Descubren en Rusia una secta cuyos adeptos vivieron 10 años bajo tierra

Durante más de una década 70 miembros de una secta vivieron bajo tierra en la república de Tatarstán, en Rusia. Entre ellos había 27 de niños, muchos de los cuales no habían visto nunca la luz solar y se encontraban sucios y en mal estado cuando fueron encontrados. Subsistían sin luz solar, electricidad ni calefacción siguiendo a un predicador musulmán de 83 años, Fairsrajman Satarov, que se autodenomina profeta de Mahoma y se opone a algunos principios del Islam. Así lo cuenta Xavier Colás en el diario El Mundo.

Quería que su gente cortase cualquier conexión con el exterior, así que ordenó a sus discípulos construir un gran sistema de celdas bajo su casa. Los seguidores no podían salir de la oscuridad salvo en contadas ocasiones y todos vivían en pequeñas celdas sin ventilación dispuestas en ocho niveles bajo el suelo de una finca de 700 metros cuadrados.

Por ahora no se han practicado detenciones entre estos habitantes subterráneos, que se hacen llamar ‘muammin’ a partir del término árabe que significa “creyente”, aunque son conocidos como los Fayzarahmanistas, tomando el nombre de su líder.

Los niños, de edades comprendidas entre los 1 y 17 años, fueron ingresados en un hospital y posteriormente irán a orfanatos. Una chica de 17 está embarazada. Contra los padres se ha abierto una investigación por maltrato. El hallazgo se debió a una casualidad, cuando un comando especial asaltó el recinto por sospechas de terrorismo cuando investigaba el asesinato de un religioso islámico. La secta en la ciudad de Kazan, a orillas del Volga y a unos 800 kilómetros al este de Moscú, sólo permitía a unos pocos miembros salir al exterior para trabajar en un mercado local.

Satarov, que había sido imam en la provincia vecina de Bashkortostan, había declarado su casa en las afueras de la ciudad como un estado islámico independiente. En una entrevista en 2008 con el diario ruso Komsomolskaya Pravda, Satarov había dicho que se distanció de otros clérigos en la era comunista, cuando la KGB al parecer le envió a otras naciones musulmanas con historias sobre libertad religiosa en la URSS, que oficialmente era atea. Esos viajes eran una práctica común en aquellos años en el caso de los clérigos bien vistos por el Estado, pero él considera que así se convirtió en “un servidor de Satán”, así que lo dejó y empezó a predicar por su cuenta.

La casa que ocultaba las cuevas fue construida ilegalmente, según comunicó la policía de Tataristán, república federada rusa. Los miembros de la secta han dicho que se resistirán a la demolición del edificio y los líderes musulmanes de la zona han advertido de que los mensajes de Satarov contradicen sus dogmas. Tras la caída de la URSS, que promovía el ateísmo, los grupos islamistas radicales han florecido en esa tierra rica en petróleo pero con fuertes desigualdades.

Según explica Rodrigo Fernández en el diario El País, el “estado faizrahmanita", que no reconoce las leyes rusas, tiene un territorio de unos 700 metros cuadrados, y comprende un casa de tres plantas, una mezquita con su minarete y algunas viviendas subterráneas. Llevan una vida de comuna, se alimentan juntos y duermen en camas camarote triples en una especie de búnker construido bajo la casa, en espacios separados los hombres, las mujeres y los niños. Desde 2001 viven completamente aislados del mundo exterior, tienen su propia minicentral eléctrica, y el agua la obtienen de un pozo abierto en su territorio. Los niños no reciben vacunas ni enseñanza que no sea la de Faizrahmán.

En Euronews leemos que entre los adeptos, 27 eran niños, encerrados en habitaciones sin luz natural, electricidad o calefacción. La mayoría nació en cautiverio y nunca ha visto la luz del sol hasta el momento de ser descubiertos. “La habitación es un zulo sin luz natural ni ventilación, un sótano excavado bajo el edificio”, según Irina Petrova, policía fiscal. De momento no se han producido detenciones. El fundador de la secta está en libertad con cargos por negligencia.

“El estado de los niños es satisfactorio. Todos habían sido alimentados (en la secta), aunque estaban muy sucios”, señaló la directora de la planta infantil del Hospital nº 18 de Kazán, Tatiana Moroz, de lo que se hace eco Efe. “Satarov prohibía a los miembros de la secta a acudir a centros sanitarios y recibir cualquier ayuda médica. Prohibía acudir a la escuela a los niños en edad escolar, con lo que violaba los derechos constitucionales de los ciudadanos a la educación y la sanidad”, dijo Irina Petrova.

Como explica El Universal, este caso recuerda al drama cerca de la ciudad rusa de Penza, donde a fines de 2007 unos 30 miembros de una secta apocalíptica, entre ellos niños, se retiraron a vivir a un sistema de túneles subterráneo. Unos meses más tarde salieron los últimos seguidores.

Vídeo emitido por RT en español:

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