Curso veraniego de Liturgia para víctimas del C.P.L.: 3. Los vasos sagrados (Cáliz, patena, copón, custodia y crísmeras)

fiadorEntre los vasos litúrgicos que hoy mencionamos son dos los principales: el cáliz y la patena. Inútil hacer resaltar la devoción y el respeto con que han de ser tratados estos vasos sagrados y todos los demás que sirven para tan augustos misterios, la belleza y la dignidad de materiales para su elaboración y el cuidado y aseo con que se han de tener y guardar.

Caliz: El cáliz es el principal y primero de todos los vasos sagrados y sirve para la consagración del vino que se ha de transformar en la sangre de Nuestro Señor Jesucristo. El Redentor en la Última Cena usó un cáliz para instituir la Eucaristía. Se calizdiscutió de qué materia era ese cáliz que sirvió a Cristo. Si fuese cierto que ese cáliz es el que se venera en la catedral de Valencia , se sabría esto. Algunos opinan que usó dos, el segundo fue en el que consagró su sangre y en el primero celebró el rito de la cena pascual.

En los siglos II y III se usaron cálices de vidrio y también de plata y oro. Tertuliano ya nos habla de cálices decorados con la figura del Buen Pastor. Luego que la Iglesia disfrutó de la paz, se vio agasajada por Constantino con ricos dones, entre los que se cuentan preciosos cálices de plata y oro. Los sumos pontífices prodigaron estos vasos sagrados y preciosos a manos llenas y lo mismo hicieron otros grandes personajes. Así que en el siglo ya era regla general que los vasos sagrados fuesen de metal precioso. Recaredo, rey de España, regaló al Papa San Gregorio Magno un cáliz de oro adornado de piedras preciosas, al mismo tiempo que le anunciaba su conversión y la de todo el pueblo español del arrianismo al catolicismo.

En la Alta Edad Media, que fue de invasiones bárbaras, había cálices de cobre y aún de madera. Pero estos últimos los prohibieron diversos sínodos en el siglo IX. En el siglo VIII se permitió a las iglesias muy pobres que pudieran tener cálices de estaño para celebrar; pero no de vidrio o de madera, ni tampoco de latón o cobre, para que no se formase cardenillo (verdet) y pudiese provocar el vómito. Hoy se permite el metal, pero la copa tiene que ser plateada o dorada por dentro.

Mabillón cuenta en su “Musaeum Itálicum” que el cáliz que había pertenecido a San Malaquías (arzobispo de Armagh en Irlanda, muerto en 1148) y del que pendían unas campanillitas, se conservaba en la célebre abadía de Claraval.

Como en los primeros siglos de la Iglesia los fieles participaban de las dos especies en la Comunión, los cálices eran de mucho mayor tamaño que los actuales y aún se usaban dos o tres cálices. En el grande y al momento del Ofertorio se echaba el vino para el pueblo, y a la Comunión se mezclaba en él algo del vino consagrado en el cáliz del sacerdote. Y todos bebían de este vino ya consagrado, ora acercando los labios al cáliz, ora valiéndose de una cañita preciosa llamada fístula, para sorber por ella. Aún hasta hace relativamente poco, el Pontífice y los dos ministros que le asistían, bebían de esta manera en el mismo cáliz que aquel consagra. Los griegos nunca usaron la fístula porque administran la Comunión del pan mojado en el vino mediante una cucharilla.

Los cálices grandes que servían para la comunión de los fieles se llamaron ministeriales; los que servían y sirven para el sacerdote se llamaban consagrados.

Había otros cálices llamados bautismales y eran aquellos en que se daba a los recién bautizados leche y miel tras recibir el Bautismo.

Aún después de haberse prohibido en la Iglesia occidental la Comunión bajo las dos especies para los fieles, debido al engorro que causaba (y sigue causando ahora que se ha restituido…) y a la necesidad de afirmar contra los protestantes la doctrina según la cual, en la sagrada forma se recibe a Cristo todo, en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; se continuaron usando los cálices para dar a los que comulgaban un poco de vino sin consagrar para purificarse.

El arte cristiano, al enriquecer los cálices con dibujos, esmaltes y piedras preciosas, no dejó de expresar en ellos ideas altamente teológicas, representando unas veces los misterios de la vida de Cristo, especialmente su Pasión; otras, símbolos de la divina Escritura, como el maná del cielo, la serpiente de bronce, el agua que brota de la roca, el racimo de uvas de la tierra de promisión, el cordero pascual, los panes de la proposición; otras, las virtudes cardinales o teologales, etc. ,etc.

