InfoCatólica / Santiago de Gobiendes / Archivos para: Marzo 2021

27.03.21

María Corredentora: Dios hace lo que quiere

El texto que les propongo a continuación no es mío. Está tomado de la obra de Fr. Antonio Royo Marín, Teología de la Perfección Cristiana, concretamente de su Capítulo III (págs. 60 a 80) titulado “La Virgen María y nuestra santificación". Lo que yo hago es seleccionar, escoger y hacer mío, en forma de paráfrasis, parte del texto del teólogo dominico. Algunas “morcillas” sí son mías, pero lo sustancial está tomado de Royo Marín. No llenaré el texto de entrecomillados y citas porque haría que este post fuera excesivamente farragoso. Todo lo hago mío, aunque lo haya escrito otro, porque no es la originalidad lo que busco ni la gloria personal, sino la gloria de Dios en María Santísima.


Yo quiero entregarme a María en calidad de esclavo

“Y es de notar que hay tres clases de esclavitud. La primera es esclavitud de naturaleza: buenos y malos son de esta manera siervos de Dios", señala Royo Marín. Efectivamente, Dios es el Creador de todo cuanto existe: Él es la Causa Primera y nosotros somos causas segundas; luego, nosotros, buenos y malos, estamos todos en manos de Dios porque Él es el creador y el dador de vida. “La segunda es esclavitud forzada: los demonios y los condenados son de este modo esclavos de Dios. La tercera es esclavitud de amor y voluntaria; y con esta debemos consagrarnos a Dios por medio de María del modo más perfecto con que puede una criatura consagrarse al Creador“.

María es esclava de Dios por Naturaleza y por amor: “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Dios la había escogido y creado sin pecado original desde siempre para que fuera su Madre. No cabía un no de María a la Voluntad de Dios porque la llena de gracia no puede no aceptar la voluntad de Dios, sino que libre y meritoriamente la acepta porque su voluntad y la de Dios son la misma. El mérito es cien por cien de Dios y cien por cien de María: no cincuenta y cincuenta (semipelagianismo).

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22.03.21

Algunas reflexiones a vuela pluma sobre la Iglesia y el Liberalismo

¿Son todas las religiones verdaderas o sólo hay una que lo sea? ¿Existe el derecho al error? Podemos equivocarnos pero el error no es un derecho. El error hay que evitarlo… Y cuando te equivocas, conviene que te dejes corregir y no persistir en el error, porque si lo haces, ya no es un problema de ignorancia, sino de necedad.

La única religión verdadera es la Católica. Todo el mundo es libre para buscar la verdad y, una vez encontrada, proclamarla. Pero no existe el derecho a decir que la capital de España es Bogotá. La libertad siempre debe ir de la mano de la verdad y de la moral. La mentira no es un derecho humano, sino una depravación de la libertad: es pecado, como lo es la idolatría de rendir culto a cualquien dios que no sea Cristo.

Pero la libertad liberal se separa de la verdad y de la ley moral universal y predica el derecho a autoposeerse y autodeterminarse; es decir, el derecho a que cada uno haga lo que le dé la gana, sin tener en cuenta si esa acción contribuye al fin para el que hemos sido creados (Dios) o nos lleva a la condenación eterna. Porque el liberal desprecia a Dios. Y si uno es libre para autodeterminarse y autoposeerse, lo lógico es que tengamos que aceptar que cada uno sea libre para profesar la religión que quiera o para no profesar ninguna en absoluto. Lo mismo que cada uno sería libre para casarse con una mujer, con un hombre, con un perro, con un árbol o con nadie: todas las opciones de género serían igualmente aceptables porque la verdad y la Ley Moral Universal – la ley natural y la Ley de Dios – no pueden obligarme a nada: el hombre es autónomo y responsable de sus actos y puede hacer todo lo que quiera con la única restricción de no violentar la libertad del otro.

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17.03.21

Las Dos Banderas

Las Dos Banderas

139 Tercer preámbulo. El tercero: pedir lo que quiero; y será aquí pedir conocimiento de los engaños del mal caudillo, y ayuda para guardarme de ellos, y conocimiento de la vida verdadera que nos muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para imitarle.

140 Primer punto. El primer punto es imaginar como si el caudillo de todos los enemigos tomase asiento en aquel gran campamento de Babilonia, en una especie de cátedra grande de fuego y humo, en figura horrible y espantosa.

141 Segundo punto. El segundo: considerar cómo hace un llamamiento a innumerables demonios y cómo los esparce a unos en una ciudad y a otros en otra, y así por todo el mundo, no dejando provincias, lugares, estados ni personas algunas en particular.

142 Tercer punto. El tercero considerar el discurso que les dirige, cómo los exhorta a echar redes y cadenas; de manera que primero deberán tentar de codicia de riquezas, como suele ser comúnmente, para que más fácilmente lleguen al vano honor del mundo, y después a crecida soberbia, de manera que el primer escalón sea de riquezas, el segundo de honor y el tercero de soberbia; y de estos tres escalones induce a todos los otros vicios.

143 Así por el contrario, hay que imaginar al sumo y verdadero capitán que es Cristo nuestro Señor.

144 Primer punto. El primer punto es considerar cómo Cristo nuestro Señor se pone en un gran campamento de aquella región de Jerusalén humilde, hermoso y afable.

