El exterminio de los católicos por correo electrónico
Fragmentos de apocalipsis (10)
No gana uno para sustos. Hace unos días recibí el enésimo envío de correo electrónico de un individuo que, aunque pone su nombre (desconozco si real o imaginario), al leerlo me doy cuenta de que está escrito… ¡por el mismo Jesucristo! Y la verdad es que se trata de mensajes preocupantes. Habitualmente no les presto atención, pero en este último mensaje ha podido más la curiosidad, y tras el asunto de la misiva, que es también su título escrito con gran tamaño y colores llamativos (“La oposición a Mi Segunda Venida será feroz. Por la masonería mundial que gobierna el planeta”), me ha sorprendido sobremanera que el destinatario principal del envío sea Benedicto XVI –en concreto, la dirección de correo que facilita la Santa Sede para contactar con el pontífice– aunque las demás direcciones se mantengan ocultas.
Internet ha supuesto la difusión planetaria de “nuevas revelaciones” que antes no tenían mayor trascendencia, ya que hacían falta grandes recursos para multiplicar los panfletos impresos con los mensajes apocalípticos transmitidos de forma secreta a videntes y oyentes varios. El mismo Dios Padre, Jesucristo, el Espíritu Santo, la Virgen María o algunos santos son las supuestas fuentes de la revelación recibida por personas, en ocasiones anónimas, que se dedican a asustar a los demás con mensajes más o menos extravagantes. Podríamos calificar a todas estas corrientes como “ultracatólicas” en el sentido original del prefijo “ultra”, que tomado del latín marca a nuestros términos con el sentido de “más allá de”. Porque, a pesar de toda apariencia piadosa buscada conscientemente con el uso de iconografía católica clásica, estas personas y grupos se salen de toda norma eclesial, obediencia magisterial y normalidad creyente en el mundo.