Taltavull empieza maniatado

Decía Juan Belmonte que el parar, mandar y templar de la tauromaquia se podía aplicar a todos los órdenes de la vida; de tal suerte que no podía haber mando, ni temple, sí previamente no se había parado. Esta lógica belmontina le ha sido aplicada a rajatabla a Monseñor Taltavull, desde el primer día de su consagración episcopal. Nuestro nuevo obispo auxiliar pudo notar enseguida quién manda en esta diócesis y como manda en ella. Le han parado los pies desde un inicio. Al menos, no podrá llevarse a engaño. Antes de la ceremonia, ya tuvo que presentar su discurso de bienvenida al nihil obstat sistachiano. Para tremenda sorpresa de Taltavull, los cinco folios de su alocución se vieron reducidos a dos. Existía verdadero pavor en el Carrer del Bisbe a que se repitiese la polémica del sermón inaugural de Monseñor Pardo como obispo de Gerona, en el que tuvo menciones de agradecimiento para todo el mundo (¡incluido Don Marcelo!), salvo para Sistach. La cura de adelgazamiento de las alusiones de Taltavull fue tan radical que hasta quedó sacrificado - cual bien recordaba Antoninus Pius – nuestro llorado obispo Carrera. A pesar de ser su inmediato predecesor y haber fallecido hace solo cinco meses.

¿Cómo pueden haber tenido la osadía de desaprobar una mención al obispo Carrera? Muy simple: Era un auxiliar que iba por libre. Libertad que jamás implicó deslealtad. Al revés, tuvo una lealtad tan extrema que no pudo gozar de las mieles de la jubilación, porque no se designó nuevo auxiliar, durante los tres años y medio que transcurrieron desde su renuncia. Tres años y medio en los que siguió ejerciendo su cometido episcopal, hasta el punto de sufrir el mortal derrame cerebral mientras impartía ejercicios espirituales.

Taltavull no debe ser un nuevo obispo Carrera, por eso debe borrarse rápidamente su recuerdo. Sistach quiere un auxiliar que no vuele libremente, que no goce de ninguna autonomía, hasta el punto de que, a diferencia de Carrera, no le ha conferido mandato sobre una demarcación territorial, sino que lo ha designado vicario general de la diócesis. Será el número dos. Aunque muy, muy, muy número dos.

Un número dos al que, además, van a vigilar muy de cerca. Taltavull conoce mucha gente en Barcelona, pero sus amigos son ajenos al círculo de poder de Sistach. Era sintomático ver que, una vez ya consagrado, al ocupar su nuevo puesto al lado de nuestro Cardenal, el nuevo obispo auxiliar tenía inmediatamente detrás suyo a tres de los más significativos miembros de los Sistach macoutes: Turull, Matabosch y Cabot. Los tres juntitos. Y Taltavull notando su aliento en el cogote. Francamente revelador.

Cierto es que Taltavull no ha ofrecido resistencia alguna. No solo omitió un recuerdo a Carrera en la ceremonia de su consagración, sino que tampoco lo efectuó en la homilía que pronunció en la misa del domingo en Santa María del Mar. Parece que nuestro nuevo prelado ha comprendido perfectamente el mensaje y sabe que Sistach ha estratificado a la perfección esta diócesis y que el que se mueve no sale en la foto. Qué se lo pregunten al Doctor Pie Ninot, que en la ordenación de Taltavull no le dejaron sitio en el presbiterio y tuvo que conformarse con aposentarse en los últimos lugares del coro, con el clero raso. ¡Qué manera de ningunear a nuestro representante en el último Sínodo de la Palabra! Me dio que pensar ver la diferencia entre las dos personas que podían estar ocupando el lugar de Taltavull. Turull en los lugares preeminentes; Pie en el fondo del coro. Está clarísimo: La lógica sistachiana prefiere la adulación a la preparación intelectual. Se pueden poner muchas objeciones a las tesis de Pie, pero es indudable que gana por goleada a Turull. ¿Cuántas obras ha publicado Turull? ¿Cuándo aprobó su tesis doctoral? Temor a la independencia intelectual, sea del color que sea. Probablemente, por ello, Pie no es obispo auxiliar de Barcelona. Por eso se le veía triste y compungido, mientras Turull se mostraba ufano y jactancioso.

Nuestro obispo auxiliar ha empezado absolutamente tan maniatado que ni siquiera ha concedido una entrevista a un medio de comunicación. Y no será porque no le van detrás. Sobre todo nuestro amigo Oriol Domingo. Sabemos que llegará el momento de ofrecérsela, pero se la está demorando, aumentando el sufrimiento del periodista de La Vanguardia, que no pasa por buenos momentos. Yo espero la entrevista, en especial para conocer el talante de un Taltavull, sin los Sistach macoutes al lado. Por ahora, todavía no lo hemos visto. Es tu momento, Domingo.

Oiolt

Germinans germinabit