145 Segundo punto. El segundo: considerar cómo el Señor de todo el mundo escoge tantas personas, apóstoles, discípulos, etc. y los envía por todo el mundo a esparcir su sagrada doctrina por todos los estados y condiciones de personas.

146 Tercer punto. El tercero: considerar el sermón que Cristo nuestro Señor dirige a todos sus siervos y amigos, que envía a esa tarea encomendándoles que a todos quieran ayudar para traerlos, primero a suma pobreza espiritual, y si su divina majestad fuere servida y los quisiere elegir, no menos a la pobreza actual, segundo, a deseo de oprobios y menosprecios, porque de estas dos cosas se sigue la humildad; de manera que sean tres escalones: el primero, pobreza frente a riqueza; el segundo oprobio o menosprecio frente al honor mundano; el tercero, humildad frente a soberbia; y de estos tres escalones induzcan a todas las otras virtudes.

147 Coloquio. Un coloquio a Nuestra Señora por que me alcance gracia de su Hijo y Señor, para que yo sea recibido bajo su bandera, y primero en suma pobreza espiritual, y si su divina majestad fuere servido y me quisiere elegir y recibir, no menos en la pobreza actual; segundo, en pasar oprobios e injurias por imitarle más en ellas, con tal de que las pueda pasar sin pecado de ninguna persona y sin desagradar a su divina majestad; después decir un Ave María.

María, mediadora de todas las gracias: lo sabía muy bien San Ignacio de Loyola, aunque parece que a algunos se les haya olvidado. A algunos se les han olvidado los propios Ejercicios Espirituales y su verdadero valor.

Dos ciudades y dos banderas. Dos generales: el mal caudillo – Satanás – y el verdadero Capitan, que es Cristo. Hay una guerra abierta entre los dos ejércitos. Ante Jesús hay que tomar partido. Él no ha venido a traer paz, sino a suscitar conflictos:

No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada. Porque he venido a separar al hombre de su padre y a la hija de su madre y a la nuera de su suegra y los enemigos de los hombres serán los de su casa. El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá, y el que la perdiere por amor de mí, la hallará. (Mt 10, 34-39).

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13.03.21

Las Dos Ciudades

Dos amores han dado origen a dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí, la celestial. La primera se gloría en sí misma; la segunda se gloría en el Señor. Aquélla solicita de los hombres la gloria; la mayor gloria de ésta se cifra en tener a Dios como testigo de su conciencia. Aquélla se engríe en su gloria; ésta dice a su Dios: Gloria mía, tú mantienes alta mi cabeza (Salmo 3,4). La primera está dominada por la ambición de dominio en sus príncipes o en las naciones que somete; en la segunda se sirven mutuamente en la caridad los superiores mandando y los súbditos obedeciendo. Aquélla ama su propia fuerza en los potentados; ésta le dice a su Dios: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza (Salmo 17,2).

Por eso, los sabios de aquélla, viviendo según el hombre, han buscado los bienes de su cuerpo o de su espíritu o los de ambos; y pudiendo conocer a Dios, no le honraron ni le dieron gracias como a Dios, sino que se desvanecieron en sus pensamientos, y su necio corazón se oscureció. Pretendiendo ser sabios, exaltándose en su sabiduría por la soberbia que los dominaba, resultaron unos necios que cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes de hombres mortales, de pájaros, cuadrúpedos y reptiles (pues llevaron a los pueblos a adorar a semejantes simulacros, o se fueron tras ellos), venerando y dando culto a la criatura en vez de al Creador, que es bendito por siempre (Carta a los Romanos 1,21-25).

En la segunda, en cambio, no hay otra sabiduría en el hombre que una vida religiosa, con la que se honra justamente al verdadero Dios, esperando como premio en la sociedad de los santos, hombres y ángeles, que Dios sea todo en todas las cosas (Primera Carta a los Corintios 15,28) (San Agustín, De Civitate Dei XIV, 28).

En este mundo se confrontan dos cosmovisiones: una teocéntrica y otra antropocéntrica. Hay dos visiones del mundo y del hombre que nada tienen que ver entre sí. Dos ciudades en lucha permanente: estamos los que queremos ser siervos de Dios y los que quieren ser dueños de sí mismos, sin depender de nadie: ni siquiera de Dios; los que nos sabemos criaturas de Dios y causas segundas, los que sabemos que nada podemos sin Dios y que en todo dependemos de su amor y su gracia; y los que se creen dioses, causas primeras, creadores de sí mismos: los que defienden su autonomía y su libertad para pecar, los que se autoposeen y se autodeterminan. Estamos los que queremos cumplir la Voluntad de Dios, los que queremos cumplir sus Mandamientos, aun sabiéndonos pecadores y miserables y necesitados del perdón y de la misericordia de Dios, que es la que nos salva, la que nos redime; y están los que no aceptan ninguna sumisión, ningún mandamiento, al margen de la sumisión a su propia voluntad y a los propios mandamientos que legislan para sí mismos.

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9.03.21

La Mejor Mujer

Por lo visto, a los enemigos de Cristo les ha molestado este video de la ACdP. Motivo más que suficiente para compartirlo y divulgarlo en la medida de mis posibilidades. Además, todo lo que se diga de bueno de la Virgen María será siempre poco. Bendita sea.