El talibán Vergés

El signo distintivo de los talibanes es su fanatismo y cerrilismo ideológico. Entre algunas de sus monstruosidades, siempre se destaca la destrucción de los Budas gigantes de Bamiyán. Daba igual que fueran unos tesoros arqueológicos o que hubieran sido declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO; se sentenció su demolición y así se cumplió.

Salvando las distancias, me venía a la mente ese ejemplo de cerrazón talibanesca, al leer la disparatada carta al director del Avui de Mossén Francesc Vergés. El párroco de Santa Dorotea, aplicándose aquello del “antes muerta que sencilla” o “antes pobre, que española”, se tira piedras contra su tejado y hace un llamamiento a no marcar la x en la declaración del IRPF, al objeto de no hacer seguimiento a la Conferencia Episcopal Española. “No badeu”, dice textualmente. Ese curioso “badar”, de difícil traducción exacta, sino se quiere caer en el riesgo del “traduttore, traditore”.

Los que hemos tenido la dicha de conocer al talibán Vergés, no nos ha sorprendido el tosco argumento de su carta. Su montaraz nacionalismo, su obstinación en el catalanismo, unido a su personal carácter arisco y desabrido, se reflejan en ella. Es una opción personal. La opción Vergés. El problema es que Vergés hace 31 años que es rector de santa Dorotea; sigue siendo párroco, con ochenta años de edad y parece que no hay prisa alguna en jubilarle. Total, en el estado de abandono que tiene su parroquia, el día en que Dios lo llame, no se cubrirá su puesto y pasará a ser una más de las agrupaciones parroquiales. Es la política Sistach, que parece que este año se va a cumplir de forma exacta, a pesar de que ha sido un curso bastante malhadado en cuanto a fallecimientos: Puxan, Galbany, Dachs, entre otros.

Aunque también deben pensar que una parroquia que no celebra misas cada día debe ser una de las principales candidatas a ser agrupada con otra. Puede Vergés rasgarse las vestiduras, pero el estado actual de Santa Dorotea es bochornoso. Junto a un jesuita de 82 años (mayor que él) que le ayuda, no pueden celebrar misas más que en días alternos. La feligresía le ha abandonado e incluso muchos de ellos se han ido a la parroquia de San Isidro de Hospitalet, que lleva muy dignamente Mossén Francesc Prieto, debiendo cruzar la antipática Plaza Cerdà. Todo antes que aguantar al mal encarado de Vergés. Es evidente que, con estos antecedentes, jamás será parroquia de referencia.

Vergés es también uno de los curas que van con el Avui bajo el brazo. Si ya es alarmante la situación económica y financiera de dicho periódico, algún día habrán de agradecerles a una serie de sacerdotes, que hoy están entre los 70 y 80 años, que vienen comprándolo desde sus inicios. Entre ellos está nuestro indómito talibán. Camisa vieja del Avui. Me ha pasado ya en más de una ocasión, veo comprarlo en un quiosco y detrás está un sacerdote. Lo que jamás veo es a un sacerdote joven. Comprando el Avui, claro. A esta quinta de camisas viejas del Avui, sus deseos jamás se hacen realidad. Soñaron con el ideal de una conferencia episcopal tarraconense, independiente de la española y seguirán fantaseando. De fracaso, en fracaso, con el agravante de que el tiempo pasa y no perdona.

El problema de la carta de Vergés es que nos da la verdadera dimensión del caos que se ha instalado en la diócesis. Del ideal pacificador de Sistach hemos pasado al caos diocesano. Caos lógico, por otra parte, en una diócesis, cuyo Consejo presbiteral, está formado en su secretariado por el macarthysta Brustenga, el Romeu de Cal Picafoc y el elimina-procesiones Cabot. ¡Vaya reuniones deben hacer! Debían ser grabadas y colgadas en you tube.

Y va a más. El caos se agiganta últimamente. Cuando no se habían apagado los ecos del “puer haeres” de nuestro Cardenal fotografiado megáfono en mano, uno de sus sacerdotes confiesa haber pagado abortos y cuando se sigue hablando de este escándalo, el talibán Vergés le publica una carta en el AVUI, desautorizando la campaña de la x en la declaración de la renta, fomentada por la Conferencia Episcopal Española, de cuyo Comité Ejecutivo forma parte nuestro Arzobispo. Parece un sainete o una comedia de enredo, pero es la pura realidad. Ahora solo hace falta preguntar ¿Cuál será la próxima? ¿Chi lo sa? A lo mejor, lo sabe el propio Vergés. O su organista.

Oriolt

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