Banderas independentistas en la basílica de Vilafranca

Santa María de Vilafranca: el secuestro de cada año

Se acerca la Fiesta Mayor y con ella, como un parásito cada año más enquistado, la izada de esteladas en las torres de la basílica de Santa María.

Lo que inicialmente fue un acto clandestino ha pasado a ser un rito de la llamada "Fiesta Mayor Alternativa", anunciado públicamente, presenciado por cientos de personas y envuelto de una parafernalia cada vez más elaborada. Al paso que vamos no sería extraño que bien pronto la ceremonia se integre en el programa oficial, de manera que las autoridades locales y algún invitado ilustre puedan hacerse la foto de rigor con los patriotas escaladores y que incluso los presbíteros de Santa María, en justa gratitud a su colaboración con la causa, tengan también su momento de gloria bendiciendo la estelada para que llegue santificada a las alturas.

Y es que no debe olvidarse que si la estelada sube año tras año hasta las torres de la basílica es gracias a la confluencia de dos comportamientos. En primer lugar, naturalmente, es precisa la iniciativa de un grupo dispuesto a ocupar abusivamente un espacio y unos símbolos que no son suyos. Pero también resulta imprescindible el consentimiento expreso o tácito de aquéllos que por su cargo deberían de ser los primeros en proteger la integridad y la función del edificio, es decir, del párroco y de los sacerdotes de Santa María.

No soy un "hombre de iglesia", pero he sido educado como católico y conozco y respecto el mensaje de Cristo. Este mensaje, en relación a la cuestión que ahora nos ocupa, aparece bien claro en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

Ya el profeta Isaías escribió: "Y a los extranjeros que se han unido a mí (…) Yo les haré entrar en mi montaña sagrada (…). Aceptaré en mi altar sus holocaustos y sacrificios, porque mi templo será llamado ‘casa de oración para todos los pueblos’" (Is, 56, 6-7), palabras que repitió literalmente el mismo Cristo, como testifican Mc 11, 17 y, con pequeñas variantes, Mt 21, 13 y Lc 19,46.

Esta idea básica fue desarrollada teológicamente en la Epístola a los Gálatas: "Todos vosotros, por la fe, sois hijos de Dios en Jesucristo (…). Ya no hay judío ni griego (…) todos sois uno en Jesucristo. Y si vosotros sois de Cristo, también sois descendientes de Abraham, herederos de la promesa" (Ga 3, 26-29), donde San Pablo marca un punto de no retorno en la historia del cristianismo: el momento en que deja de ser la religión de una sola nación, Israel, hasta entonces "el pueblo elegido", y se transforma en otra de vocación universal, que es tanto como decir católica.

Las esteladas presidiendo la basílica son la expresión del secuestro de Santa María por los mercaderes de una ideología política. Durante unos días dejará de ser la "casa de oración para todos los pueblos" que predicó Jesús. No tendrá derecho a llamarse católica, porque no será la iglesia de todos aquellos que "son de Cristo" . Sólo será el rehén de los nacionalistas catalanes. Todo ello ante la tolerancia de un párroco y de unos sacerdotes que en vez de servir a su Iglesia probablemente preferirán hacer aquello otro de que también hablan las Escrituras: lavarse las manos.



 

Artículo publicado por César Martín, el 19/08/2011, en la revista "El 3devuit" de Vilafranca del Penedès. El escrito ha sido enviado personalmente por el autor a nuestra página web ([email protected])