Un Réquiem por la Música Sacra (2ª parte)

2. La aplicación del Motu proprio. La época dorada de Montserrat.

Una vez expuesto el programa de Pío X en el Motu proprio , hacía falta concretarlo y aplicarlo pastoralmente. La manera de vertebrar la voluntad del Pontífice se haría a través de comisiones litúrgicas nombradas por los ordinarios del lugar. El objetivo era procurar por la calidad de la música sacra, potenciar el canto gregoriano según los estudios de Solesmes, asegurar la buena formación musical de los seminaristas y promover la formación de nuevas scholae cantorum allí donde no hubiese o donde se habían perdido.

La aplicación del Motu proprio tuvo, obviamente, sus problemas, como toda reforma, especialmente provenientes de sectores integristas que, o por comodidad o por rutina, no vieron con buenos ojos la autoridad pontificia. Pero es difícil hacer generalidades a falta de un estudio amplio y completo sobre el tema. Por ahora lo único que tenemos son estudios locales, muy focalizados, que nos permiten vez fragmentos de la realidad. Cataluña, por fortuna, es un territorio en donde la información abunda y es relativamente fácil hacerse una idea de la aplicación de aquel Motu proprio .

Curiosamente, y puede parecer extraño hoy en día, Cataluña fue una de las regiones que mejor recibió la propuesta romana de reforma, la que menos obstáculos puso y una en las que mejor se desarrolló. Éramos ejemplo de catolicidad y obediencia romana.

Sólo por poner un ejemplo de la buena disposición de los prelados catalanes está el célebre caso de la Misa de las Santas, que se interpreta en la vecina ciudad de Mataró para la fiesta de sus patronas. Esta obra de gran envergadura (unas dos horas de partitura) fue compuesta allá por 1840 por un hijo de la Ciudad , maestro de capilla, para ser interpretada por solistas y pequeño coro (el pueblo, como ya he referido no cantaba). Tiene un gran regusto operístico y fácilmente puede verse en la partitura momentos de inspiración rossinianos o incluso verdianos. Pues bien, después de más de cincuenta años interpretándose, el año 1904 (un año después del Motu proprio ) se cambió por la Misa de Santa Cecilia de Charles Gounod (1818-1893), más acorde con las nuevas ideas. Seria mucho más tarde cuando desde Mataró se envió un legado especial a Roma para que “indultase” la partitura, ya que era muy apreciada por la población y permitiera su interpretación durante la Misa. Y hasta el día de hoy. La disposición por parte de las instituciones eclesiásticas, pues, era bastante buena.

En estos momentos fue cuando desde la abadía de Montserrat, que tenia línea directa con Solesmes gracias al Padre Gregorio María Suñol (1879-1946), decidieron abanderar el nuevo movimiento litúrgico y encabezarlo. Convocaron el año 1914 el 1r Congreso Litúrgico, celebrado el 1915, de gran repercusión, no solo catalana sino también para toda la península e incluso Europa. Las autoridades eclesiásticas catalanas estuvieron del todo dispuestas a colaborar y desde el principio coordinaron los diferentes frentes del Congreso. Según palabras del obispo de Barcelona Enric Reig “ es el primer acto del movimiento litúrgico que, bajo la autoridad de los prelados de la Provincia Tarraconense , comienza en nuestras diócesis catalanas.

La preparación, desarrollo y posteriores consecuencias del Congreso dan para un par de tesis doctorales. Había habido antes una previa, el Congreso de Arte Cristiano del año 1913, inspirado por el venerable obispo Josep María Torres i Bages (1846-1916) en la que ya se abordó, aunque solo de perfil, el tema musical. A raíz del Congreso Litúrgico se fundó la revista Vida espiritual principal medio de difusión de las nuevas ideas litúrgicas.

Los objetivos del Congreso de Montserrat eran claros, expuestos a continuación por el Padre Lluís Carreras i Mas (1884-1955), chantre de la catedral de Barcelona y uno de los organizadores:

1. Extender el conocimiento de las disposiciones pontificias sobre la Sagrada Liturgia entre los sacerdotes y el pueblo fiel i fomentar la práctica. 2. Encaminar la devoción popular hacia la vida social litúrgica, inculcando la piedad sacramental y la participación activa de los fieles en los misterios sagrados y las fiestas eclesiásticas. 3. Robustecer la unidad de espíritu de los fieles hacia la jerarquía y la parroquia, como elementos directivos de la fe y la piedad. 4. Propagar el amor i el uso de los libros litúrgicos como texto auténtico de la Iglesia en la comunicación de la vida espiritual .