Patena: Al igual que el cáliz, la patena, es un principalísimo vaso litúrgico. Las mismas disposiciones rigen para aquel que para ésta, y ambos pasaron por vicisitudes semejantes. Es ya antiquísimo el uso de la patena, y de ella hacen mención las liturgias primitivas. Como la costumbre en los primeros siglos de la Iglesia era que los fieles comulgasen dentro de la Misa, por eso las patenas eran entonces grandes y más hondas que las actuales. En ellas se colocaba el Pan eucarístico y se fraccionaba y repartía la Comunión. Por eso se les llamaba, como a los cálices, ministeriales. Para manejar esas patenas muchas de ellas tenían asas, y resultaban una especie de bandejas. Había patenas no sólo de oro y plata, sino hasta de vidrio.patena En la catedral de Génova se custodia el llamado Santo Catino , la gran bandeja de esmeralda que presuntamente sirvió de patena a Cristo en la Última Cena. Los griegos llaman “diskos” a la patena y es más grande y más cóncava que la que se usa en la Iglesia latina, y algunas están cubiertas con una tapa con bisagras. De estas grandes patenas con tapa evolucionaron los copones o ciborios que hace derivar su nombre de “cibus” (comida) porque contiene el pan del cielo. Los copones, altos a la manera de cálices pero con tapa y cubiertos de conopeo recuerdan las antiguas torres eucarísticas que servían de tabernáculo o sagrario. Los orientales no conocen sin embargo el copón ya que el Santísimo se reserva o en una caja de plata en la sacristía o dentro ésta caja de un saquito de seda suspendido del baldaquino que cubre el altar.

Custodia: Para exponer el Santísimo Sacramento a la adoración de los fieles y para llevarlo en procesión se usa un vaso que se llama custodia porque guarda la Hostia Santa. También se llama ostensorio, de osténdere (mostrar) porque en él se manifiesta, se expone a la vista y se muestra la Sagrada Eucaristía al pueblo. La costumbre de exponer el Santísimo data de la Edad Media tras la negación de la presencia real de Cristo en la Eucaristía por Berengario en el siglo XII. La Iglesia, no sólo condenó la herejía de Berengario, sino que introdujo el rito de la elevación después de la consagración, y el pueblo se postraba en adoración. Después de la institución de la fiesta del Corpus Christi por Urbano IV ya se exponía públicamente la Eucaristía fuera de la Misa.

Al principio se exponía en los mismos copones, y así no era visible la Hostia, sino el vaso en el que estaba, como se hace hoy con la exposición menor. En el siglo XV ya las custodias fueron definitivamente de la forma actual. Varias son las formas de custodia: unas figuran un sol con brillantes rayos, otras una cruz fulgurante de piedras preciosas, una torre o edificio esbelto y varias formas; pero siempre en el centro y en un circulo de oro la Hostia consagrada.

En Marsella servía de custodia para la procesión de Corpus la estatua de la Virgen virgenconocida como Notre-Dame de la Garde . La Hostia se colocaba dentro de una caja de plata que tenía un cristal y se la colocaba entre las manos del Niño Jesús. Los franceses consideraban este privilegio como único en el mundo. El Santo Cristo de San Juan de las Abadesas aún lleva en la frente las sagradas formas incorruptas; y en las Descalzas Reales de Madrid se hace todos los años la procesión del Santo Entierro, y en el costado de la imagen de Cristo yaciente va la Hostia consagrada en la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo.

La custodia, aunque tiene su bendición en el ritual no es un vaso sagrado rigurosamente hablando. Se dice que la custodia más rica del mundo es la de la catedral de Aischet en Alemania, la cual es toda en oro y está enriquecida con 350 diamantes, 1200 perlas, 250 rubíes y muchas otras piedras preciosas. Pero ninguna otra nación tiene custodias iguales a las que tiene España y que se usan para la solemne procesión de Corpus. Las célebres custodias de Arfe y de otros orfebres geniales, ricas por el oro, la plata y la pedrería y aún más por el arte insuperable con que están hechas, son el tesoro más preciado de nuestras catedrales e iglesias, que revelan al mundo entero nuestra fe y la de nuestros padres y la devoción de todos los españoles al augusto Sacramento. ¿Hay nada más hermoso que la procesión de Corpus en nuestras ciudades y pueblos?

Crismera: Es el vaso de plata que contiene el crisma sagrado y por extensión los otros dos con el óleo de catecúmenos y de enfermos.

Pueden ser jarrones grandes con tapa como en las catedrales o iglesias arciprestales, y que sirven para distribuir los Santos Óleos a las iglesias menores, o bien pequeños vasos también de plata, con una cubierta que en muchos de ellos tiene adherida una espátula con la cual se colocan un poco del santo óleo en cuestión o del crisma, impregnando un sustrato-base de algodón para que el dedo pueda proveerse de este en las unciones.

Dom Gregori Maria

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