Gallardón, aborto y violencia estructural

Descripción: http://www.elpais.com/recorte/20070816elpmad_1/XXLCO/Ies/Alberto_Ruiz-Gallardon_durante_misa_Virgen_Paloma.jpg Está claro que quienes estamos nítidamente posicionados contra el aborto, no pensamos en componendas; y Gallardón nos ofrece una componenda de gran calado. Mal que nos pese a los católicos, la maniobra que está haciendo estos días el ministro de Justicia en relación con la legislación sobre el aborto y especialmente en cuanto a la orientación de las instituciones al respecto, es muchísimo más, abrumadoramente más que lo que han hecho en 30 años la mayoría de los que en la Iglesia disponen de sedes, púlpitos, colegios y otras plataformas de impartición de doctrina y formación de conciencias.

La Iglesia ha perdido por goleada la batalla de las conciencias: en sus propias filas se promueve públicamente y con gran aparato propagandístico el aborto sin el menor recato. Aquí tenemos al sacerdote barcelonés Manuel Pousa y a la monja benedictina de Montserrat, Teresa Forcades; que mientras no se nos desmienta son Iglesia, y ostentan la apariencia de hablar en nombre de la Iglesia: cuentan por tanto con la anuencia de sus superiores jerárquicos. Si las autoridades eclesiásticas no les desautorizan al menos con igual publicidad, la mayoría de los fieles entienden que esos miembros de la iglesia representan una variante de ésta igual de respetable y en absoluto condenable. Es así como se han ido conformando las conciencias cristianas. Se calla estruendosamente ante una verdadera asfixia de propaganda y abortos en nuestras propias narices. Abortos que tienen toda la apariencia de “consentidos”. Y no hay quien desmienta fehacientemente y con una publicidad convincente esas apariencias. ¡Realmente muy lamentable!

Descripción: http://static.deia.com/images/2010/06/18/import_7115836_1.jpg El resultado de este silencio tan y tan ostentoso ha minado las conciencias de los católicos: sí señor. Pregunten, si no a los de misa dominical, qué piensan del aborto. ¡Se escandalizarían! Porque la mayoría de estos cristianos no han escuchado habitualmente más doctrina sobre el aborto, que la difundida por los medios: la que “comprende” a la mujer que aborta, pero se desentiende del hijo abortado. Simplemente se alejan de la posición más extremista según la cual la mujer tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que le dé la gana, entendiendo por “su” cuerpo, también el de la criatura que tiene en su vientre. Y se sienten ufanos de tan cristiana conciencia. Es la que indirectamente ha cultivado todo el estamento eclesiástico mediante el silencio, interpretado por los fieles como anuencia. ¿De qué otra manera cabía interpretarlo? Y por si les quedase alguna duda, la monja Forcades se la disipa: promociona el aborto vestida de monja, dando a entender que lo hace en nombre de la Iglesia: que es la Iglesia la que habla por su boca. ¿Qué otra cosa se puede entender si la Forcades habla, y la Iglesia calla?

Pero no nos engañemos: las manifestaciones explícitas a favor del aborto que también se dan en la iglesia, no son sino la punta del enorme iceberg del silencio, del no dar la batalla, del tirar la toalla sin entrar siquiera en combate; son la cúspide emergente de esa profunda montaña de hielo a la deriva en un mar plácido y autocomplacido; son la coronación de una inmensa mole de hielo que necesita muchísimo calor para fundirse.

Y he aquí que en la placidez de este mar cae un gran pedrusco que agita las aguas. ¿Que Gallardón no viene a echarle una mano a la Iglesia? Evidentísimamente que no. Lo que quiere Gallardón es ser el próximo presidente del gobierno: y todas las maniobras que hace, no tienen más horizonte que ése. A mí no me importa la conciencia de Gallardón respecto al aborto: sé perfectamente que no puedo poner en ella mis esperanzas; sí que me importa en cambio su ambición y por tanto el cálculo que ha hecho con respecto a la conciencia de los españoles.

