La supresión de la Compañía de Jesús (1750.1773)- y 2ª parte
LA SUPRESIÓN EN ESPAÑA Y SUS COLONIAS
La Supresión en España, y sus cuasi-dependencias Nápoles y Parma, y en las colonias españolas fue llevada a cabo por medio de reyes y ministros autocráticos. Sus deliberaciones fueron llevadas en secreto, y ciñeron a sí mismos sus deliberaciones a propósito. Sólo hace pocos años que una pista ha conducido hasta Bernardo Tanucci, el anticlerical ministro de Nápoles, quien adquirió una gran influencia sobre Carlos III antes de que el rey pasase del trono de Nápoles al de España. En la correspondencia de este ministro se hallan todas las ideas que guiaron de vez en cuando la política española. Carlos, hombre de buen carácter moral, confió su gobierno al Conde de Aranda y a otros seguidores de Voltaire; y trajo de Italia a un ministro de finanzas, cuya nacionalidad hizo al gobierno impopular, mientras que sus exacciones dieron lugar en 1766 a disturbios y a la publicación de varios pasquines, sátiras y ataques a la administración.
Se convocó un consejo extraordinario para investigar la cuestión, y se declaró que gente tan sencilla como los amotinados nunca podría haber producido panfletos políticos. Procedieron a obtener información secreta, cuyo propósito no se conoce; pero los registros conservados muestran que en septiembre el consejo resolvió incriminar a la Compañía, y que el 29 de enero de 1767 se ejecutó su expulsión. Se enviaron a los magistrados de cada localidad en las que residían los Jesuitas órdenes secretas, que serían ejecutadas entre el 1 y el 2 de abril de 1767. El plan marchaba silenciosamente. Esa mañana, 6000 jesuitas fueron expulsados como convictos a la costa, donde fueron deportados, primero a los Estados Pontificios y finalmente a Córcega.
Tanucci llevó a cabo una política similar en Nápoles. El 3 de noviembre los religiosos, otra vez sin un juicio, y ahora incluso sin acusación, fueron expulsados a la frontera con los Estados Pontificios, y se les amenazó con la muerte si regresaban. Ha de indicarse que en estas expulsiones, cuanto más pequeño es el estado más grande es el desprecio de los ministros hacia cualquier clase de ley. El Ducado de Parma era la más pequeña de las llamadas cortes borbónicas, y tan agresiva en su anticlericalismo que Clemente XIII le dirigió (el 30 de enero de 1768) un monitorium, o advertencia, según el cual los excesos serían penalizables con censuras eclesiásticas. Llegado este momento, todos los partidarios de la “Familia Compacta” Borbón se enfurecieron con la Santa Sede, y solicitaron la destrucción completa de la Compañía. Como preámbulo, Parma expulsó a los Jesuitas de sus territorios confiscando sus posesiones, como era habitual.