Argentina: prisión para una pareja que abusó de niños en ritos umbanda

Una dura pena recayó sobre la pareja que abusaba de los dos hijos de la mujer durante la práctica de ritos umbanda. El hombre, un empleado de la Municipalidad de Mendoza capital (Argentina), fue condenado a 15 años de prisión, en tanto que para la madre de los menores, asistente de un geriátrico, la pena fue de 10 años de cárcel. Lo cuenta Óscar Guillén en el diario Los Andes.

El sentencia para M.F. y su pareja, M.M., –los  nombres se reservan para proteger la identidad de los menores– fue dictada por la Segunda Cámara del Crimen –conformada por los jueces Roberto Uliarte, Ariel Spektor y Rafael Escot– tras una breve deliberación. Los magistrados siguieron el pedido realizado durante los alegatos por el fiscal Dario Tagua, al cual se adhirieron también los abogados defensores.

El hombre fue condenado por el delito de abuso sexual reiterado, con acceso carnal agravado por la situación de convivencia, y también por corrupción de menores agravada por la convivencia. En cambio, la mujer sólo fue juzgada por corrupción de menores agravada por el vínculo.

Poseído por espíritus

Durante el debate, que se realizó a puertas cerradas por ser un delito de instancia privada, la mujer se mostró como una persona “ida, ausente, como si no tuviera voluntad”, contaron fuentes judiciales a Los Andes.

En cambio, el hombre, si bien no admitió el hecho plenamente, dijo haber estado bajo la extraña influencia de “espíritus” que, según sus creencias –el rito afrobrasileño umbanda– pueden ser “buenos o malos”.  De esta forma, sostuvo que habría actuado bajo la voluntad de esas entidades espirituales.

Ya en el plano de la realidad, los abusos comenzaron en 2011, cuando el municipal umbanda, una tarde en que la hija de su pareja se estaba duchando, entró al baño y comenzó a abusar de ella, diciéndole que “la iba a curar”.

Unos meses antes el hombre se había ido a vivir a la casa de la mujer, quien tiene unos 10 años más que el municipal y dos hijos, que en esa época eran muy chicos: la niña tenía 12 y el niño 11. Durante la investigación la niña les explicó a los psicólogos que el padrastro la violaba de manera regular. Le decía que la “tenía que purificar” y que si contaba lo sucedido vendría su padre biológico y se la llevaría.

Más tarde, los encuentros sexuales entre el empleado municipal y la niña comenzaron a ser presenciados por el pequeño hermano de la víctima (era obligado a hacerlo).

Hermanos abusados

Los dos hermanos indicaron –por separado y en cámara Gesell– que esa situación se llevaba a cabo en el comedor de la casa donde vivían y describieron elementos de tipo umbanda, como candelabros, inciensos, escritos y velas.

En algunas situaciones, el chico era obligado a mantener relaciones con su hermana, que no se consumaban porque estaba inmaduro sexualmente. El condenado también abusaba del chico y lo obligaba a autolesionarse con un cigarrillo encendido, algo que el sujeto hacía delante de otras personas para demostrar que el niño era “débil” y no tenía poderes como él.

Los niños declararon, además, que muchas veces su propia madre presenciaba los actos sin intervenir. A veces los obligaban a fumar y a beber alcohol como parte de un rito.

Estas situaciones de abuso se produjeron entre 2012 y 1014 en una vivienda de la Cuarta Sección de Ciudad, salvo cuando las víctimas vivieron con su abuela, en 2013. En 2014, la abuela se dio cuenta de que los menores no estaban bien y fue a la escuela de los chicos.

Las autoridades de la escuela llamaron a la Policía y desde la OAL (Órgano Administrativo Local) se decidió que el niño viviera con la abuela. La denuncia pasó a manos del fiscal Carlos Torres de Ciudad, quien los detuvo e imputó.

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