crecimiento explosivo de seminaristas bajo el pontificado de San Juan Pablo II debido a:

1. procedimientos de captación de seminaristas poco respetuosos de la libertad de las personas.

2. como corolario de lo anterior, incorporación de seminaristas sin vocación sacerdotal real.

Debo confesar que las historias que usted cuenta tienen total verosimilitud -conozco alguna de ese tenor por mi lado- pero la existencia de algunos abusos de ninguna manera compromete al santo polaco, porque jamás hubo una directiva de él en ese sentido, ni se conoce que haya estado omiso en atender quejas sobre estos procedimientos tan poco evangélicos.

Además, habría que probar que esos procedimientos ya no existen bajo este pontificado de Francisco, para que no fueran comparables las cifras y tendencias tan opuestas sobre seminaristas entre su pontificado y el del papado de Wojtyla.

Paralelamente, creo imposible cuantificar vocaciones sacerdotales reales dentro de los seminaristas o dentro de los ya ordenados sacerdotes. También, habría que considerar un hecho, por cierto,lamentable, como lo es el de los numerosos casos de vocaciones sacerdotales reales que no ingresan al seminario por falta de conducción y orientación acertada de la Jerarquía, en el momento adecuado.

En resumen, partiendo de la base que las dificultades antes enumeradas han sido las mismas bajo ambos pontificados, pero afectan a un número de casos poco frecuentes, no comparto su afirmación sobre que “no es el número de seminaristas o novicios un indicador fiable para medir la vitalidad de una iglesia” ya que bajo las mismas condiciones de rechazo social al sacerdocio, la eficacia del pontificado de San Juan Pablo II en atraer seminaristas –hecho que llama la atención en nuestro tiempo- ha sido admirable.


01/07/17 8:09 AM
  
chico
Mirando a los Santos Fundadores de Órdenes y Congregaciones se constata que mientras estaban ellos, tuvieron muchas y santas Vocaciones, aunque también algunos Judas.. Pero las Vocaciones abundaban. La Santidad siembra Vocaciones. La vida pecadora, siembra esterilidad y muerte de Vocaciones. Así que, si ahora no hay Vocaciones señal es de que falta la Santidad en .... todos, especialmente en los Pastores. Para mí es claro. Y cuando digo Santidad digo todo: Gracia más madurez humana, pues son ambas inseparables.
01/07/17 9:29 AM
  
Almudena1
Yo las causas exactas del declive vocacional no las se.
Tampoco del declive del matrimonio sacramental.
Tampoco del aumento de divorcios, abortos, corrupción....
Pero todo indica que habría que saber interpretar los signos de los tiempos, y un termómetro bien puesto puede indicar el grado de fiebre y enfermedad que padecemos. No es achacable solo a un factor sino a la suma de varios, pero eso no le quita responsabilidad a lo que uno en concreto no hace o hace mal. Por ejemplo, ¿particularmente rezo a diario por que El Señor envíe siervos buenos a Su mies?
01/07/17 11:11 AM
  
Eclessiam
Habría que hacer algunas preguntas extra.

1. En un mundo hedonista e hipersexualizado, ¿quién, en ''su sano juicio'', se plantearía si quiera considerar ser sacerdote?

2. ¿Por qué se plantean los jóvenes entrar al seminario?

Esto, con referencia, sólo al número de seminaristas, no de vocaciones. Para que una diócesis tenga un alto número de seminaristas -independiente de sus vocaciones- tiene que lidiar con estas dos cuestiones.

El joven que se plantea entrar en el seminario -tenga o no tenga vocación- debe ver un atractivo suficiente al mismo para sortear la primera cuestión y cumplir con suficiencia la segunda.

He aquí el por qué hay muchos seminarios vacíos, en donde prima la heterodoxia y la heteropraxis, disciplinar, moral, litúrgica. Pues sólo la ortodoxia y ortopraxis son causales de suficiente atractivo, de suficiente belleza. El joven se pregunta: ¿voy a ser sacerdote para que toquen guitarra y con dos ''velitas'' en el altar, y predicarles el bienestar social? o, ¿voy a ser sacerdote para celebrar en latín y con cantos gregorianos, predicándoles que ancha es la puerta de la condenación y estrecha la de la salvación? (No me refiero al modo extraordinario, sino simplemente la ortodoxia y ortopraxis de la Iglesia)

Y si bien, de unos 100 seminaristas sólo 10 tienen vocación, con el favor de Dios sólo esos 10 se ordenarán. Sin embargo, según tengo entendido hay sólo 40 seminaristas en toda Alemania, ¿donde es más posible, tan sólo por número, que haya más vocaciones verdaderas?

San Francisco de Asís, en vida, atrajo a más de 10.000 religiosos a una vida de extrema pobreza, de castidad y de obediencia. Y San Bernardo llevó a otros tantos a la vida monástica.

El número en sí mismo no indica con fiabilidad la calidad de una Iglesia local, pero sin duda, es un indicador a tener en cuenta.
01/07/17 12:41 PM
  
josep
si cuidamos la vida cristiana habrá vocaciones.
01/07/17 1:53 PM
  
Hector R
Me encanto el articulo, gracias Padre
01/07/17 4:49 PM
  
Antonio
Padre, usted dice: " # Que no es el número de seminaristas o novicios un indicador fiable para medir la vitalidad de una iglesia."
Yo no diría que no es fiable. Solo diría que no es "absolutamente fiable".
Si usted, en una diócesis, tiene un seminario vacío, sin vocaciones, yo diría que esa estadística es para tenerla en cuenta. Evidentemente, algo anda mal.
Si usted tiene un seminario lleno de vocaciones, aunque algunas después se comprueben que no eran tales, ese número grande de seminaristas está diciendo algo.
Yo no rechazaría de plano la estadística, la analizaría y la tendría en cuenta. Algo le está diciendo.
Saludos.
01/07/17 5:20 PM
  
Leandro Bonnin
Gracias a todos por sus comentarios!

