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12.11.23

El Problema de la Soberanía

Soy católico: mi único Señor es Jesucristo y mi ley suprema es el Decálogo que se resume en la única norma importante e incuestionable: la Ley de la Caridad. Se trata de amar a Dios sobre todas las cosas, con toda tu alma, con todo tu corazón, con todo tu entendimiento, con todas tus fuerzas; y amar al prójimo por Dios: no porque sean buenos o malos, porque nos caigan bien o mal, sino porque Dios nos pide que amemos incluso a nuestros enemigos.

Mi único Rey es Cristo. Y la única soberanía que admito es la Soberanía de Dios, que es el Bien absoluto. ¿Es mejor la soberanía del hombre, que es pecador, que la de Dios, que es el Bien sin mancha de mal? ¿Saben más los hombres que Dios? ¿Son mejores los hombres que Dios? Por supuesto que no.

Yo reclamo la soberanía de Dios, la unidad católica de España y que todo gobierno busque el bien común y la prosperidad de los españoles. El Estado ha de procurar que las necesidades materiales y espirituales de las personas estén cubiertas para que las familias puedan vivir con dignidad, criar a sus hijos decentemente y llegar al fin para el todos hemos sido creados.

El derecho de mandar no está necesariamente vinculado a una u otra forma de gobierno. La elección de una u otra forma política es posible y lícita, con tal que esta forma garantice eficazmente el bien común y la utilidad de todos. Pero en toda forma de gobierno los jefes del Estado y de gobierno deben poner totalmente la mirada en Dios, supremo gobernador del universo, y tomarlo como modelo y norma en el gobierno del Estado. El poder debe ser justo, no despótico, sino paterno, porque el poder justísimo que Dios tiene sobre los hombres está unido a su bondad de Padre. Pero, además, el poder ha de ejercitarse en provecho de los ciudadanos, porque la única razón legitimadora del poder es precisamente asegurar el bienestar público. No se puede permitir en modo alguno que la autoridad civil sirva al interés de uno o de pocos, porque está constituida para el bien común de la totalidad social. Si las autoridades degeneran en un gobierno injusto, si incurren en abusos de poder o en el pecado de soberbia y si no miran por los intereses del pueblo, sepan que deberán dar estrecha cuenta a Dios y a las cortes que representen al pueblo.

¡Qué maravillosa sería la Unidad Católica de España! Una España en la que la mayoría deseara vivir en santidad, en gracia de Dios, cumpliendo el mandamiento de la caridad y ayudándose de los sacramentos para permanecer unidos a Dios, Nuestro Señor. Sería una España en la que Dios sería lo primero, en el que Cristo fuera reconocido Rey y Señor; y en el que la Santísima Virgen María fuera nuestra protectora y defensora.

Cristo es, en efecto, la fuente del bien público y privado. Fuera de Él no hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos. Él es sólo quien da la prosperidad y la felicidad verdadera, así a los individuos como a las naciones: porque la felicidad de la nación no procede de distinta fuente que la felicidad de los ciudadanos, pues la nación no es otra cosa que el conjunto concorde de ciudadanos.

Pero cuando desterramos a Dios y a Jesucristo de las leyes y de la gobernación de los pueblos, y deriva la autoridad, no de Dios, sino de los hombres, nada bueno puede suceder. Divorcio, aborto, eutanasia, degeneración, decadentismo, corrupción, prostitución, pornografía, falta de esperanza, nihilismo, soledad, sexo libre, violaciones, violencia doméstica…

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9.11.23

El Día de la Ignominia: 9 de noviembre de 2023

El día de hoy pasará a la historia de España como uno de los más vergonzosos y desoladores de este siglo. Es el día de la ignominia, de la traición y del golpe de Estado a la legalidad vigente. Ignominia, abyección, infamia y oprobio; han ofendido y humillado a todos los españoles de bien. Creen que somos inofensivos y se ríen de nosotros.