Dichos objetivos iban en la línea marcada por Pío X, fallecido hacia poco, en 1914. Se habrá dado cuenta el avispado lector de que si los objetivos eran estos, es señal de que antes no se cumplían o se cumplían poco. Si se pretendía la “participación activa de los fieles en los misterios sagrados” es que, o estos no participaban o participaban “pasivamente.” Lógica matemática, no hay más. Y si no que me aporten pruebas.

Como pequeño gesto, muy significativo por otro lado, a partir de la década de 1910 empezaron a llenarse las iglesias de bancos, los típicos bancos que hoy en día contemplamos, para fijar a la gente en un punto, y evitar su dispersión (además de otros motivos como por ejemplo acabar con el engorroso alquiler de sillas que tanto molestaba).

Me centraré en dos consecuencias directas del Congreso, que son los que me interesan para el tema musical. El “Eucologio” y el “Cant del Poble”.

El “Eucologio” y el “Cant del Poble”.

En primer lugar está el Eucologio , cuya primera edición es del año 1915, pues se repartió como obsequio a los Congresistas en Montserrat. Le tengo especial cariño a este librito. No me cansaría de cantarle las bondades, no porque sea una traducción del misal (antes ya existían traducciones en castellano para seguir la Misa ) sino porqué es el primer manual de liturgia hecho para disfrute y lectura directa del pueblo. No se limita a enumerar los oficios sino que previamente los comenta y los profundiza, da definiciones de liturgia, expone de manera clara y concisa las rúbricas del misal, del porqué de las ceremonias, etc. etc. Que lástima que no exista un libro parecido para la liturgia del Vaticano II, pues muchas desgracias nos hubiésemos ahorrado. Era un librito de bolsillo, no muy caro y el hecho de que fuese en catalán ayudaba mucho a la inmensa mayoría de la población rural, que desconocía el castellano, o lo conocía poco. Y además, es el primero que da lecciones de cómo cantar en Misa (lecciones de entonación, de pronunciación, etc.) y lleva incorporado un pequeño repertorio de las nuevas misas en gregoriano. Y aquí es a donde voy.

En estos momentos es cuando los repertorios de misas gregorianas que cantamos hoy en día (las típicas De Angelis, Cum jubilo, Fons bonitatis , etc.) quedan fijados en la memoria popular. Hasta el momento el gregoriano que se cantaba (bastante plano en su mayoría) variaba horrores de una zona a otra, de manera que, exceptuando las grandes solemnidades en que las melodías se parecían, cada pueblo se guisaba sus variantes del gregoriano para su gusto y disfrute. Y si no que alguien haga la prueba e intente comparar los libros de coro (los típicos folios de pergamino de formato extra-grande) de dos iglesias diferentes. A ver en qué coinciden.

El Eucologio fue, quizás, el emblema de una nueva generación de libros litúrgicos y de piedad, sobretodo después de que el año 1916 se fundara la Biblioteca Balmes y se institucionalizara el Foment de Pietat Catalana . Esta entidad, dedicada a la impresión y difusión de literatura religiosa en catalán y para el pueblo, fue fundada unos años antes a título personal por Mossèn Eudald Serra i Buixó (1862-1967). De la imprenta del Foment de Pietat nacieron una inmensidad de hojitas, folletos, libritos, novenas, etc. etc. que dado su poco coste estaban al alcance de todo el mundo.

El otro elemento surgido del Congreso Litúrgico de Montserrat es el Cant del Poble (el Canto del Pueblo). Debe su nombre a una flamante conferencia que pronunció el Sr. Luís Millet i Pagés (1867-1941)(fotografía de la izquierda), fundador del Orfeón Catalán, en el Congreso Litúrgico de Montserrat, titulada “El Cant del Poble en les festes de l’Església”. Como fundador del Orfeón Catalán tenía amplia experiencia musical y coral, y sabía hacer cantar a la gente; y como persona profundamente creyente, creía de verdad que el pueblo merecía tener un papel destacado en la música litúrgica. De esta conferencia, que por lo que se ve fue de campanillas y mucha gente quedó entusiasmada, dejadme citar una sola frase:

En el canto religioso, especialmente, es donde nuestra canción [popular] se ha fusionado con una gracia muy propicia, singular y digna. Y es que llegándonos seguramente el canto gregoriano, modelo de toda música cristiana, y el canto popular, de una misma fuente primera, al reencontrarse fusionados por el calor de una inspiración sincera, adquieren un sentido intenso de belleza cautivadora El objetivo del nuevo canto era que debían combinarse el gregoriano con la música tradicional, para conseguir mantener “una unidad en la religión y una particularidad en el corazón de las gentes” y se destinaron todos los esfuerzos para ello. De esta manera el pueblo, que ya de por sí cantaba canciones populares, adquiriese también aprecio y gusto por el canto gregoriano.