Eso me interesa extraordinariamente, porque en sus maniobras se adivinan su cálculos: sabe que dando un giro copernicano a la política vigente respecto a la natalidad; y que posicionándose activamente a favor de la maternidad en vez de seguir en la política proabortista que han practicado por igual el PSOE y el PP incluido él mismo, conecta con una mayoría de españoles tan potente, que ése será finalmente uno de las resortes más eficaces para catapultarse a la Moncloa. La gran pregunta es: ¿y nadie en su mismo partido había visto lo que tan claro ve hoy Gallardón? ¿O les daba lo mismo a todos, él incluido, la conciencia de sus votantes? Ojo, que si Gallardón juega esta baza es porque ha calculado que la va a ganar. Yo también estoy en ese cálculo. Tampoco era tan difícil teniendo un precedente espectacular en la derecha de Estados Unidos.

Descripción: http://3.bp.blogspot.com/_R9NLeq97GZg/SamHf0OgpZI/AAAAAAAABQM/izqo_cpTEmI/s320/1226244787953gallardon3dn.jpg Me alegra infinito que el descreído Gallardón, el perpetuo delfín de la izquierda y de sus medios, esté haciendo estos cálculos: en primer lugar porque su análisis de la conciencia de los españoles coincide con el mío: a la inmensa mayoría de los españoles se nos ha indigestado tanto aborto y tanta ideología de género. Y estamos esperando que alguien enarbole la bandera de la protección de la vida, para seguir entusiastas tras él (aunque siempre desconfiados). En segundo lugar porque, aunque no forme esto parte de sus propósitos, estará haciendo un espléndido servicio a la Iglesia, a España, a Europa y a todo lo que aún se mantiene en pie de la civilización cristiana. Una vez más, Dios estará escribiendo recto con renglones torcidos y retorcidos.

Oigo voces por ahí quejándose de que eso es poco. Disiento: el haber dado semejante viraje y haberse colocado justamente en dirección contraria a la que iba (y va) incluso su partido, eso es una inmensidad siendo quien es el autor de esta maniobra. Para mí lo sustancial es que ha cambiado de dirección. Y esto, en un medio político tan alicorto (su icono bien podría ser el avestruz en vez de la gaviota) era algo impensable. Estamos en un escenario nuevo.

La más triste ironía de este giro político es que no sólo no han sido los obispos (¡ni en broma!) los que han tirado de Gallardón, como le acusan los progres, sino que hasta puede ocurrir que, como se nos descuiden los obispos, será éste quien los lleve a ellos a rastras muchos pasos por detrás de él. Si no, al tiempo.

Y en cuanto a la audacia doctrinal de Gallardón enmarcando el aborto en la violencia de género, y calificándolo por tanto como un acto más de violencia contra la mujer, me parece totalmente plausible. Porque se ha atrevido a exponer doctrina católica en el mismo lenguaje que emplean los abortistas. A él le traen sin cuidado una cosa y otra: por eso le cuesta tan poco echar mano de ambas y entretejerlas.

Pero lo que ha constituido la estocada, ha sido eso de la violencia estructural. De nuevo, léxico progre; pero quien no está envenenado de progresismo ni versado en él, lo que entiende con esas palabras es lo que ve: que la mujer embarazada cae en una telaraña muy tupida que la empuja (y a menudo con muy mal disimulada violencia) a la violencia del aborto. Ésa es la violencia estructural contra la mujer que entendemos en las palabras de Gallardón. La de una estructura creada y sostenida por el poder político para eso: para violentar a la mujer en dirección al aborto. Y, aleluya aleluya, Gallardón ha decidido que la estructura política, jurídica e institucional no tire de la mujer hacia el aborto, sino que le dé todo el apoyo para realizarse en la maternidad. ¡Aleluya!

Marcelo Singla