Aclaro algunas cuestiones, que creo no están siendo bien leídas o interpretadas.

1. De ninguna manera cuestiono a San Juan Pablo II. Nací en 1979 y me ordené diácono unos días después de su muerte. Me ha marcado mucho y agradezco a Dios por su magisterio y su testimonio.

2. Es un error identificar sin más "seminaristas" con "vocaciones sacerdotales". Es un error analizar "desde lejos", por ver unas fotos en internet, sin conocer con exactitud los procesos.

3. Es imposible hacer un análisis global sobre las condiciones culturales favorables o no favorables a la vocación, si han mejorado o han empeorado. En cada país e incluso en cada diócesis e incluso en cada ciudad se experimenta de modo diverso. Según mi parecer, y esto lo afirmo sólo referido a la Argentina, el nivel de cristianofobia ha aumentado exponencialmente entre la década del ´80 y nuestros tiempos. Los escándalos de abusos sexuales han dañado también el prestigio social del clero. Por lo tanto, en este contexto cultural -y poniendo entre paréntesis la gracia de la vocación, factor completamente no estadistizable- , es mucho más difícil que un joven decida hoy ingresar en un camino de formación.

4. Los escándalos de abusos y las abundantes deserciones sacerdotales ocurridas no sólo en los ´70 sino también en los ´90 y en nuestro siglo hay llevado a la mayoría de las diócesis a tener criterios mucho más exigentes para los ingresos. Ese sólo hecho puede explicar el descenso de seminaristas, que no significa necesariamente "descenso de vocaciones".

5. Tengo la impresión -no lo puedo saber porque no conozco personalmente a los que comentan- que muchos son laicos, y por lo tanto no pueden conocer algunos entresijos a los que sólo accedemos los curas.

Bendiciones!
01/07/17 6:30 PM
  
Eclessiam
Padre, recuerde que una Iglesia local que luce como Jesucristo (Porque hace y dice lo que Jesucristo manda, es decir, su Iglesia) es demasiado atractiva, le pasó a Jesús, quién no habló como ningún hombre (Jn 7, 46), quién fue tan atractivo para el endemoniado de Geresa que le pidió seguirlo, aunque luego Él lo despachó (Mc 5, 19), y que, aunque de los muchos discípulos que lo seguían muchos abandonaron su vocación o no la tenían (Jn 6, 67), al final Jesucristo guarda y conserva lo que el Padre le ha dado (Jn 17, 12).

Porque una Iglesia local que no luce como Jesucristo, porque no hace ni dice lo que Él manda, jamás tendrá multitudes que vendrán aunque sea para saciarse de pan (Jn 6, 26). Pensemos, por ejemplo, en una Iglesia donde no se someten a los demonios, ¿cómo estarán los 72? (Lc 10, 17) ¿Y cómo lo someterán si no lo creen -que puedan someterlos-? ¿Y como creerán si no se les predica -la verdadera Palabra de Dios-?

En fin, que se aumente la rigurosidad de la admisión a los posibles seminaristas, no quita que, si hay muchos quienes aspiran a ello, más de alguno se pueda colar. En una Iglesia que florecen los aspirantes al sacerdocio, si 1000 lo quieren ser, si se rechaza por ejemplo al 90%, tendremos en un solo año a 100 seminaristas. Y con las enormes ciudades de hoy, es muy difícil que el Señor no siga enviado obreros a sus mies, siendo que la mies sigue creciendo y creciendo. Ciertamente no podemos aplicar rigurosamente las estadísticas aquí, pero tampoco menospreciarla, pues Dios todo lo dispuso «con medida, número y peso» (Sab 11, 20).
02/07/17 12:32 AM
  
Ramvel
Con riesgo de salirme un poco del tema central, me pregunto lo siguiente:
¿La vocación es una llamada que uno trae consigo al existir, latente por supuesto, que luego deberá ser "despertada" y respondida? (...te conocía desde el vientre de tu madre)
¿O es acaso posible que uno reciba espontáneamente el llamado?
¿Qué lugar ocupan las oraciones de intercesión por los seminaristas o por los que "tienen" vocación y no se están dando cuenta?
¿Cómo debe ser esta oración? ¿Es suficiente poner como intención "Señor, envía más obreros a tu mies"?
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He escuchado en varias ocasiones algunos comentarios que no sé si tendrán un fundamento real o son solo conjeturas de la gente. Que algunos (¿muchos?) jóvenes van al seminario para formarse "gratis" y se salen antes de ordenarse a hacer sus vidas con buenas referencias y título en mano. Con frecuencia se tratarían de jóvenes de escasos recursos. No sabría decir, de existir estos casos, en qué medida se dan.
02/07/17 7:39 PM
  
RUBEN
Si el grano de trigo no muere no da frutos. Alguien tiene que morir para dar frutos.
03/07/17 4:24 AM
  
Jacinto
Claro que es un indicador de la salud espiritual de una diócesis. Los números cantan y de que manera. Esto en España es constatable diocesis por diócesis. Otra cosa es que un buen Obispo llegue a un erial y lógicamente necesite años de siembra hasta que llegue la cosecha.
03/07/17 8:35 PM

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