A los pies de la cruz, que te ame hasta morir, Señor mío

Aquí estoy, Señor, a los pies de la Cruz. Beso tus pies sucios y ensangrentados; perforados por los clavos. Bendita sea tu sacratísima sangre que se derrama sobre el mundo desde tus llagas: desde tus manos, traspasadas por los clavos; desde tus rodillas laceradas por las caídas bajo el peso de la cruz; desde tu cabeza perforada por las espinas. Deja que me manche con tu sangre que todo lo limpia, mi Señor. Déjame que llore abrazado a tu cruz. Déjame que comparta tu dolor, tu humillación, tu pobreza, tu muerte. Deja que tu corazón sea el mío. Hazme capaz de amar como Tú solo eres capaz de amar.

Has sufrido la angustia de verte abandonados por todos. Los amigos desaparecieron y te dejaron solo en la noche oscura del Huerto. Desconsuelo. Miedo a lo que se te venía encima. “Si puede ser, que pase de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la Tuya”. Sabías lo que se te venía encima. Sudabas sangre. Sabías que te quedarías solo y que serías humillado, torturado, escarnecido, ajusticiado… Tú sabes bien lo que es el dolor, la agonía, la angustia, el desamparo, la burla, el oprobio, el deshonor… ¡Cómo no nos vas a entender cuando nosotros pasamos por la tribulación y el sufrimiento! Nuestro dolor es tu dolor. Nuestro sufrimiento estaba colgado contigo en la cruz muy dentro de tu corazón.

Desde tu cruz sufres el asesinato de los niños a los que no dejan ver la luz; niños inocentes, buenos… Pero les estorban, les molestan. No los quieren. Dicen que son niños “no deseados”. Pero son niños deseados y amados por Ti. Crueldad inhumana, pecado abominable a tus ojos, Señor. ¡Cuánto duele la sangre de esos niños! ¡Cuánto duele! ¡Que me den a mí a esos niños, Señor!

Niños despreciados, niños torturados; niños de los que abusan; niños a los que violan pederastas asquerosos que dan rienda suelta a sus pasiones más ruines a costa de su inocencia. Señor: no saben lo que hacen… ¡Cuánto mal! Niños explotados en fábricas; niños yunteros, niños soldados; niños despreciados, humillados, machacados, golpeados, insultados, abandonados… Como Tú, Señor. Yo no quiero vivir en este mundo, Señor. Llévame contigo. Me siento extranjero en este mundo, exiliado de mi verdadera Patria. Que me maten contigo, que me crucifiquen contigo, que me sepulten contigo… No soporto tanto dolor, Señor; tanta injusticia, tanta barbarie… Yo protejo a mis niños, amo a mis niños, educo a mis niños… Pero hay tanto dolor… ¡Hay tantos niños sangrantes…!

Junto a la cruz. A los pies de la cruz. Aquí está tu Madre y un puñado de mujeres que tienen más compasión que miedo, más dolor que lágrimas en los ojos. Sólo Juan y un puñado de mujeres que a nadie importan. Mujeres despreciadas, a quienes todos consideran inferiores. Y ¡qué grandes son! ¡Qué grande es su amor por ti! Gimen, callan, sufren, rezan… almas desgarradas de tanto sufrir tu sufrimiento.

¡Cuántas mujeres humilladas! Violadas, despreciadas… Mujeres esclavizadas en prostíbulos nauseabundos por mafias repugnantes, asquerosas, despreciables. Mafias de proxenetas que les pegan palizas, que las insultan, que las drogan, que las obligan a satisfacer los deseos más nauseabundos de sus clientes babosos… Mujeres abandonadas por sus maridos, mujeres que trabajan por sueldos de mierda… Un puñado de mueres está ahí, junto a ti, Señor. Y lloran. Y Tú sufres el dolor de tantas mujeres humilladas y maltratadas, de tantas mujeres heridas, de tantas mujeres asesinadas vilmente… Y Tú, Señor, mueres también por ellas.

Hay tantos enfermos que sufren dolores insoportables, tantos ancianos abandonados, tantos huérfanos, tantas viudas, tantas guerras, tanto terrorismo, tanta explotación, tantas violaciones… Hay tantos parados, tantos excluidos, tantos pobres que no cuentan para nadie, salvo para Ti, Señor… Los vemos y apartamos la cara porque su presencia nos repugna. Y todos están en tu Corazón agonizante, colgando de la Cruz.

