Las sectas en las Islas Canarias

Los servicios de inteligencia e información de los cuerpos policiales siempre han querido mantener cierta cautela cuando se enfrentan a cultos que se salen de lo habitual. Los integrantes de sectas, pero sobre todo sus líderes, son vigilados de cerca, con el fin de determinar sus actividades y que éstas no vulneren la ley ni la libertad individual. Algunos de estos grupos llegaron a poner en alerta a las autoridades, sobre todo los de corte satánico. A pesar de ello, en estos momentos, según fuentes policiales, la actividad de todos estos colectivos no es preocupante, al menos en Tenerife. Así informaba estos días el diario ABC, en un artículo firmado por Héctor Fajardo que reproducimos aquí por su interés.

A finales de la década de los 90, momento en que se registró un auge de las sectas milenaristas y de los agoreros del fin del mundo, hubo cierta instauración en las Islas de grupos con estas características. Entre ellos, por supuesto, destacaban algunos colectivos encandilados por la simbología demoníaca y que protagonizaron diversos actos vandálicos en cementerios e iglesias. El detonante de que se extremara la vigilancia por parte de los agentes de la Policía Nacional y Guardia Civil fue sin duda el incidente protagonizado por Heide Fittkau, que presuntamente organizó un suicidio masivo en las faldas de El Teide. Finalmente, la Justicia archivaría su causa al no existir indicios sólidos que sustentaran la imputación.

En el caso de las sectas satánicas, es cierto que llegaron a generar nerviosismo entre la sociedad. La más organizada de todas y, por tanto, a la que más atención prestaron los agentes, fue a las Hermanas del Halo de Belcebú. Esta secta estaba integrada sólo por mujeres y se reunían en una casa ubicada en la parte alta de Arona. Esta vivienda era también la sede de dicha secta, situada concretamente en el Camino Real número 66, cerca del barrio de Honduras. Según la policía, nunca llegaron a ser más de 10 miembros.

Esta secta estaba ampliamente consolidada en la costa levantina, en Castellón y Valencia. Los agentes también llegaron a tener conocimiento de su instauración en Huelva y en el año 2000 fundaron un grupo en Tenerife. Ellas adoraban a Astaroth, un demonio que normalmente es representado con una corona, sujetando una víbora en su mano izquierda y a lomos de un perro, lobo o dragón, según la mitología. Se reunían las noches de los viernes en la vivienda mencionada y practicaban orgías y misas negras hasta la madrugada del sábado, llegando a ser registradas por los servicios de información afincados en Canarias. Este grupo se desintegró cuando la supuesta líder de la secta se trasladó a la Península.

Las autoridades policiales también investigaron la aparición de un grupo satánico genuino en Tenerife, concretamente en Granadilla de Abona. Esta secta se hacía llamar La Orden y, según los primeros testimonios recogidos, era de corte diabólico. La investigación comenzó por la denuncia de los familiares de una adolescente de 16 años, que temían que pudiera haber sido captada por uno de estos grupos.

La joven había conocido días atrás a un hombre con el que había mantenido relaciones sexuales. Posteriormente, esta persona la introdujo en un supuesto grupo satánico, en el que el sexo era prioritario en sus rituales. De este modo, engañaron a la joven para que él y su grupo de amigos mantuvieran relaciones sexuales con ella sin que opusiera resistencia, ya que supuestamente era un paso necesario para pertenecer a la secta. Finalmente, la menor se percató del engaño y los agentes descubrieron que no formaban parte de ninguna estructura sectaria y que sólo lo habían hecho para acostarse con ella, aprovechando que la adolescente tenía cierta fascinación por el ocultismo.

Una venganza macabra

Actos como el ocurrido recientemente en Arico, donde varias personas profanaron al menos cinco tumbas y se llevaron los restos consigo, no son nuevos y ya han ocurrido en otras ocasiones. Uno de los casos de profanaciones que llegaron a despertar el interés de los investigadores policiales fue el ocurrido en el cementerio de Güímar a finales de marzo de 2000. Este recinto se encuentra cerca de las pirámides del municipio, un lugar mágico para los amantes de lo irracional.
Allí, el enterrador descubrió el 26 de marzo mientras hacía su primera ronda por el lugar, diversos nichos abiertos. En uno de ellos alguien colocó la fotografía de una joven que tenía sobre ella dos telas negras a modo de cruz. Ese símbolo estaba sujeto con alfileres. En la parte posterior de la foto, una inscripción con tinta negra decía: «muere poco a poco». Los agentes investigaron en el entorno de la joven que aparecía retratada y pronto dictaminaron que se trataba del fruto de una rencilla que nada tenía que ver con los cultos diabólicos. Un enemigo de la joven había querido llevar a cabo así su particular venganza hacia ella.

