La trampa de las sectas, a estudio en la Universidad LUMSA de Roma

Llamar la atención sobre los peligros de las sectas criminales, aquellas que usan la manipulación mental, aprovechando la dificultad psicológica o incluso la fragilidad momentánea de las personas (debido a un duelo, dificultades económicas o dolor sentimental) para afirmar una posición de poder y perseguir beneficios económicos o sexuales ilícitos.

Éste fue el objetivo de la iniciativa “La trampa de las sectas”, un encuentro formativo organizado por la Policía Nacional (Polizia di Stato) y la Asociación Comunidad Papa Juan XXIII (APG23), en colaboración con el Consorcio Universitario Humanitas, el pasado 9 de noviembre en la Libera Università Maria SS. Assunta (LUMSA) de Roma, tal como informa este centro católico.

El encuentro partió de historias de investigación criminal para hablar sobre las “psicosectas” y las sectas satánicas, abordando las características del manipulador, la personalidad de los adeptos, las técnicas de captación y los casos criminales que pueden darse en ausencia de un delito típico, como la violencia privada, fraude, extorsión, violencia sexual, pedofilia, instigación al suicidio y asesinato.

Además, la conferencia se enriqueció con el testimonio de algunas víctimas y se centró en la estrategia de la policía que se ha puesto en marcha para combatir el fenómeno criminal.

Policías, psicóloga, sacerdote… y un ministro

En el medio digital italiano In Terris, Francesco Volpi da más detalles. La jornada comenzó con los saludos institucionales, que estuvieron a cargo del rector magnífico de la Universidad LUMSA, Francesco Bonini, del prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Becciu, del director general de la APG23, Giovanni Paolo Ramonda, y del procurador general del Tribunal de Apelación de Catanzaro, Otello Lupacchini.

Después tuvo lugar un debate moderado por Piergiorgio Giacovazzo, periodista de la RAI. Participaron Francesca Capaldo, responsable del equipo antisectas de la Policía del Estado; Anna Maria Giannini, profesora ordinaria de Psicología de la Universidad La Sapienza de Roma, y don Aldo Buonaiuto, sacerdote exorcista y responsable del servicio antisectas de la APG23. Las estrategias de prevención adoptadas fueron expuestas por Vittorio Rizzi, director de la Unidad de Policía contra el Crimen. Y no faltarán los testimonios de las víctimas. El evento fue clausurado por el ministro del Interior, Matteo Salvini. El objetivo fue crear conciencia sobre el tema para aumentar los informes y las denuncias. “Sobre estos abusos todavía hay demasiado silencio”, explica amargo Aldo Buonaiuto. “Quien sabe, debe hablar”.

Miles de víctimas en Italia

“Hacer el mal a los demás me hizo sentir importante, aceptado. Por primera vez en mi vida no me sentía solo. Sólo hoy me doy cuenta, en cambio, de cuánto dolor he causado”. Andrea (nombre ficticio) describe así el largo descenso al infierno que lo llevó, durante años, a ser un miembro activo de una secta satánica. Su infancia fue difícil, con complejas relaciones familiares, rabia guardada en su interior, el deseo de renegar de todo… Un vacío en el alma que anhelaba llenar dando confianza a aquel grupo de chicos que parecían interesados en él y en sus habilidades. Fue la entrada a un abismo del cual hoy está saliendo con mucho esfuerzo.

En Italia se encuentran más historias como ésta de lo que pueda imaginarse. Miles de personas captadas, manipuladas y explotadas. Sin embargo, el de las sectas, satánicas o no, es un fenómeno del que se habla muy poco en los medios de comunicación. Por la extrema delicadeza del asunto, por el clima de silencio culpable construido alrededor de las víctimas, pero también por el miedo. Hablar, contar, sin temer por tu vida o sentirte asaltado por un sentimiento de vergüenza profundo, asfixiante.

Sin embargo, los datos hablan por sí solos: de acuerdo con el padre Aldo Buonaiuto, sacerdote exorcista y responsable del servicio antisectas de la APG23 –el teléfono gratuito (800-228866) solicitado por Don Oreste Benzi para ofrecer ayuda concreta a las víctimas–, pueden llegar hasta “15 llamadas al día, más de 5.000 al año”.

¿Cómo actúan las sectas?

¿Pero qué son estas organizaciones y cómo funcionan? En esta asociación se entiende la secta, en general, como un grupo criminal que es autor de conductas abusivas hacia otras personas, en particular a través de la comisión de delitos. El mínimo común denominador para esta realidad (en sus propósitos e inspiración), a menudo muy diferente entre los diversos grupos, está representado por la manipulación y el condicionamiento mental, lo que lleva al adepto a una condición de alienación.

Esto generalmente ocurre a través de un proceso de alejamiento de las relaciones familiares, reemplazado por las relaciones existentes dentro de la comunidad. Un proceso de adoctrinamiento, a veces asociado con la presencia de símbolos mágicos o pseudorreligiosos, sirve para consolidar el vínculo y eliminar cualquier posible resistencia. Es central también la figura del líder, que establece un canal privilegiado de comunicación con las víctimas. Otro elemento común es la situación de aislamiento en la que se encontrará el adepto, convencido de que el sentido de pertenencia al grupo va a satisfacer su necesidad de ser escuchado.

Luego está el control mental, ejercitado a través de un monitoreo cuidadoso del estilo de vida, el pensamiento, las relaciones interpersonales y los canales de comunicación. Durante el proceso de inserción, la víctima pierde conciencia de las violaciones cometidas en su contra. El camino de recuperación, para quienes se van, es largo y tortuoso: es difícil superar el trauma, mientras que el riesgo de una recaída siempre está a la vuelta de la esquina.

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