Judas te ha traicionado. Pedro te ha negado. Y siguen traicionándote y negándote. Te venden a los poderosos quienes dicen ser tus amigos y discípulos; pero no lo son. Quienes te besan mientras te traicionan. Quienes dicen que son seguidores tuyos pero te venden por un puñado de monedas para congraciarse con los poderosos de este mundo. Quienes dicen amarte pero te desprecian y traicionan tu doctrina para convertirla en una ideología al servicio de los poderosos, al servicio de este mundo. Son esos que dicen ser católicos y defienden el aborto. Son esos que dicen formar parte de la Iglesia y defienden y justifican las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, la fornicación o el adulterio; o los que predican que puedan comulgar sacrílegamente quienes viven públicamente en pecado mortal. Esos siguen despreciándote. Siguen profanando tu Cuerpo y tu Sangre. Siguen entregándote a los verdugos, siguen escupiéndote y vendiéndote. Anteponen sus intereses y su posición social a Ti, Señor. Prefieren halagar los oídos de los poderosos, prefieren el aplauso del mundo. Prefieren formar parte del coro de voces iracundas que gritan contra ti y piden que te crucifiquen. La Iglesia – tu Cuerpo Místico – les molesta porque denuncia su pecado, su inmundicia, su depravación. No soportan que la luz deje al descubierto su vergüenza nefanda. Les espanta la santidad porque deja en evidencia el horror de sus pecados. Hay que acabar con el Justo porque solo verlo nos repugna. “La luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”.

Señor, a los pies de la cruz, te suplico que te ame a Ti más que a mí mismo. Que te ame siempre hasta morir. Que no me importen los insultos, las descalificaciones, las calumnias. Que no me importe que me crucifiquen, si esa es tu Voluntad. Te suplico, te ruego que cambies mi corazón para que sea capaz de amarte a ti más que a mí mismo. Para que todo lo estime en nada al lado de Ti. Yo te amo, Señor, pero quiero amarte cada día más, quiero vivir de tu amor, respirar por tu amor. Quiero que me despedacen por ti, que me entregue sin reservas por ti. Quiero perder mi vida por ti, Señor. Si te quieren matar a Ti, que me maten a mí. Si te quieren insultar y escupir a Ti, que me insulten y me escupan a mí. Si te desprecian a Ti, que sea a mí a quien desprecien. Quiero ser tuyo, Señor. Sólo quiero ser fiel a ti. Sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna. Sólo tu amor me basta, Señor. No permitas que te niegue ni te traicione nunca, aunque el mundo me desprecie y me señale con el dedo.

Tú lo puedes todo, Señor. Que los que profanan tu Sagrado Cuerpo Eucarístico me maten a mí, pero que no cometan más sacrilegios contra Ti. Que quienes quieran profanar tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma y tu Divinidad, realmente presentes en el Santísimo Sacramento, me maten a mí, me escupan a mí; pero que no vuelvan a cometer sacrilegios ni blasfemias contra Ti. Yo me ofrezco libremente, Señor. Que descarguen su odio contra mí. Tú ya has pasado por la cruz. Déjame pasar ahora a mí por ella. Rómpeme el corazón, agrándalo para que quepa tanto amor como me das. Que mi carne sea tuya. Que mi sangre sea tuya. Que mi inteligencia, mi voluntad y mis sentimientos sean completamente tuyos, Señor.

A los pies de la cruz, beso tus pies ensangrentados. Abrazado a tu cruz, lloro de amor por ti, Señor. Déjame morir de amor por Ti. Déjame llorar tu dolor, déjame morir tu muerte. Déjame consolar a tu Madre y abrazarla y besar sus mejillas arrasadas de dolor. Déjame custodiar tu sepulcro. Déjame aguardar junto a tu tumba, mientras lloro lágrimas enllagadas de tu amor.

 

11 comentarios

  
Luis Fernando
Amén.
28/03/18 1:24 AM
  
Tyto Alba
¿Se puede firmar?
28/03/18 2:56 AM
  
Yo2
Quiera Dios concedernos amarle así.
Un abrazo en la Fe
28/03/18 7:48 AM
  
rastri
Luis Fernando : dice
Amén. Y el otro: ¿se puede firmar?

Yo también digo: Amén


Amén, que quiere decir: así sea; que se haga; es una orden que alguien, con autoridad, da para que se cumpla.



28/03/18 7:57 AM
  
Antonio Manuel Sánchez Sánchez
Amén.
28/03/18 9:28 AM
  
María
Amén
28/03/18 10:29 AM
  
Palas Atenea
Que nos sea concedido amar a Jesucristo con esa intensidad, tal cual Él nos enseñó cuando dijo a sus discípulos: ¡Sígueme!
28/03/18 9:09 PM
  
rastri
-A los pies de la cruz que te ame hasta morir- Dice Pedro

Este privilegio de ser y estar, solo le fue concedido a su Madre, a su discípulo amado, Juan. Ya su pariente amiga.
30/03/18 11:19 AM
  
Jose Luis Martinicorena Garcia
¡¡¡AMEN !!!
30/03/18 7:01 PM
  
Silvia Sueyro
Maravilloso!!!!!
31/03/18 9:18 PM
  
Silvestre Hernández Yepez
Dejame morir en paz y sin dolor y estar a tu lado para amarte si tu me lo permites,quiero estar cerca de ti y de tu Santísima madre La Virgen María, amén
______________________________
Pedro L. Llera
Déjame morir en paz y estar a tu lado para amarte, si Tú me lo permites. Quiero estar cerca de Ti y de tu Santísima Madre, la Virgen María. Amén
Yo me sumo a esa petición.
12/11/19 7:00 PM

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