Y es que el pueblo, por cantar cantaba un rato, pero siempre en “funciones sagradas” (novenas, rosarios, Via crucis, exposiciones al Santísimo, visitas espirituales, etc.) en donde la libertad y la imaginación estaban más abiertas, pero raramente en la Misa. Incluso podemos hablar de una tradición coral propia de Cataluña. A modo de preámbulo, y para que el lector entienda los posteriores acontecimientos, en Cataluña hubo un fenómeno musical previo al Congreso Litúrgico que en parte ayuda a explicar “El Cant del Poble”. Hablo del fenómeno de los Coros Clavé.

El Sr. José Anselmo Clavé (1824-1874) fue el iniciador de la tradición del canto coral en Cataluña, tal y como lo conocemos hoy, dándole un nuevo aire, y procurando por la fundación de orfeones y corales populares. Estos coros, a su vez, tenían como objetivo social filantrópico evitar que los obreros, la mayoría gente desarraigada que aterrizaban en Barcelona, dedicaran las tardes festivas a las tascas y tabernas. A la sombra de los coros Clavé muchos compositores dieron rienda suelta a la imaginación componiendo canciones populares, marchas, himnos, sardanas, etc. Paralelamente a esto, el músico y musicólogo Felip Pedrell (1841-1922) estaba desarrollando su obra historiográfica sobre la música en Cataluña, rescatando millares de partituras olvidadas, y fomentando el aprecio por las canciones populares de más antigua tradición.

Entre 1880 y 1930 hubo una época dorada de la música coral en Cataluña. De hecho se formaron nuevas entidades corales que, cuando nacían o crecían al amparo de la Iglesia , frecuentemente actuaban a la vez de coro parroquial. La mayoría de Orfeones (Orfeó Gracienc, Orfeó Badaloní, Academia Musical Mariana de Mataró, Coral Santa Cecilia, etc.) actuaban como las schola cantorum que Pío X tanto quiso recuperar. Y no piensen que se limitaban al repertorio gregoriano, sino que se expandían a toda la polifonía “autorizada” por la Santa Sede : Theodore Dubois, J. S. Bach, Guillaume Bouzignac, Carlo Bortolan, Charles Gounod, Jean Baptiste Lambert, Cristobal de Morales, Palestrina, Lorenzo Perosi, … la lista es infinita.

Como principal seguidor de Luís Millet, estaba el Padre Luís Romeu i Corominas (1874-1937) . Era discípulo de Pedrell, y llegó a ser organista y maestro de Capilla en Vich. Es autor de obras muy originales y profundas en las cuales hay una vinculación entre las melodías características del canto llano y los elementos musicales de la canción tradicional catalana. La obra del Padre Romeu que actualmente más se interpreta es el Credo breve, en catalán, que curiosamente nunca se compuso para ser interpretada dentro de la Misa , sino fuera de ella. Es una magnífica obra que cuando más se “gregorianea” mejor suena. Para aquellos que no la conozcan, es el credo que se interpretó en la consagración de la Sagrada Familia de Barcelona por el Papa Benedicto XVI. Como dato curioso, el Padre Romeu añadió a “la santa Madre Iglesia católica” los epítetos de “apostólica y romana” remarcando su catolicidad. El “Cant del Poble” se materializó en unas pequeñas hojitas, coleccionables, que editó el Foment de Pietat y que estaban introducidas por textos de Luís Millet. En ellas había impresa la música gregoriana básica junto con nuevos cantos o algunos de populares. Se articularon en varios temas: Adviento, la Purísima , Semana Santa, Oraciones Cantadas, Cantos eucarísticos, El Santo Rosario y Cantos antiblasfemos.

Haciendo recopilación de todo lo referido hasta ahora, a partir del año 1915 se intentó implantar la renovación litúrgica en Cataluña enfocándose en dos frentes básicos. El frente sacerdotal, que debía procurar que los sacerdotes asumiesen el “Liber usualis” como libro básico de coro; y el frente laical, que debía procurar que el pueblo adquiriese memoria musical para responder al sacerdote en la misa, y fomentar la ilusión por el canto religioso.

Aparentemente la reforma musical surgida del Motu Proprio funcionó, aunque con el paso del tiempo el nuevo edificio musical empezó a tambalearse. Pero ese es tema para el próximo artículo.

M.B.P.