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29.10.19

Ecoteología y estupidez

El arzobispo de Toledo y primado de España, Monseñor Braulio Rodríguez Plaza, ha publicado una carta pastoral titulada “Conseguir la reconciliación con la tierra, con el prójimo y con Dios”. En ella, se leen cosas como esta:

En nuestro mundo, sin embargo, hay gente que lucha por todo lo contrario, como el Papa Francisco y otros muchos. No se trata de volver todos al campo, a los pueblos vacíos, sino es otra realidad la que hemos de perseguir. Es conseguir una reconciliación con la tierra, con el prójimo, con Dios: un camino que se fundamenta en el reconocimiento del lugar que nos corresponde en la inmensidad del universo. El carácter destructivo de nuestro cacareado “progreso” no siempre ha sido evidente, sino que, despreciando todas las actividades agrarias y sus sensibilidades, sólo pensamos en la oferta de recursos naturales que no basta para nuestras demandas de ellas.

“Solo pensamos en la oferta de recursos naturales que no basta para nuestras demandas de ellas". Seguro que don Braulio no era consciente de que ese mismo argumento es el que utilizan los neomalthusianos para justificar la promoción del aborto, de la eutanasia y del control de la población en general. A partir de ese argumento, los líderes del Nuevo Orden Mundial fomentan la anticoncepción y promueven un sexo sin compromisos y sin hijos, incluido el matrimonio homosexual. El control de la población es la solución de este gentuza para erradicar la pobreza y para liberar a la mujer. Si los pobres no tienen hijos, se acaba con la pobreza. Si las mujeres no tienen hijos, se liberan de la esclavitud de la maternidad que impide - según el criterio de estos desalmados - su realización personal y profesional (porque para estos, la maternidad es una maldición). No hace mucho leíamos cómo el príncipe Harry de Inglaterra - por poner un ejemplo de estupidez - declaraba que su esposa y él solo querían tener dos hijos para “ayudar a salvar al planeta".

Yo no me tengo que reconciliar con la Tierra. Eso es una estupidez. La Tierra no es un ser humano a quien haya que pedir perdón por nada. Salvo que se considere a la «Madre Tierra» como un ídolo pagano al que adorar. La Tierra no grita, no sufre, no tiene heridas. Esas personificaciones del planeta tienen una intencionalidad perversa.

Solo hay un Dios verdadero, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Carlos Esteban escribe un magnífico artículo en InfoVaticana que titula “El primado de España se apunta a la ecoteología” que les recomiendo.

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