InfoCatólica / Germinans germinabit / Categoría: Domus Ecclesiae

20.04.12

[DE] Allá va la despedida: ideado, compilado y acabado

Ad maiorem Dei gloriam!

En el mes de mayo de 2007, iniciada la andadura de Germinans, comencé la serie “El fiador: historia de un colapso”. En tres meses y medio intenté condensar la historia del llamado Movimiento Litúrgico desde sus orígenes con Dom Guéranger hasta la década de los 20, y desde allí hasta la reforma litúrgica del Vaticano II. Posteriormente, en septiembre de 2007 y hasta junio de 2008 pasé a explicar los caminos y vicisitudes por las que pasó la liturgia romana desde sus orígenes hasta las puertas de la renovación litúrgica del siglo XIX. En esos capítulos, en total 13 meses, nos quedamos en los aspectos en los que la liturgia romana en su crecimiento y expansión fue favorecida u obstaculizada en el contexto histórico de cada momento.

Acabada esa serie se veía necesaria otra, en la que se explicara el sentido de todas y cada una de las partes de la llamada Misa Romana: se trataba de explicar el rito eucarístico y la comprensión de sus diversos elementos constituyentes. Tales episodios nos acompañaron desde septiembre de 2008 hasta octubre de 2009.

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13.04.12

[DE] Capítulo 60: El anillo y la cruz pectoral

Anillo y cruz pectoral de Monseñor. Magdaleno (1742-1750)

 

En España, el anillo, símbolo de las bodas místicas entre el obispo y su Iglesia, entraba a formar parte de las insignias episcopales desde el principio del siglo VII. El IV Concilio de Toledo (633) y San Isidoro de Sevilla hacen explícita mención. “Datur episcopo dum consecratur et annulus propter signum pontificalis honoris vel signaculum secretorum” (1)

De estas palabras se desprende como muy probable, que el uso del anillo fue introducido más que por razones simbólicas, por la conveniencia de que los obispos autentificaran son un sello sus actos jurídicos escritos, costumbre muy frecuente en la antigüedad. Ya San Agustín escribía a su coadjutor Victorino: “Hanc epistolam signatam nisi annulo, qui exprimit faciem hominis attendentis in latus”(2).

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30.03.12

[DE] Capítulo 59: Las insignias pontificales (2). El báculo

La mención más antigua del báculo pastoral ( baculus, pedum, ferula, cambuta ) como insignia litúrgica de los obispos y de los abades, quizá es la contenida en una rúbrica del Liber Ordinum español, que remonta al menos al siglo VII, relativa a la consagración de un abad: Tradetur ei baculum ab episcopo (1). En un época un poco posterior es recordado por el canon 28 del IV Concilio de Toledo (633) por San Isidoro de Sevilla, que ve en él el símbolo de la autoridad episcopal. Lo mismo encontramos en Inglaterra, en el Penitencial de Teodoro de Canterbury (+690).

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24.03.12

[DE] Capítulo 58: Las insignias pontificales (1). La Mitra

A diferencia de las vestales o los sacerdotes paganos que en los sacrificios lucían en la cabeza la mitra o la ínfula ( Fascia in modum diadematis a qua vittae in utraque parte dependet, quae plerumque lata est, plerumque tortilis de albo et cocco) (1) es cierto que los obispos y los presbíteros cristianos en los primeros siglos no usaron nada parecido durante el servicio litúrgico. Escribe Tertuliano: Quis apostolus, aut evangelista, aut episcopus, invenitur coronatus? (2). San Pablo además en I Cor 11,4 había mandado que los hombres rezasen con la cabeza descubierta. La mitra sin embargo se encuentra referida ya desde el siglo IV, pero como un sombrero característico llevado por las vírgenes consagradas a Dios. Hacen referencia a ello tanto San Optato de Mileto como San Isidoro. Y el Liber Ordinum de la liturgia hispano-mozárabe lo recuerda como uno de los ornamentos de las abadesas. Los obispos hispanos ya llevaban mitras en el siglo VI.  San Isidoro ya mencionaba la mitra (que también se llamaba cetharim ) en sus Etymologias y luego Leovigildo  en su De Habitu Clericorum también.  Desgraciadamente no quedan ejemplares del tipo de mitra que ellos describían (toda blanca, con flecos rojos en los extremos de las ínfulas de atrás) pero sí quedan varios ejemplos del siglo posterior.

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16.03.12

[DE] Capítulo 57: El Palio

El palio, como insignia litúrgica propia del Papa, se encuentra atestado desde los tiempos del papa San Marcos (+336), el cual, según recoge el Liber Pontificalis, lo confirió al obispo suburbicario de Ostia, uno de los consagrantes del Papa. Hacia mediados del siglo V encontramos la primera representación monumental en el famoso marfil de Tréveris que muestra a dos arzobispos en el carro con el relicario en las manos, los cuales llevan en torno al cuello y colgando por delante, una faja que no puede ser otra cosa que el palio.  

Informaciones más numerosas y seguras encontramos en el siglo VI. En el año 513 el Papa Símaco concede el privilegio del palio a S. Cesareo de Arles, y en el 545-546 el papa Vigilio hace lo mismo con los sucesores del obispo arelatense, Auxanio y Aureliano. Hacia esta época encontramos una segura y autentica representación del palio romano en un fresco del cementerio de San Calixto, obra del papa Juan (560-573) los santos Sixto, papa y Optato, obispo. En lo sucesivo se multiplican las concesiones del palio, hechas por los pontífices a obispos de Italia y de fuera de ella. En las otras Iglesias de Occidente, fuera de Roma, no parece haber existido dicha insignia, si no cuando a los obispos se les concedia ese privilegio por la Santa Sede.

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