InfoCatólica / Temas de Historia de la Iglesia / Categoría: Europa Cristiana

20.07.10

Las raices cristianas de Europa: San Bonifacio, evangelizador de la Germania

Patrono de Alemania, uno de los más grandes apóstoles de la Edad Media y quizá de todos los tiempos

Recordamos hoy al más grande de los monjes evangelizadores de la Edad Media y acaso de todos los tiempos: Bonifacio. Numerosas fuentes nos hablan de él; entre ellas, la más límpida: sus propias cartas. Y esta copiosa documentación ha sido repetidamente estudiada, interpretada y utilizada por buenos historiadores.

Su verdadero nombre era Winfrido. Nació en Devon, Inglaterra, hacia el año 672 o 673, en una familia noble. Desde los siete años se educó en el monasterio de Exeter. Mas adelante abrazó la vida monástica en Nursling, bajo el gobierno del abad Wulfardo, al que veneró como su maestro durante toda su vida. Recibió una formación esmerada. Se encariñó con los tesoros de la sabiduría antigua que iba revelándose ante sus ojos maravillados. Alma sensible a la belleza, se sintió atraído por las ficciones de los poetas latinos. Pero, al decir de su primer biógrafo, se dejó seducir sobre todo por la divina Escritura, a la que consagró las mejores horas de su existencia. “Desde su infancia hasta la decrepitud de la vejez, imitando de un modo poco común la sabiduría de los Padres antiguos, se ejercitaba diariamente en aprender de memoria las palabras de los profetas y de los apóstoles… y la evangélica tradición de Dios nuestro Señor".

Aventajado en los estudios, fue nombrado maestro de la escuela monástica. Sería entonces cuando, a imitación de Aldelmo, compuso versos acrósticos, enigmas de figuras caprichosas, poemas en los que alternan las peroraciones de los vicios y las de las virtudes. Juegos ingenuos e ingeniosos, con poca o ninguna poesía. También compuso un tratado de gramática según las reglas de Donato y un tratado de métrica. Con aplauso general ejerció asimismo, en su monasterio de Nursling, el cargo de predicador. La fama del joven monje se iba extendiendo por el país. “Como era tan grande su afabilidad con los hermanos y tanto el caudal de su celestial doctrina", su nombre iba de boca en boca en los monasterios de monjes y de “vírgenes de Cristo".

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27.09.09

No hay Europa cristiana sin San Benito de Nursia. Los pilares de la Europa Cristiana (II)

San Benito de Nursia

Cuando uno visita no lejos de Roma el monasterio de Subiaco, il Sacro Specco, y lee la lista esculpida en marmol de los monjes benedictinos que evangelizaron los diversos paises de Europa, del este al oeste y del norte al sur, entiende perfectamente porqué San Benito es, quizás sin haberlo pretendido, el «Padre de Europa»

Proclamado Patrono de Europa por Pablo VI, y único como tal hasta que Juan Pablo II nombró también a San Cirilo y San Metodio, hablar de él es hablar de Europa, como ha recordado recientemente Benedicto XVI (Papa que le tiene especial devoción y habla de él y de su obra con frecuencia):

«Por su moderación, su humanidad y su sobrio discernimiento entre lo esencial y lo secundario en la vida espiritual, ha podido mantener su fuerza iluminadora hasta hoy. Pablo VI, al proclamar el 24 de octubre de 1964 a san Benito patrono de Europa pretendía reconocer la obra maravillosa desempeñada por el santo a través de la Regla para la formación de la civilización y de la cultura europea. Hoy Europa, que acaba de salir de un siglo profundamente herido por dos guerras mundiales y por el derrumbe de las grandes ideologías que se han revelado como trágicas utopías, se encuentra en búsqueda de la propia identidad. Para crear una unidad nueva y duradera, ciertamente son importantes los instrumentos políticos, económicos y jurídicos, pero es necesario también suscitar una renovación ética y espiritual que se inspire en las raíces cristianas del continente, de lo contrario no se puede reconstruir Europa.

Sin esta savia vital, el hombre queda expuesto al peligro de sucumbir a la antigua tentación de querer redimirse por sí mismo, utopía que de diferentes maneras, en la Europa del siglo XX, ha causado, como ha revelado el Papa Juan Pablo II «un regreso sin precedentes en la atormentada historia de la humanidad» (Insegnamenti, XIII/1, 1990, p. 58). Al buscar el verdadero progreso, escuchemos también hoy la Regla de san Benito como una luz para nuestro camino. El gran monje sigue siendo un verdadero maestro del que podemos aprender el arte de vivir el verdadero humanismo.»

