[DE] Capítulo 57: El Palio

El palio, como insignia litúrgica propia del Papa, se encuentra atestado desde los tiempos del papa San Marcos (+336), el cual, según recoge el Liber Pontificalis, lo confirió al obispo suburbicario de Ostia, uno de los consagrantes del Papa. Hacia mediados del siglo V encontramos la primera representación monumental en el famoso marfil de Tréveris que muestra a dos arzobispos en el carro con el relicario en las manos, los cuales llevan en torno al cuello y colgando por delante, una faja que no puede ser otra cosa que el palio.  

Informaciones más numerosas y seguras encontramos en el siglo VI. En el año 513 el Papa Símaco concede el privilegio del palio a S. Cesareo de Arles, y en el 545-546 el papa Vigilio hace lo mismo con los sucesores del obispo arelatense, Auxanio y Aureliano. Hacia esta época encontramos una segura y autentica representación del palio romano en un fresco del cementerio de San Calixto, obra del papa Juan (560-573) los santos Sixto, papa y Optato, obispo. En lo sucesivo se multiplican las concesiones del palio, hechas por los pontífices a obispos de Italia y de fuera de ella. En las otras Iglesias de Occidente, fuera de Roma, no parece haber existido dicha insignia, si no cuando a los obispos se les concedia ese privilegio por la Santa Sede.

 

Marfil del Tesoro del Dom de Tréveris (s. VI)

 

No se puede confundir el palio romano, con el “omoforion” que todos los obispos orientales llevan como emblema de su ministerio episcopal.

Sobre los orígenes del palio, uno de los problemas litúrgicos más debatidos, han sido elaboradas varias hipótesis.

Algunos dijeron que derivaba de un pretendido manto de San Pedro, del cual se habrían ido cortando trozos, hasta que agotados, fueron elaborados otros sucesivos a imitación de los primeros. Es una piadosa fantasía que no tiene ni sombra de fundamento histórico.

Otros ven en el palio una concesión imperial. Se basan en una teoría según la cual el emperador Constantino ofreció al papa San Silvestre el sobrehumeral (superhumerale) copia de la insignia con que el emperador solia rodearse el cuello y desde entonces todos serían una sucesiva repetición de un emblema que implicaría el permiso de la autoridad gubernativa en el nombramiento de obispos. Pero lo cierto es que los Papas han concedido o retirado el palio, de motu proprio, sin jamás ninguna referencia a la autoridad imperial.

 

Benedicto XVI con las dos formas en el porte del Palio

 

Braun propugna para el palio un orígen netamente eclesiástico: los papas lo habrían ideado como insignia litúrgica propia.

Más genial és la hipótesis de Wilpert que lo relacionaría con el pallium, el manto de los filósofos, vestidura preferida por los primeros fieles. Su recorte iría en paralelo al recorte de la toga, que replegada sobre sí misma ( toga contabulata ) acabaría como una simple banda. El hecho de que se comenzase a usar a partir del siglo IV una vestidura más comoda, la pénula, hizo que se sobrepusiese a esta de forma “contabulada” ( a tablas). Esta hipótesis no encuentra el apoyo de ningun testimonio histórico de pallium contabulatum.

El palio litúrgico, ciertamente y hay que reconocerlo, en sus representaciones más antiguas aparece como una banda completamente abierta y dispuesta sobre los hombros con el mismo porte que tenía el palio-manto filosofal. Esta manera de llevar el palio se mantuvo hasta el siglo IX, cuando con alfileres preciosos, se empezó a colocar de tal modo que los dos extremos colgasen exactamente por el centro del pecho y de la espalda. Sustituyendo los alfileres con una costura fija se llega a la forma circular con la que lo encontramos colocado a partir de entonces. Sin embargo los dos extremos conservaron una considerable longitud y sólo a partir del siglo XV empezaron a recortarse hasta la forma actual.  

Benedicto XVI al inicio de su pontificado, restaurar la primitiva forma de colocación del palio, tal como aparece en los monumentos antiguos. Más tarde, quizás por practicidad, volvio al uso ordinario de los últimos seis siglos. Aunque permaneciendo el color rojo de las cruces bordadas, mucho más antiguo que el negro en su confección.  

Alfileres para la colocación del palio

 

Actualmente en los extremos se encastan pequeñas barritas de plomo, recubiertas con flecos de seda negra. El color del palio siempre ha sido blanco. Los tres alfileres con gemas que al principio tenían como misión fijarlo en su lugar, acabaron convirtiendose en objeto decorativo sin más.

Actualmente el palio pues, es una insignia de honor y jurisdicción reservada de jure al Papa y a los arzobispos.

El arzobispo, antes de los tres meses de s consagración o nombramiento, por medio de un abogado consistorial, suplica al Santo Padre le concede el palio instanter, instantius, instantissime. Nada más acordado, si el titular está presente en Roma, lo recibe del primer Cardenal diácono; si está ausente, como normalmente sucede, un obispo es encargado de imponérselo. Este, en el dia establecido, después de celebrar la misa, sentado en el faldistorio, recibe el juramento de fidelidad del arzobispo de rodillas y con la mano derecha en el evangelio, posteriormente este le impone el palio que se encuentra preparado sobre el altar, con la formula prescrita por el Pontifical.

Muchos, lo reciben de manos del Papa en la fiesta de los Santos Apostoles Pedro y Pablo.

La imposición del palio al Papa viene realizada el dia del inicio de su pontificado de manos del Cardenal archidiácono.

 

La lana con la que se confeccionan los palios procede de corderitos criados por las religiosas del convento romano de San Lorenzo in Panisperna y son ofrecidos al Papa para su bendición por los Canónigos Regulares Lateranenses en la memoria litúrgica de Santa Inés, el 21 de enero en la basílica de Santa Inés Extramuros. Santa Inés es la martir romana que en la iconografía tradicional viene representada con un cordero a los pies.

Imposición al Card. Pappalardo 29/6/2009

 

Los palios los confeccionan las religiosas de Torre de´Specchi en Roma y en la mañana de la vigilia de los Santos Pedro y Pablo, son llevados a la Confesión de San Pedro, y después de las primeras visperas son bendecidos por el Papa, el cual los encierra en una urna o cofre de plata que se conserva cerca del sepulcro del Apóstol. La costumbre en el siglo XII era dejarlos sobre la tumba de San Pedro durante la noche precedente a la fiesta, mientras el clero de la basílica añadía en el oficio nocturno de Maitines especiales oraciones. Era la ceremonia llamada vigilare pallia (velar los palios). Este inmediato contacto que el sagrado palio tiene con las sagradas reliquias, hizo que se considerase siempre como la transmisión de un poder superior, casi como una participación al oficio de pastorear.

Benedicto XVI últimamente lo señaló como imagen de la oveja perdida que el Buen Pastor buscó y encontró para devolver al redil. Sin duda alguna el palio es un expresivo simbolo de unidad y de comunión con la Sede Apostólica.

Dom Gregori Maria