Otros cementerios e iglesias que llegaron a sufrir asaltos de este tipo fueron los de La Victoria y Santa Úrsula, así como el de Arico, anteriormente reseñado. Precisamente es este último el que ya ha sufrido varios asaltos, principalmente porque se encuentra lejos de las miradas de los vecinos y es una zona poco iluminada. Otro camposanto profanado fue el de Tigalate, en La Palma, hace dos años, donde se llevaron los restos de un cuerpo.

Si se fija la mirada en otro tipo de sectas, alejadas del satanismo pero igual de destructivas, es posible destacar algunas de ellas. Este es el caso de los Niños de Dios. Este grupo estuvo afincado en Santa Cruz de Tenerife. Lo fundó David Berg, un pastor evangélico estadounidense nacido en 1919, que se hacía llamar Moisés David. La organización se basaba en la interpretación personal que su líder hacía de la Biblia. Este hombre estuvo en Canarias en los años 70, cuando se reunió con un numeroso grupo de adeptos antes de trasladarse a Libia, donde finalmente falleció en 1994.

El modo en el que captaban adeptos era a través de terapias para alcohólicos y drogadictos. Aprovechaban estas reuniones para anular la voluntad de las personas que acudían a curarse de sus adicciones y los introducían en la secta. Llegaron a ser considerados un grupo de alto riesgo, por lo que fueron seguidos muy de cerca, ya que entre su particular ideología hacían apología de la violencia.

La secta Nueva Acrópolis fue otra de estas organizaciones que también estuvo asentada en la capital tinerfeña. Esta organización de tendencia neonazi posee una fuerte estructura piramidal. En la isla organizaron actos deportivos, culturales, charlas informativas, entre otras actividades, para captar voluntades. Sus miembros se trasladaron a Las Palmas de Gran Canaria después de un largo período de actividad en Tenerife. No obstante, los investigadores les siguieron los pasos.

El Partido Humanista

Otro de estos grupos sectarios que no deja de ser curioso es el Movimiento Humanista, ahora reconvertido en el Partido Humanista. Esta supuesta secta fue creada por Mario Luis Rodríguez Cobos, alias «Silo». Este grupo nació con el nombre de La Comunidad y en 1984 se afincó en España como partido político. Lo cierto es que practican un desproporcionado culto a la personalidad, más propio de una secta que de una organización política.

El colectivo ha sido investigado por el uso de métodos coercitivos, además de por amenazas a exadeptos. Sin embargo, nunca han sido condenados y ellos se defienden asegurando que las acusaciones vienen de sus adversarios políticos. Su ideología, según su propia definición, es de izquierda no marxista. Tanto en Tenerife como en Gran Canaria poseen un sólido grupo que nunca ha dejado de buscar nuevos militantes.

El francés extravagante

Es necesario hacer un paréntesis ahora y hablar de la figura de Melki Makhandar. Este francés nacido en 1932, cuyo nombre real era Michel Seunes, se dedicaba a la coreografía y a la composición musical, dedicó gran parte de su vida a la espiritualidad y a las medicinas alternativas. De esta forma captaba a personas que se acercaban a él para practicar meditación u otro tipo de rituales.

Este hombre se estableció en Tenerife a principios de los años 80, concretamente en 1982, y comenzó una rápida y fructuosa actividad. Se dedicó a impartir charlas sobre meditación y relajación, así como a realizar talleres prácticos. Vestía siempre de manera muy particular y excéntrica, con ropas holgadas. Sobre su cabeza llevaba normalmente un curioso gorro, que lo hacía claramente identificable.

Llegó a afirmar que contactaba con ángeles y arcángeles y creía firmemente en la reencarnación, lo que lejos de que lo comenzaran a considerar como alguien alejado de la realidad, le valió para establecer nuevos «clientes». Sus seminarios y charlas las impartía en ocasiones en su propia casa, donde se reunía con sus seguidores. Su domicilio estaba ubicado en la calle Neptuno número 22, en Candelaria. La policía siempre lo siguió muy de cerca.

La fama de este hombre llegó hasta tal punto que le cedieron un espacio radiofónico en una conocida emisora tinerfeña, donde presentaba el programa «La noche mágica». También ocupó durante algún tiempo parte de la programación de una televisión local. En su espacio de radio llegó a entrevistar a Miguel Zerolo (alcalde de Tenerife y diputado regional). Además, en febrero de 2003, representó en concierto su obra «María de La Candelaria» en la propia Basílica.

En la actualidad los servicios de información de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado coinciden en una cosa. En Canarias, la actividad de las sectas destructivas no se ha detenido pero actúan a menor escala. Siguen operando y captando adeptos bajo fachadas de grupos ecologistas, de meditación o de expertos en medicinas alternativas. Pero sí es cierto que las acciones visibles de cara a la sociedad han disminuido consideramente, alcanzando cotas que no superan lo anecdótico.

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