[DE] Capítulo 53: La Casulla (y II)

En cuanto a la decoración de la casulla, nótese que desde los primeros siglos las pénulas profanas lucían motivos ornamentales, como por ejemplo, las dos franjas púrpuras verticales que vemos en la pénula del orante en el cementerio de Calixto. Las casullas del mosaico de San Venancio en Letrán muestran un simple friso con galón en torno a la obertura del cuello. En los mosaicos de Ravenna, la decoración de la casulla del obispo Ecclesius y Maximiliano, tiene la apariencia de una cruz bifurcada. Sin embargo un sistema consolidado de ornamentación de la casulla no aparece antes del siglo XI. Hacia esta época se aplicaba en la centro de la parte posterior de la casulla, un listón vertical que iba subiendo hasta la nuca, pero que al llegar a la altura de los hombros se dividía en dos brazos oblicuos (Y – cruz bífida-trífida) los cuales giraban alrededor del cuello y se encontraban en el pecho por la parte delantera para bajar hasta el borde inferior. Dentro del listón si bordaban diseños de estilo o figuras humanas: sujeto favorito eran las representaciones de bustos de santos, dispuestos en compartimentos circulares, ojivales o cuadrados, mientras en la intersección si colocaba una imagen del Salvador, de la Virgen o del Santo Patrono. En el siglo XIII, especialmente en Inglaterra, Francis y Alemania, comienza a introducirse la cruz con brazos horizontales, pero solo en la espalda, prototipo de la decoración que después prevaleció y que a partir del siglo XV se convirtió en común. En cambio en Italia, se usó preferentemente un simple listón vertical sobre las dos caras de la casulla, junto con una ornamentación horizontal a la altura del pecho, con el único fin de impedir una rotura de la tela. Es el tipo romano vigente. Nótese que el diseño de la cruz bifurcada en la espalda no se debe, como querrían algunos ni a una verdadera figuración de la cruz, ni a una estrategia para ocultar las costuras de la tela: es simplemente un motivo ornamental no desconocido por las pénulas paganas, que más tarde fue interpretado en sentido cristiano.

Para la confección de las casullas se usaron desde antiguo las telas más preciosas. Encontramos ya tejidos de seda en la indumentaria eclesiástica de muchas iglesias del siglo V, procedentes de las famosas fábricas de Alejandría, Damasco o Bizancio. En la Edad Media tomaron renombre las telas árabes procedentes de Sicilia y España; después del siglo XIII los adamascados, los brocados y terciopelos de Génova, Lucca y Venecia.

Casullas romanas s. XVII-XVIII

Junto a la seda se usaba, aunque raramente, la lana, las telas de lino y el algodón. En la catedral de Praga se conserva incluso una casulla tejida en paja. Las telas medievales llevaban comúnmente algún diseño o geométrico o floral estilizado, la granada sobretodo, o más a menudo el ancla. Figuras solas o emparejadas con animales reales o fantásticos, leones, gacelas, halcones, águilas bicéfalas, etc.

Casulla S. Juan Ortega s.XII

Brocado veneciano
del siglo XVI

 

Al unísono con la calidad de las telas fue en aumento la riqueza de los bordados que convertía las vestiduras sagradas en piezas de valor artístico muy apreciable. El arte del bordado, ya conocido bajo el Imperio, nació y se perfeccionó sobretodo en Oriente, primero entre los frigios y los griegos, posteriormente entre los árabes y bizantinos. Los bordados, originalmente de lana sobre seda, con pocos hilos de oro y de seda, se fueron desarrollando y adquiriendo finura y esplendor, conservando sin embargo el diseño y los escasos colores utilizados, una pizca de ingenuidad y simplicidad que subrayaba la infancia del arte. Pero con la llegada del siglo XI el arte del bordado en Bizancio y entre los árabes (el italiano ricamare procede del verbo árabe recamar (bordar) ) se perfecciona y adquiera altura.

Las cruzadas traían a Occidente el gusto, los procedimientos técnicos y las combinaciones de colores.

En los siglos XIII y XIV las vestiduras litúrgicas de catedrales y colegiatas, de monasterios y abadías se encuentran inundadas de oro, perlas y se recubren de arabescos, flores, animales y se enriquecen con aquellos famosos bordados historiados y con imágenes bíblicas, llamadas “pinturas al aguja” “auro et serico acu pícate”( pintadas con aguja en oro y seda) en las que sobresalían los artistas ingleses y flamencos. En ese momento triunfó, cosa que ha desaparecido, el oro sombreado, es decir un fondo dorado que la aguja difuminaba con seda de colores. Por otra parte el empaste de los colores alcanzó efectos decorativos que posteriormente el periodo renacentista y barroco pudo emular, pero difícilmente superar.

Insignes ejemplares de bordado en Italia son: el Velo de Classe (s.IX) conservado en el Museo de Ravenna; la dalmática de Carlo Magno (s. XIV), la capa pluvial de Nicolás V en Áscoli Piceno, o la de Pío II en Pienza (s. XIII); la casulla de la Capilla Chigi en Siena, diseñada por Rafael y finalmente los restos de la terna de San Juan del Duomo de Florencia. Antonio Pollajolo hizo los diseños, y la terna se confeccionó durante 26 años bajo la dirección de Paolo Veronese, por ocho bordadores, dos de entre ellos flamencos y cuatro franceses.

 

Dalmática Carlomagno (Museo Vaticano) y capa pluvial siglo XIV

 
 

Bordados ingleses en seda, oro y plata s. XIV

 

Por el hecho de que la casulla se reviste sobre las otras vestiduras y a todas cubre, desde la alta Edad Media fue considerada símbolo de la caridad que “cubre multitud de pecados”. Efectivamente el obispo, en la ordenación de los presbíteros, revistiéndoles de la casulla dice: Accipe vestem sacerdotalem per quam charitas intelligitur ( recibe la vestidura sacerdotal que se entiende como símbolo de la caridad).

De la misma manera, como la casulla se endosa sobre los hombros, fue considerada símbolo del yugo del Señor, de aquí a que el sacerdote al revestirse de ella diga: “Señor que dijiste mi yugo es suave y mi carga ligera, haz que llevándola consiga tu gracia”

Dom Gregori Maria