El mordisco de “la sonrisa Barcelona”

El buenismo eclesial barcelonés instalado desde hace demasiado tiempo ha sido encubridor de muchas injusticias en este obispado. Todo se tapa con una actitud aparentemente dialogante, de simpatía, de no crispación, de “no esveramenta”. De un presunto talante catalán que esconde toda la porquería debajo de la alfombra de una sonrisa simpática. Ejemplarizaremos este “tarannà” tan típico en nuestras latitudes en un experimento nacido en la diócesis de Barcelona.

La tarta de Santiago

En alguna ocasión Germinans ha dedicado algunas líneas, la cosa no da para más, a un engendro llamado Casa de Santiago creado en 1961 por el sacerdote diocesano de Barcelona Alfredo Rubio de Casterlenas en base a un núcleo de estudiantes universitarios. En 1994 el cardenal Carles, mediante una sana e higiénica decisión, clausuró el seminario paralelo que esta institución tenia en Barcelona. Esto se realizó tras un informe que revelaba algunos frutos nada acordes con los propios de un seminario, donde compartían techo seminaristas y claraeulalias, la sección femenina del movimiento.

Durante aquellos años pasaron por dicha institución y llegaron al sacerdocio algunos de sus seminaristas como Jaume Aymar i Ragolta (el mas sensato y católico del grupo) y Jordi Cussó i Porredón (personaje de amistades y proyectos peligrosos y miembro del grupúsculo que juega con el encargo de la pastoral universitaria del obispado: Francesc Grané etc. Este grupo, cada vez más menguado, pivotaba sobre el pensamiento del llamado “realismo existencial”, un producto del susodicho Rubio de Casterlenas.

Estos dos párrocos son ejemplo de una marca de la Casa, la incontenible propensión a presentarse en conferencias y cenas, si puede ser de cuantos más tenedores mejor, ocultando su condición de sacerdote. Los dos gravitan por la nano-constelación formada por lo que es lo mismo: la Universitas Albertiana, que de universidad tiene lo que un chiringuito playero, aunque nos intenten dar gato por liebre con la s; el llamado Àmbit (de Investigación y Difusión) Maria Corral, foro de debate que consigue reunir en una sola mesa las dos metas del progresismo catalán, hacerse el intelectual con cualquier tema y zamparse un buen “llobarro” (lubina) en el antiguo Ritz; la fundación “Cataluña-América” de nombre grandilocuente, como todo el tinglado, sita en el monasterio de Sant Jeroni de la Murtra en Badalona, o sea can Aymar; y los proyectos virtuales de este gran “foc d’encenalls” (fuego de virutas): Área Cultural Oriol, editorial Edimurtra y revista RE. Todo ello siempre, siempre, siempre ocultando su matriz cristiana. Sacerdocio vergonzante y catolicismo vergonzante son las dos caras de la tarta de Santiago.

De la simpatía a la simplonería

Un ejemplo nos permite acercarnos a la “solidez” de los análisis de la Casa de Santiago: la llamada Carta de la Paz dirigida a la ONU, un extraordinario motivo para realizar turismo solidario bajo texto y pretexto de grandes y buenas intenciones. Un resumen de hasta qué punto se puede ser simplón por parte de este grupo. En su conclusión uno puede leer: Si una nación, gracias a sus políticos, va de bien en mejor, las relaciones entre sus ciudadanos actuales transcurrirán de una manera más suave y gratificante, e irán naciendo unos hijos, los cuales podrán alegrarse de que el país haya ido progresando, pues gracias a ello se habrán dado las condiciones precisas para los encuentros de los adultos que posibilitaron el existir de esos hijos. Sin embargo, si algunas naciones están menos bien gobernadas, etc…

A parte de un redactado de colegial y cierto tufillo hippie, la aproximación a la realidad de este grupo se parece mucho a la de los “dialogales” los de la UNESCO en Barcelona para el dialogo interreligioso y la revista del mismo nombre editada por Roser Bofill, la de Foc Nou. Parte del personal que por allí transita y come cree, como ya dijimos en otra ocasión, que las diferencias entre las religiones son fruto de la ignorancia. En el fondo el mensaje es el mismo. Solo los listos pueden captar lo común de todas ellas: la gran concordia universal. Los listos lo captan porque saben dialogar. Una empanada para sabihondos iluminados con ingredientes de antiguo gnosticismo y un toque de panteísmo espiritualista esferificado (hecho esferas a lo Ferran Adriá en su restaurante “El Bulli”).

Próximos a estos planteamientos, en versión intracatólica, encontramos a los “dialogales” del grupúsculo más selecto de la Casa de Santiago. Las cenas en el Ritz del Àmbit Maria Corral marcan carácter: elegancia, distinción y elitismo a mogollón.

El conflicto no vendría por la contradicción en términos de las diferentes maneras de pensar, o en este caso de definir la dogmática católica, sino de fallos en el proceso de dialogo, por no escuchar al otro. El problema no seria de contenidos concretos sino de formas. No hay que preocuparse por la diversidad de posturas, de lo que nos divide. Así, sin que se les caiga la cara de vergüenza, van adaptando el discurso según el auditorio, o sea según quien tengan delante. Lo importante es decirlo con suavidad y corbata. Dale Carnegie estaría contento. Miren la ampulosidad de los temas tratados por el Àmbit Maria Corral, el medio –el restaurante utilizado- y el perogrullo de las soluciones aportadas.

El espíritu de conservación del niño consentido: lamer y morder

Tanta huida de la realidad hacia lo sensiblero motivado por una subyacente frustración por no poder o no querer comprender el mundo, tanta adaptabilidad del mensaje al auditorio para conseguir su aquiescencia y simpatía (como si el personal fuera memo), tanto miedo a no perder lugares privilegiados y prebendas conseguidos no por méritos propios, convierte el permanecer de pié en una misión imposible. Un único anclaje se manifiesta sólido, lo que aparenta ser fuerte. En nuestra sociedad actual: el pensamiento políticamente correcto generado por el poder civil, que en las actuales coordenadas catalanas es el progresismo de izquierdas.

Antes era antipático contestar al pensamiento políticamente correcto fabricado por algunos ideólogos del régimen de Franco. Antes y ahora nos encontramos delante de una misma actitud, delante del mismo criterio de verdad: considerar como válido el discurso del que manifiesta poder, del músculo, de la “fibrillazione politica”, el fuerte en términos temporales. Es por ello que el nacional-catolicismo de ayer es hoy el rollo de nuestros curas y seglares progres.

Cuando la actitud de guardar las formas, de ir de simpático por la vida, de no perder espacio de protagonismo, se enfrenta a la imperiosa necesidad de una definición, la opción siempre es la de situarse al lado de lo fuerte en términos temporales, de los grandes aparatos ideológicos de conformación de consciencias generados por los que viven de los estados modernos fuertes. Entonces nuestros “llepes” simpáticos de todo pelaje, que han convertido Barcelona en un colosal desastre eclesial, se transforman en perro y muerden y atacan para conservar un estatus inmerecido. Sea los pobres curas cercanos que decidieron no ser simpáticos sino no dejarse “engalipar” (engañar) por extrañas teologías manteniéndose fieles al Magisterio y la Tradición de la Iglesia auque sufrieran campañas de acoso y derribo; sea los pobres feligreses, a cientos, que han tenido que callar y tragarse a su párroco progre arrogante; sea al pobre cardenal fiel (de corazón) a la Iglesia, llámese Carles quien escogió la autenticidad y renunció al marqueting.

Quinto Sertorius Crescens

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