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17.08.09

Los padres de la actual Unión Europea fueron profundamente cristianos

SCHUMAN, ADENAUER Y DE GASPERI, CRISTIANOS EJEMPLARES

La firma del acta de rendición incondicional en mayo de 1945 significó la finalización de la guerra en el Viejo Continente y el inicio de una nueva etapa en la que, a diferencia del período de entreguerras, la economía prevaleció sobre la política. Era posible unificar a una Europa segmentada, en muchas ocasiones de forma artificial, a pesar de la división de Europa mediante el churchilliano Telón de Acero, tras la firma de los Tratados de Yalta (4-11 de febrero de 1945) y Postdam (14 de julio de 1945). Nacía así una nueva etapa que se tornaría irreversible tras la celebración por parte de Alemania y Francia de una Unión Aduanera: FRANCITAL.

La firma del Tratado de Roma (en la foto, abajo), creador tanto de la Comunidad Económica Europea (CEE) como de la Comunidad Económica de la Energía Atómica (EURATOM), del que apenas hemos conmemorado el 50º aniversario el pasado 25 de marzo de 2007, ha sido un hito en la historia de la Europa unida que conocemos hoy. Una Europa en paz desde entonces, salvo los acontecimientos sangrientos de los Balcanes durante la década de 1990 surgidos tras la desintegración de la antigua Yugoslavia del mariscal Tito. Un Tratado de Roma que, junto al Tratado de París de 1952 iniciador de la Comunidad Económica del Carbón y del Acerom(CECA), constituyen los llamados Tratados fundacionales de la actual Unión Europea (UE). La firma de estos Tratados no fue posible sin las aportaciones y el esfuerzo de cuatro grandes hombres que han configurado la historia de la Europa moderna: el franco-alemán Robert Schuman (1886-1963), el alemán Konrad Adenauer (1876-1967), el francés Jean Monnet (1888-1979) y el italo-triestino Alcide de Gasperi (1881-1954). Tres de los cuatro padres de la actual Europa unida eran profundamente católicos, el cuarto era laico.

Robert Schuman -quien en un momento de su vida llegó a plantearse el sacerdocio, pero pudo más su vocación política y de servicio, que nacía de sus profundas convicciones religiosas- se distinguió por la búsqueda constante de paz entre dos de los principales contendientes en la Segunda Guerra Mundial: Francia y Alemania. Escribía: “[…] ¿Me equivoco acaso al pensar que sueñas con el sacerdocio, y que este último te parece el único camino posible para ti? ¿Me puedo atrever a decirte que no soy de tu misma opinión? En nuestra sociedad, el apostolado laico es de una necesidad urgente, y no me puedo imaginar un apóstol mejor que tú. Te digo esto con absoluta sinceridad. Piensa en lo que te digo, estoy seguro que me darás la razón. Seguirás siendo laico porque de esta forma podrás mejor hacer el bien, que es tu única preocupación. Soy categórico, ¿verdad? Es porque tengo la pretensión de leer hasta el fondo de ciertos corazones, y me parece que los santos del futuro serán santos con traje

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13.08.09

Los pilares de la Europa Cristiana (I): Santa Genoveva, Patrona de Paris

LA TRADICIÓN NOS PRESENTA LA FIGURA DE ESTA MUJER FUERTE A LA QUE DEBEN SU FE LOS PARISINOS

(Comenzamos una serie de artículos sobre aquellos y aquellas que con su testimonio y apostolado hicieron posible la Europa cristiana que conocemos)

Mezclando un poco de tradición histórica y un poco de leyenda, la figura de esta gran santa destaca, poderosa, en medio del florecimiento cristiano primitivo, que venia a sustituir a los antiguos ídolos griegos, latinos o celtas. Su nombre está asociado a la vida de los habitantes antigua Lutecia. La montaña donde Clovis había levantado una iglesia en honor de San Pedro y San Pablo se llamaría en lo sucesivo montaña de Santa Genoveva. Al lado del rey merovingio será enterrada y sucesivas vicisitudes llevarán sus cenizas hasta el lugar que hoy ocupa la iglesia de Saint Etienne du Mont, rodeados de una hermosa reja de hierro forjado, entre cirios y exvotos de sus fieles agradecidos.

Lutecia era una ciudad sin importancia, inferior a Sens o a Lillebonne. Los textos antiguos parecen ignorarla. Cesar, en su Guerra de las Galias, hace mención escasa del oppidum de los parisii, cuando tuvo necesidad de cruzar por él en el año 53 antes de J. C. Lo cita como un territorio tranquilo en los imites de la ‘Céltica y del país de los belgas, encerrado en una isla formada por 1os brazos del río Sena. En la época romana, las grandes vías de comunicación trazadas por los vencedores van a dar importancia a la ciudad recién nacida, al paso de las tropas romanas, que llegarán hasta la península Ibérica, jalonando todo el territorio español de construcciones imperecederas.

Más adelante, de la isla, la pequeña ciudad irá subiendo hasta la montaña de Santa Genoveva. Los edificios que pudiéramos llamar oficiales la embellecían y, aunque sus habitantes siguen siendo escasos, ya se vislumbra a través de la vida pública que comienza, un auge incesante, que las dinastías reinantes se encargaran de acrecer.

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