Hoy, el Partido Socialista y los secesionistas catalanes han llegado a un acuerdo para amnistiar a los traidores y para pactar un referendo de autodeterminación para Cataluña. Los socialistas y los comunistas han vendido España a los enemigos de nuestra patria. Han acabado con la Constitución del 78 y pretenden convertir a España en una dictadura bolivariana.

Y encima, esta misma tarde le han pegado un tiro en la cara a Alejo Vidal-Quadras en una calle céntrica de Madrid, cuando salía de misa, según informa el diario ABC.  Este atentado nos recuerda mucho al asesinato de Cavo Sotelo en el 36. Espero que don Alejo se recupere pronto y que este atentado terrorista no quede impune.

¿Quieren los socialistas, comunistas y secesionistas otra guerra civil?

Lo que quieren – y eso salta a la vista – es dar un golpe para acabar con la legalidad vigente y proclamar una dictadura social-comunista.

Hay que impedir a toda costa y con medios pacíficos que triunfe esta traición. Hay que salir a las calles, como el 2 de mayo contra los franceses. Hay que defender a la patria. Si no lo hacen ni el rey ni el ejército, lo haremos los españoles de a pie. De los partidos políticos, nada bueno hay que esperar.

¡Viva España! ¡Viva Cristo Rey!

7.11.23

¿Qué es la Patria?

Me pregunta un comentarista en mi anterior post, no sé con qué intención:

Alan

¿Exactamente qué es eso que usted llama “la patria"? ¿qué y quienes la forman? ¿se elige o es algo que depende de donde se nazca e irrenunciable?

Pues me dispongo a contestarle.


La patria es la tierra de tus padres.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término del siguiente modo:

1. f. Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.

La Patria, como los padres, no se eligen: son una gracia de Dios. Así que la patria de cada uno depende de la divina providencia. Uno no elige a sus padres ni su lugar de nacimiento: le guste o no.

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6.11.23

¡Viva España! ¡Viva Cristo Rey!

El pueblo español es sufrido. Aguanta lo que otros jamás soportarían. Pero el español furioso es muy peligroso. Se ha demostrado repetidas veces a lo largo de la Historia: desde la Reconquista contra la secta mahometana hasta la Guerra de la Independencia contra los gabachos, a los que echamos de aquí a palos. España fue la tumba de Napoleón y se tuvieron que marchar con el rabo entre las piernas. Ellos siguen orgullosos de Napoleón; nosotros, de Agustina de Aragón y de Palafox. Y luego vinieron tres guerras sangrientas entre los defensores de la Tradición, de la Religión y del único Dios verdadero, frente a los liberales enemigos de Cristo. Se perdieron las guerras carlistas, pero no se perdió la causa ni se perderá nunca.

Este pueblo español, tranquilo y bueno, amigo de la fiesta, de la familia y de los bares, puede convertirse de la noche a la mañana en una turba salvaje sedienta de sangre. Pasó en los preámbulos de la Guerra Civil: ¿cuántos conventos e iglesias quemaron los rojos antes del levantamiento? ¿Cuántos mártires asesinaron y torturaron los que ahora tratan de avasallarnos con sus leyes de memoria democrática?

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2.11.23

Caridad y Santidad: en eso se resume todo

Terminó el Sínodo de la Sinodalidad, gracias a Dios. Y, como escribe Luis Fernando, la montaña parió un ratón. Resultados: ninguno. Hay una carta al pueblo de Dios perfectamente prescindible y un documento final que es la nada porque nada aporta.

Puestos a quedarse con algo, me quedo con la homilía del Papa en la Misa de clausura de la asamblea sinodal. En ella el Santo Padre subraya que la mayor reforma de la Iglesia es «adorar a Dios y amar a los hermanos con su mismo amor». La clave está en amar a Dios con toda nuestra vida y amar al prójimo como a nosotros mismos. Lo primero es adorar a Dios, «reconocer en la fe que sólo Dios es el Señor y que de la ternura de su amor dependen nuestras vidas, el camino de la Iglesia y los destinos de la historia».

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